A Dios no lo entiende ni dios.

Azuzado por el dato de que Adán, nuestro primer tátara, vivió novecientos treinta años (930), consulto a san Google que todo lo sabe: ¿cuántos años vivió Eva? Y san Google, patrón de todas las respuestas, contesta como lo haría cualquier mal estudiante: ni puta idea.
La cosa se antoja altamente descompensada, porque si uno fue tan longevo, y de la otra nada se sabe, habrá que concluir que, por el bien de la Especie (nosotros somos la especie), y siempre con afán reproductivo, que Adán tuvo que conocer a otras mujeres. Nada de fornicio y vicio. Sexo reproductivo, y punto.. ¿Y dónde las conoció si no había ninguna otra mujer sobre la faz de la Tierra? A saber, la Biblia no lo aclara.
La Biblia dice cosas y las argumenta mal. Le echa imaginación pero va dejando un reguero de incógnitas a poco que te sumerjas en su lectura.
Y se supone que La Biblia debería ser el libro más leído a tenor de lo vendido. Pero… vete tú a saber. Quizá si o tal vez no. ¿Vosotros lo habéis leído o sois más de los cuentos de Calleja? Puede suceder que La Biblia sea un “pongo” onírico-literario y que su función sea la de adornar el cajón de las mesillas de las pensiones americanas.
El libro sí dice, sin embargo, que cuando Adán y Eva fueron expulsados del edén (así llaman los culturetas al Paraíso), todavía no tenían descendencia.
Cuando se instalaron en un ¿adosado? de los suburbios empezaron a procrear. No había tele. Vinieron al mundo Caín y Abel, y con ellos aparecieron las desgracias.
Un día Caín le hizo un regalo muy bueno a Dios, y a Éste el presente no le gustó ni un pelo. Después Abel le llevó un souvenir de los chinos al Creador y Éste sonrió. ¿Por qué? Porque Caín era malo y Abel bueno. Antes estas cosas Dios las miraba mucho. Y no como ahora que anda distraído con tanto Smartphone, Tablet, y ordenador. El caso es que Dios le cogió ojeriza a Caín. Caín se radicalizó. Una buena mañana que despertó de más mala leche de la habitual, apioló a Abel.
Sucedió el primer asesinato de la historia de la humanidad, según el tocho bíblico.
Nadie detuvo a Caín, no había cárceles ni jueces. Caín el malo, el asesino, siguió con su vida tan campante. Es más: tuvo un hijo al que puso el nombre de Henoc. Pero, ¿con quién engendró Caín a su hijo? Silencio. El asunto se vuelve sospechoso, porque si lo pensáis os daréis cuenta de lo siguiente: si la Tierra estaba despoblada, si las única mujer que existía era Eva, la madre de Caín, ¿tenemos que pensar que Caín tuvo un hijo con su madre o es que, como insinúa La Biblia, Caín tenía hermanas y se lo montó con alguna de ellas? A saber. Pero si lo que se cuenta en el Libro Sagrado es cierto, que seguro que lo es, estamos ante el primer incesto de la historia.
O sea, Caín era un personaje pernicioso. Malo, ruin, asesino e incestuoso. También era un incomprendido y un mal hablado, porque él parece ser el autor de la famosa frase: a mí no me entiende ni Dios. (Los hechos parece que le dan la razón).
Pero en realidad las cosas no son lo que parecen. En este caso no. Pensarlo bien. Porque, ¿qué culpa tuvo Caín en toda esta historia?
Reflexionar sobre lo siguiente:
Si Dios es omnipresente, omnisciente y omnipotente, ya lo sabía todo antes de que nada sucediera. ¿Por qué lo permitió? ¿Quién es realmente el malo de esta historia?
¿Acaso malo no es “algo” o “alguien” que sabiendo que va a suceder algo atroz no lo impide?




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