Casi puedo escuchar su
tono de soflama y el arrastrar de la última palabra, cuando Maduro cuando le
dice a Felipe VI: “ponga orden en el
racismo y el fascismo de la derecha española”.
El dirigente caribeño,
líder de una de las naciones más ricas del mundo y en la que sólo viven bien
unos pocos, no parece saber que a Felipe VI, en España, más que nada lo tenemos
de adorno.
Es un “pongo” la
mayoría de las veces, y un adorno caro siempre.
También lo tenemos para
estrechar manos, leer discursos y enviarlo de vez en cuando a misa de doce a
que lo retraten a él y a su familia.
Otra cosa es lo de su
mujer, claro. Su esposa, aparte de mujer y de asturiana, también es una roja de
boutique; y entre elegir un buen colegio para sus hijas y tratar de llevarse
bien con sus cuñadas, se le va el día. Por eso, como buena subversiva, reclama
para sí y los suyos, findes por Europa adelante en los que tener ocasión de
lucir modelitos marca España y lánguidos cagarrutos.
Por tanto, Maduro, como
sé que estás demasiado ocupado para enterarte de algo, hoy me dirijo a ti para
aclararte lo del Psoe, lo de Campechano y todo aquello que sea menester.
No te asustes, lo sé.
Es un lío de cojones, pero alguien tendrá que esforzarse un poco y tratar de
explicarlo, de explicártelo.
A ver si te enteras,
hombre.
Verás, en España existe
un partido, Psoe, que tiene un problema con el liderazgo. Tenían a uno y los
mandamases del partido lo echaron de jefe porque no daba el perfil. Sin
embargo, estos mismos mandamases creen que el perfil ideal lo da otra persona. Pero
para rematar el cuento y hacer la historia creíble se presenta otro. La cosa se
convierte en un trampantojo. Miras y parece democracia, pero…. El lío de
trileros está montado.
El defenestrado, Pedro
Sánchez, sale lenguaraz y empieza a repetir ripios por aquí y por allá. Que por
mayo era por mayo, cuando hace la calor, cuando canta la calandria y entran los
campos en flor. El romance del prisionero. Y así se pasa todo el día,
declamando. El argumento, aunque cierto, resulta cansino.
Por otra parte, está
ella, la elegida de los dioses. Susana Díaz, presidenta de la comunidad
autónoma de Andalucía, donde el mayor logro es estar igual que cuando empezó la
democracia, de últimos. Primeros en paro y primeros en todo lo malo en que se
puede ser primero. Ella, sin embargo, dice tener la solución a todos los males
del mundo mundial, incluidos los del Psoe, y estar dispuesta a sacrificarse y a
ser primero secretaria general, y después presidenta por el bien de los
españoles. Recurre a la épica, y ayudada por ese cantante de juglería con museo
propio que es Felipe González, le recuerda a Pedro Sánchez: “ni siquiera Felipe González confía ya en ti”.
Ozú con el pedazo de argumento. Sólo faltó un Viva España, y un olé sentido
para darle mayor convicción al asunto.
Y entonces, entre el
medio de estos dos, surge el tercero en discordia. El pelotari vasco. Serio,
sensato y repartiendo mandobles y tics en una sola dirección: en el careto
estúpido y anodino de Pedro, quien lejos de revelarse y contestar con un “tú también, Bruto” optó por contestar
las preguntas de parvulitos que el otro lanzaba.
Como es natural, y
después de escuchar el sesudo debate del que la mitad de la prensa da por
ganadora a Susana Díaz y la otra mitad a Patxi López, leer lo de Maduro casi
que no desentona.
Es más, incluso diría
que si Maduro fuera español también estaría luchando por alzarse con la secretaría
general del Psoe. Porque, si a su nivel más que sobrado, unimos su gracejo
caribeño y ese arte que tiene para no enterarse de nada, está a la altura de
cualquier Susana de la vida, del ínclito Patxi e incluso del mismísimo Pedro.
Porque, para mí, que
estos tres no se han enterado de nada y de que están en el mundo porque en el
mundo hay de todo.
Incluidos todos los
imbéciles mentados en este post.
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