Soy consciente de lo
desafortunadas que pueden ser estas palabras, pero hoy quiero participaros algo
que vengo observando últimamente. Advierto: no siempre es así. Hay casos y
casos igual que hay personas y gente. Pese a todo sigo adelante y planteo la siguiente
pregunta: ¿los que se compran un coche
marca BMW son gilipollas o les dan el carnet de gilipollas al matricularlo?
Porque yo no sé
vosotros, pero cada vez es más frecuente que yo me encuentre con gente así,
afortunados poseedores de un cacharro con ruedas de esa marca haciendo el
gilipollas. Julandrón máximo que diría una ínclita rubia. La observación
continua del fenómeno me dice más. Me dice que cuanto más caro es el coche peor
equipado viene. Carecen de intermitentes, y no sólo es eso. Los afortunados
poseedores de uno de esos trastos tienen a bien el pararse donde les sale de los
pelendengues, sin avisar y sin ni siquiera tomarse la molestia de poner los
cuatro intermitentes de urgencia (claro, ya deducía antes que no deben de
tener), y de aparcar en el medio de dos plazas de garaje. ¿Por qué? Porque el
mundo los hizo así: unos perfectos gilipollas.
También es de resaltar,
no hay que hacer de menos a nadie, a los agraciados/as dueños/as de un coche
Mercedes. Por cierto, ¿los regalan? Si el poseedor de uno de estos artefactos
ya han alcanzado cierta edad tienen más peligro que los del BMW. Giran donde se
les ocurre, van por carreteras donde se puede conducir a ochenta a treinta, y
como oses darles un bocinazo son capaces de armarte la bronca de tú vida. Una
vez que alcanzan el paroxismo orgásmico que otorga el ser un/a mal/a follá te recuerdan que tú no sabes con quien estás hablando, y
te mandan a hacer puñetas imbuidos de generosidad cristiana.
Son especiales aunque
no sean los únicos, porque a este binomio de Newton se le une los flamantes
hipotecados en un Audi. Otra especie.
Estos son distintos.
Corren que se las pelan, te adelantan en sitios imposibles y cuando llegan a
meta te han sacado la friolera de cincuenta metros de ventaja. Son ellos, los
amos de la carretera, los Fernando Alonso de todo cien pero con Audi. Son unos
fenómenos. Para que os hagáis una idea: los del Audi son como los del BMW y los
de los Mercedes pero en plan estiloso. Porque… hay que reconocerlo: lucen bien
sentados en sus asientos de cuero, detrás de sus gafas de sol y cantando por lo
bajini: soy un macarra, soy un hortera.
Voy a toda hostia por la carretera.
Estos sí que son unos putos Ilegales y no los que cantaban
esa canción.
Claro que habrá quien
piense que lo mío es envidia. Podría ser, pero os aclaro algo: tengo defectos
de cojones pero el de la envidia me es ajeno.
Y es que: soy raro.
Raro, raro de cojones.
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