Y se miraron mal...

                                                           Foto de eldiario.es

… y se dijeron cosas. Y después, cada mochuelo volvió a su olivo. La estatua silabeó la espumilla habitual, se escudó en la disculpa de siempre del y tú más, alternándola con un sentido y tú también, y se marchó a hacer el ridículo por los caminos habituales. El mundo sigue igual, tormenta tras tormenta, y la calamidad y la porquería oculta sigue bajo mullidas alfombras voladoras con destino a Suiza. De lo sustancial, nada. Para qué, ¿perder el tiempo? Ni un minuto tienen algunos para reparar tales desgracias. No existen. Vivimos en el reino del no sé y nos sentamos sobre un no me consta. El gachó sigue vivo. Guillotina claman muchos. Garrote vil unos pocos. Y entre condena a muerte y condena la estatua sigue escupiendo cuando silabea su discurso. Es un buen orador, ¡quién lo duda!, pero es bueno porque le aplauden todos los eunucos del periodismo. O sea, media España. Aquel que está contra mí, está contra España. Sentido común de baratillo. Locura desatada por el dinero. Avaricia y componenda con el sablista habitual. Invierte, si sale mal le rescato. ¿Capitalismo? Venga ya, economía de timo de estampita. Lo único decente y sólido que hay en el Congreso son los leones que lo guardan. Lo malo es que uno nació capado y lo malo es que los dos miran, pero no ven. Para qué. Para lo que hay que ver, mejor tampoco oír. Desastre de país, oiga. Uno de los partidos nuevos, hay dos, dice cosas antiguas. Liberalismo, a buenas horas mangas verdes. Lo que quieren es lo que todos, la cartera. Los que gobiernan les hacen caso a la hora de la engañifa y después si te he visto no me acuerdo. Pero, ellos qué, ¿qué hacen? ¿Acaso poner la mano es hacer algo? Desde cuándo, claro que sí. Política ausente, ciudadanos secuestrados y como paladín el hombre coleta. ¿Credibilidad? No parece. ¿De qué hablamos, entonces? ¿De lo bien que escupe la estatua, de lo bien que se aprende el argumentario, de qué, de lo bien que recita la cantinela subido a la palestra? Tal vez. La estatua ahí sigue. Silabea, escupe perdigones de babilla y se adorna con una sinfonía de mentiras. Crecido, y con el dragón del Estado de Derecho escupiendo fuego, brama contra los caminantes blancos del independentismo. Los muertos vivientes. Los combate haciendo lo mejor que sabe hacer, haciéndose la estatua. Envía a la vicetiple miniyo a parlamentar a las fauces del lobo y en un arranque de iniciativa ésta alquila oficina más allá del muro. La Casa de los Catalanes, delegada de la Corona de Aragón, mira para otro lado entretenida como está en hacerse un casteller. Coletas duda, lo cual demuestra que existe. Filosofía básica de la explicación. Pero el reto está ahí. El Estado tiene máquina y la usa, los Caminantes Blancos se amparan detrás del resucitado dragón de San Jaime, y la casa sin barrer. Los problemas se acumulan y las barreras arquitectónicas que usa el Estado contra la sociedad se multiplican. Veinte mil cuerpos policiales después se organizan homenajes. Se instaura el día internacional del homenaje a alguien o a algo, y las nóminas se disparan según donde vivan los mangantes. Hay que captar personal, y el independiente está mejor pagado con el dinero que es de todos. Hipocresía y leyes a gogó. España es moderna; ya no se emborracha con sol y sombra, lo hace con decretos leyes. El mundo es así, conviene adaptarse y regalarse unas plusvalías. Y como vale todo, también sirve tener como presidente, aunque sea de gobierno, a una estatua que silabea y que escupe al recitar.

O sea, viva España y los alrededores en los que da la sombra.

"No tinc por" (No tengo miedo).

