La danza de la lluvia.

                                                                                                 Foto sacada de El Español

Los agricultores sacan los santos a la calle: comienzan las rogativas antisequía.

Acabo de ver ese titular en El Español, el periódico de José Pedro, y me he quedado turulato.
O sea, a ver si lo entiendo. ¿España no era un país avanzado y nuestra sociedad no era laica?  ¿Y si es así, porque nadie protesta por el hecho de que para tener un día festivo tengamos que conmemorar a un santo? No sé, es raro, ¿no? Claro que, cuando conviene aparcamos la laicidad en aras de un buen puente.
Los ciudadanos celebramos el día de la Inmaculada Concepción, la Navidad, San José, Corpus Christi, San José, San Juan, Santiago Apóstol… ¿sigo? Y lo hacemos con dicha, alegría y alboroto. Se sabe que, los más derrochadores viajan. Sobre todo los de Madrid. Tan es así, que si no vas hasta el fin del mundo y no ves a una familia o a un grupo de madrileños orneando por esas calles, se podría decir que no has viajado. Y es que, están en todas partes. Porque también se sabe, que el madrileño, ese que tanto presume de ciudad, en cuanto tiene ocasión coge el portante y se va con la música a otra parte. Por tanto, si dijéramos, que ni la molestia en el decir nos tomamos, que el madrileño es alguien que gusta de deslocalizarse a sí mismo, tampoco estaríamos exagerando un ápice.
Pero hoy, domingo, El Español, el periódico que perpetra José Pedro, tiene a bien informarnos de lo emprendedores que vienen siendo los agricultores. Gente aguerrida, sin duda; y gente por la cual manifiesto mi agrado. Son vitales, necesarios para la vida. Sin ellos no tendríamos ni una mala berza, ni una buena fruta, que llevarnos a la boca. ¡Viva la agricultura y por ende los agricultores! Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva, los pajaritos cantan y las nubes se levantan. Que sí, que no, que caiga un chaparrón por encima de las calles de Corcubión. Antes cantabas eso y llovía. Ahora, no. Ahora todo anda del revés.
Y es que algo parece que está pasando. ¿Pero qué? Pues unos hablan de la evidencia del cambio climático y otros apuestan por seguir haciendo millones, por silbar y por mirar a otra parte. Lo malo es que los que dicen estar preocupados no hacen nada, y lo peor es que el que está en situación de hacer algo todavía hace menos. Prefieren el dinero, al fin y al cabo en cien años todos calvos y, por tanto, más vale acumular billetes y dejar recursos suficientes a las generaciones venideras para el estudio de la alopecia.
Claro estando en esta tesitura, y copiando la iniciativa de los bienaventurados agricultores, los del Pp y esa banda de palmeros que les acompaña en su gira de bolos con el nombre de “constitucionalistas” unos días y “unionistas” el otro, imitan la ocurrencia de los agricultores y reparten entre sus fieles votantes estampitas del Demonio Puigdemont, mientras ellos siguen haciendo abluciones y entonando rezos que dicen: “a Dios rogando y con el mazo sigo dando”.
Creo que era sí, y si no lo era que me disculpen los agricultores. No quería compararles, ni por lo más mínimo con los del Gobierno ni con sus palmeros. ¡Todavía hay clases!


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