1.
Mediante el dinero del estado Español,
en función del número de escaños obtenidos y de los votos.
2.
Mediante donaciones.
3.
Mediante las cuotas de los afiliados.
4.
Recientemente Podemos ha inventado una
forma de financiarse pidiendo dinero prestado a sus simpatizantes a interés del
0 % y devolviéndolo cuando recibe el dinero del Estado por votos recibidos.
Todo lo hace a través de su página web, lo llaman microcréditos.
5.
Mediante créditos con los bancos.
Uno de los problemas
que tenemos en España, y no es menor, lo causa la financiación de los partidos
políticos. Más concretamente la que, más arriba, aparece como segunda
modalidad: las donaciones.
Esta modalidad, la donación, se nutre de las aportaciones
que los empresarios amigos hacen al
partido de su conveniencia. Y lo que hasta ahí podría ser soportable y
comprensible se agrava porque, como es natural, el empresario amigo no aporta dinero por nada. A cambio desde el
partido se ofrece a los generosos donantes contratos y componendas surtidas
que, a menudo infladas e incluso escandalosamente muy infladas, reportan
comisiones que después se parten y reparten entre ellos, generando dinero negro
con el que pagan campañas electorales, reformas de sedes, francachelas y sobres
a repartir.
Una vez identificado el
problema, y sabiendo que las donaciones se
usan de forma espuria en muchas ocasiones, nuestros dirigentes deberían de
actuar y tomar cartas en el asunto para resolver ese problema.
Ninguno lo hace.
Nadie dice nada.
Todos hablan de la
financiación de los demás y de las malas prácticas ajenas pero nadie habla de
las propias.
Todos están calladitos
con el tema de las donaciones.
¿Vosotros sabéis de
algún partido político que haya propuesto eliminar el epígrafe donaciones?
Yo, tampoco.
Muerto el perro muera la rabia, ¿no?
Pues no, nadie quiere
matar al perro. Todos prefieren seguir con la rabia.
Claro que el problema
también podría ser solventado de otra manera.
Hay una institución
llamada Tribunal de Cuentas encargada de auditar esas cosas. El problema es que
el Tribunal de Cuentas se usa como adorno, de que sus integrantes provienen de
los partidos políticos y de que actúan con tal parsimonia que cuando se enteran
de algo, el algo acaba de prescribir. ¡Qué casualidad!
Y así no hay manera.
El Tribunal de Cuentas
está de adorno y para dar cobijo, además de buenos sueldos, a unas personas que
auditarán las cuentas del 2016, con suerte, en el 2020.
O sea, como siempre y
como en todo: celeridad máxima.
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