Yo no sé si lo sabéis,
pero lo de Rato va bien. Porque, ¿os acordáis de Rato, verdad? Sí, Rato, aquél
tipiño del que el felonita Aznar dijo que había sido el más mangante de entre
todos los mangantes que la economía española tuvo jamás de Ministro de la
Mangancia. ¿Os acordáis ahora de quién os hablo? Pues eso, que lo sepáis, lo de
Rato va bien. Muy bien. La estrategia procesal funciona. El tiempo pasa y los
plazos se consuman. Funciona requetebién. Aunque siempre hay plan B, y si no se
pasa el plazo se olvidan de un auto, de una providencia, de alguna diligencia.
O sea, de algún papelorio. Tienen recursos. Así que, lo de Rato va viento en
popa y no corta el mar si no vuela semejante malandrín. Va tan, pero que tan
bien, que a Rato no lo espera en la pensión El Sopapo ni Dios. Joder, qué digo.
¿Dios? Perdón, disculpas que dicen los ateos o vete al carallo que decimos los
agnósticos, ¿cómo va a ir Rato a la cárcel siendo lo que fue: semidiós,
pariente del Dios de los Felonita, Aznar? Ni aunque fuera mangante, ni siendo
un estafador de baja estofa y alta alcurnia, Rato iría a la cárcel. Porque, los
amigos de los dioses semidioses son. Es sabido. ¿O acaso os creíais que Rato es
igual que Ignacio González o el hermano de González o la hermana de González?
No, Rato es Rato. Otro nivel, Maribel. Rato es un buen hijo, y como todo buen
hijo mejoró la raza. ¡Yupi! Y si el padre era ladrón y estuvo en la cárcel,
pues el hijo, no. ¿Os dais cuenta de la mejora? Un avance para el mono, un paso
atrás para la humanidad. La famosa evolución de las especies versión Rato. El
hijo mejora la plusmarca del padre; y si Franco, que era un cabrón, metió en la
cárcel al padre, Mariano, que es un marinero, no tiene bemoles a hacer lo mismo
con el hijo. Al fin y al cabo qué gana haciendo justicia, ¿qué le llamen
justiciero? Eso no da dinero, y poderoso caballero es don dinero. Dame din y
dime don. Además Rato sabe mucho. Sabe mangar, desfalcar, estafar, prevaricar.
Y encima es plusmarquista mundial en lanzamiento de cohecho. Es un hecho. Ay,
qué rico, un cohecho. Una evidencia, un frenesí. Pero como el mundo es sueño, y
los sueños, sueños son, Rato no entrará en la cárcel porque los horarios no le van
nada bien. Al fin y al cabo, ¿qué va a hacer Rato en la cárcel, dar por culo?
Caray, para qué tanto gasto. Con lo bien que se le da hacerlo fuera. En fin,
que la cosa está cantada. Rato no entra en el trullo ni por una apuesta, aunque
te esfuerces más que un chino cagando. Que no, que no lo verán nuestros ojos.
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