POR ELEVACIÓN.

Para resolver algunas cosas es necesario hacerse previamente una pregunta: ¿Es buena o es mala la globalización? Para mí ahí reside el quid de la cuestión.
¿Estás a favor o en contra de la globalización?
Lo preguntaré de otra forma.
¿Crees que en la globalización está la respuesta?
Sinceramente, yo creo que no.
Ahora vamos al principio, y en el inicio de todo hay que señalar que toda la Autoridad constituida legítima o ilegítimamente, que da lo mismo, aboga por la globalización.
En la globalización encuentran la panacea a todos los males. Nos dicen, supongo que convencidos, que ese es el camino hacia la modernidad. La senda para encontrar la bonanza económica, y la resolución, por ende, de todos los males que sufren los Estados modernos.
Podría ser bonito si fuera verdad. Pero, no lo es. La globalización por si misma no resuelve nada. Al contrario. A corto plazo, lo vemos a diario, sufrimos los males expansionistas de las empresas modernas empeñadas en convertirse en multinacionales.
Estas empresas sólo producen beneficios para sus accionistas, y para todos aquellos que trabajan en las mismas. Sobre todo para sus directivos que se dotan de sueldos estratosféricos, alejados a años luz de los empleados que también la componen.
Grandes empresas multinacionales que apenas tributan a Hacienda, y que encima tienen como máxima la optimización del empleado al que laminan de su empleo, y que en cuanto entran en pérdidas acuden a papá Estado a que éste le resuelva los problemas y socialice las pérdidas.
Empresas de tamaño desproporcionado, con beneficios que crecen y crecen sin parar, y que al mismo tiempo reducen sus plantillas hasta la misma iniquidad.
Empresas como Telefónica, como Repsol y como tantas otras que en los últimos años han prescindido del veinticinco por ciento de sus empleados, y que apenas contribuyen a la riqueza nacional a través de los impuestos, y que gozan de estatus propios y de paraísos fiscales para defraudar legalmente a todos los ciudadanos.
¿La globalización es eso?
¿Necesitamos empresas que no sólo no contribuyen al bien general , sino que además prescinden de sus empleados?
¿Ese es el futuro que queremos?
Pues si el futuro es eso a los ciudadanos lo único que nos queda es rezar.
Y, ante todo eso, ¿qué hacemos los no creyentes?


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