La cuestión está siendo
debatida entre imbéciles de reconocido prestigio y amplio currículo. Entonces,
¿para qué vamos a inmiscuirnos? ¿Vamos a conseguir algo? Porque, aún siendo
verdad que todos lo cristianos y paganos de este Estado tenemos derecho a la opinión,
no es menos cierto que este debate debe ser resuelto por dos de la misma
condición. Dos imbéciles.
También se han sumado veinticinco
intelectuales españoles que cobraron por
plasmar sus opinión en el diario “El País” acerca de la cuestión. Y
aunque no he leído ninguno de los escritos en su totalidad, aunque si
parcialmente, me doy cuenta de algo. Entre imbéciles anda el juego.
Porque todo es más de lo
mismo, y el ascua la arrimo a mi sardina.
Dimes y diretes.
Proposiciones y asertos mezclados con deseos, y
muchas ganas de agradar al público que los sustenta a todos ellos.
Sin embargo, nada se
resuelve, y tampoco parece que algo será resuelto próximamente.
Si tuviéramos que hacer caso
al Presidente del Gobierno español, un señorito, licenciado en derecho, que
balbucea respuestas ante preguntas sencillas o a cualquier otro miembro de su
afamado Consejo de Ministros, pensaríamos lo mismo que Astérix: “estos romanos
están locos”.
Pero, por contra si oímos a
los independistas catalanes también tendríamos que pensar que parecen haber
resuelto el misterio de la piedra filosofal, y por ende, como buenos
alquimistas, también hallaron la forma de convertir el plomo en oro.
Bueno, algo así. Aunque no
necesariamente así. Porque España, tierra de conejos, es ancestralmente un país
de tribus. Como todos. Aquí cada cual parece querer hacer la guerra por su
cuenta, y evidenciar que todo español, catalán, gallego o vasco, lleva en si el
gen del cura, del médico, del seleccionador de fútbol, y la solución de todos
los problemas.
Si escucháis a Margallo
comprenderéis lo que digo. Si oís al catalán que actualmente es Ministro del
Interior podéis entrar en trance, pero si ahora cambiáis el dial y sintonizáis
Radio Cambalache podréis comprobar que ni Mas ni Rajoy están a la altura de las
circunstancias.
Porque Rajoy pactó con Mas
lo que le convenía todas las veces que le hizo falta, y el President catalán
estuvo conforme con hacer de puta siempre y cuando los de Madrid pagaran la
tarifa pactada.
Pero, la escalada siempre
continúa, y ahora negocian un “griego”. Lo que no se sabe es quien va a dar por
culo a quien.
Esta es a la orgía a la que
invitan estos dos. Un par de imbéciles con muchas ganas de joder.
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