A mí no me adoctrinaron, no.


De ninguna manera. Porque cuando yo estudiaba (si es que alguna vez hice tal cosa), en España gobernaba Franco. Franco, Jefe del Estado por la gracia de Dios. Lo ponía en todas las pesetas. Pero, a mí, no me adoctrinaron. Qué va, no seáis mal pensado. Yo tuve que estudiar FEN (Formación del Espíritu Nacional) porque sí, para no adoctrinarme. Tampoco nadie se molestó a enseñarme Lengua y literatura gallega, y sabéis por qué, pues porque si no quieres caldo te dan dos tazas. En vez de eso me obligaron a memorizar la lista de los reyes godos y descubrí que uno de ellos se llamaba Wamba, así… con dos adoctrinamientos; y también, para que no anduviera escaso de cultura por la vida tuve que aprender también de memoria la lista de los ministros que tenía Franco en 1.970. Claro que después, si lo pienso bien, me sirvió de mucho la cuestión. Sobre todo para saber que López Rodó un joven, por aquella época, listo, emprendedor y con cara de marsupial era el encargado del desarrollo español. Claro que, ahora que lo repienso, si los fabricantes de bambas eligieron llamarlas Adidas, Puma o Nike…, en vez de escoger el más lógico que es Wamba, la cosa no fue por falta de iniciativa, fue por falta de cultura. A ellos, como eran extranjeros, y además reincidentes al vivir fuera, desconocían la lista de los reyes godos, visigodos y hasta cómo se llamaba la madre que parió a Viriato. ¡Cuánta incultura! Por tanto, quede claro al menos un par de cosas en este caso: los extranjeros son unos incultos y López Rodó fue ministro hasta, como bien informó La Codorniz el burro de López, Rodó. Así que, por hoy termina este breve predicamento, aunque eso sí, otro día y si queréis os hablo de eso que los ilusos entienden por adoctrinamiento. Pese a todo, me pregunto: ¿sabéis de algún país en el que sus gobernantes no adoctrinen a los niños, a los hombres, a las mujeres o a los mayores? Y aunque, yo creo, que la respuesta ya la dio el eminente literato que es Bob Dylan cuando cantó aquello de Blowin in the wind, a lo peor va a ser verdad y la respuesta flota en el viento. Aunque, para viento, viento Lo que el viento se llevó. Esa sí que fue una borrasca. Y lo demás, florituras. Qué escenas, qué diálogos; porque quién no se acuerda de “francamente, querida, no te entiendo” o de aquella no menos mítica que decía la oronda mucama negra (uy, disculpas, de color) de Escarlata O`hara: “para estar guapa hay que sufrir” y después tiraba de los cuerdas del corpiño de su señorita mientras de la sufriente fluían los gases. Yo no sé, pero tengo entendido que así empezó el adoctrinamiento en tontería, en bulimia y en anorexia. Pero claro, cuando Hollywood adoctrina, adoctrina de verdad y no como estos gazmoños que adoctrinan en plan aficionado. Y de la misma manera que ningún español o española besa por frivolidad, tengo que decir y lo digo sin reserva alguna que a mí sí me tienen que adoctrinar pido que lo hagan a besos, y no dándome con la regla en la mano por la única razón de que al único godo que recuerdo sea un tal Wamba. Sin desmerecer, que conste, a Chindasvinto. Ese rey frustrado, que incómodo ve como sobre su tumba pisotean todo tipo de  zapatillas y ninguna se llama como debería de llamarse. Para terminar, como decía aquel personaje de Apocalypse Now, el coronel Kurtz estamos ante: “El horror, el horror”. ¡Ay, si Joseph Conrad levantara la cabeza! Formaría pareja de hecho con el visigodo Wamba. ¡Menuda par de incomprendidos!

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