                                                                           Foto de El País

La verdad, no me entero muy bien. Creo que es normal, es verano, ando por ahí. Entro, salgo y vuelvo a entrar. Vida de playa, bermudas y zapatillas. Estoy relajado, más tranquilo que Amancio y va y sucede.
Volviendo a casa escucho en la radio unas declaraciones del actual alcalde de Vigo, Abel Caballero; un tipo que, por cierto, ya fue ministro en el siglo pasado con Felipe González y que anunció la llegada de la alta velocidad a Galicia en 1993 (casi acierta, aún están en ello), hablaba el buen (que no bueno) Abel no de no sé qué a cuánto de no sé qué nada. Peroraba que había ido a la manifa que ayer se celebró en Barcelona a expresar su solidaridad con la alcaldesa y con el ramillete de concejales que por allí había.
Y claro, uno que está relajado y ocupado en otros menesteres, nota como el croar de esta bancada de batracios le sube la bilirrubina.
No es para menos, estamos en verano y los cantantes de antes se han visto sustituido por la pléyade de cantamañanas de ahora. Porque, Abel, si quieres solidarizarte con la alcaldesa y con los munícipes, tampoco hace falta que te desplaces, hombre, envía un watsap y asunto concluido. Ten en cuenta que también puedes hacer una llamada gratuita, la oferta incluye video –llamada, y que incluso, puestos a desesperar a los prójimos ajenos, puedes llamar por teléfono fijo o a cobro revertido. Pero, ¿ir? Ay, no sé, no sé. Para mí que eres un poco gastón, además de jeta y aprovechón.
Claro que, puestos en estas circunstancias, lo que habría que preguntarse es: ¿cuántos Abeles Caballeros fueron ayer a la manifa de Barcelona?
Creo que ante casos así, casos que se podrían tipificar fácilmente como de Craso Morro, debería de actuar Montoro, o al menos una sección especializada de acólitos de la Agencia Tributaria, y reclamar a esta recua de batracios solidarios y en general a todos los que viajan a portes debidos, la cantidad íntegra de lo invertido en publicidad.
Porque, ¿a alguien le importa que el alcalde de Vigo asista o no asista a una manifestación en Barcelona? ¿Es realmente necesario semejante acto de autopropaganda?
Claro que, como estamos en verano, y los asquerosos chiringuitos de playa están a la última en cuestión de cagaleras, florecen las ladillas hasta alcanzar su máximo esplendor. Y es por ello que, entre tanta poza y lodazal, los neutrinos se sienten obligados a expresar sus ponzoñas y prueba de ello es que a tal fin utilizan el dinero de los demás.
¿O es que acaso alguno pagó el billete de su bolsillo o a alguno le dieron un bocata de chope y 200 pesetas de ayuda para la ida y la venida?

Va a ser que no, estos jetas son más de alimentarse con caviar y muslitos de langosta. Menú solidario. 

De bolardos y con palo selfie.

                                           Foto sacada de Google

Que la Autoridad siempre aprovecha las desgracias es un hecho, de por sí, desgraciado. Lo vemos una y otra vez. Suceda lo que suceda, bueno o malo, ellos no van a faltar nunca. Se tienen que hacer fotos. Retratarse con víctimas y con creyentes de todo tipo. Con almas cándidas, desorientadas y sumidas en el estupor y la incredulidad que debe ser víctima de la barbarie. Ante tan inopinada situación, se presenta el encargado del protocolo de alguien y dice al oído del sufriente: Oye, fulanito, ¿sabías que ese chico tan alto y con tan buen empleo quiere visitarte, darte la mano y hacerse unas afotitos contigo? ¿Qué te parece, te animas y consientes o vas a ser de esos que van haciendo feos por el mundo? En el pack de la infamia, ese que envuelven en celofán de colores, también puede llevar incorporado el adminículo “parienta”. La bulímica sonríe mejor que nadie, y si está en horario laboral, de lunes a viernes, sonríe sin siquiera pedir el pago de horas extraordinarias. Sin embargo, sabemos de muy mala tinta que tanto ella como él reservan todos los fines de semana para disfrutar del ocio propio y para irse a Molembeek a darse un voltio y conocer nuevas culturas. Esta clase de gente solidaria, que cogen vacaciones extraoficiales para recuperarse de las oficiales, y que son famosos por ser capaces de hacer el memo en diferentes idiomas y escenarios, ora sobre la cubierta de un yate, ora sobre unos esquís recién bruñidos, son famosos por la misma razón que lo son las sanguijuelas. Chupan todo y se fotografían con todo lo que les convenga. Allí donde hay un flash están ellos al quite. Brindan chicuelinas a su público, leen discursos escritos con pluma de corsé, y con buen ánimo y con la sonrisa por bandera, ofrecen a los parroquianos rondas de tontería hasta el desmayo. Sus equipos de marketing les dicen dónde y a quién sonreír, a quién estrechar la mano y a quien palmear el hombro. A veces, saltándose el guión con desparpajo, se acercan a algún viejecito a punto de espicharla y después de acariciarlo se desinfectan convenientemente las manos. Los días más exagerados incluso se duchan por aquello de evitar contagiarse de virus populacheros. ¡Por favor, qué asquito tan grande! Después, retornan al calor de sus hogares como hace todo el mundo: en avión público. ¿Acaso tú no viajas así? Y así, con el dinero de todos y 2.000 fotos después, el día de autos se convierte en álbum de despropósitos que la prensa vende con mucho rigor.
Resulta cansino ver siempre la misma película y saber cómo acaba el folletín. Porque, ¿en ésta no salía, también, un león al principio?
Siempre igual.
¿Y por qué no aprovechamos y usamos a esta recua como bolardos y les metemos un palo selfie por donde sea menester?

Al fin y al cabo, ya está bien de ver siempre al pobre Colón enseñando el dedo con cacola. No estaría de más reforzar la seguridad con uno de estos gaznápiros. Los “guiristas”, variedad de turista ponzoñoso, estarían encantados con la novedad.

Clave de bóveda.


La pregunta que los independentistas catalanes quieren hacer en el referéndum es la siguiente:
¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente con forma de República?
La verdad, si fuera catalán respondería que sí. Como si estuviera en el altar: sí, quiero.
Pero como lo malo es que soy gallego, y por tanto español (al menos de momento), también respondo que sí. Sí, quiero.
Quiero ser español, soy gallego y quiero que mi Estado, además de independiente, tenga forma de República. Qué curioso, quiero lo mismo que un catalán. Eso sí, versión extendida de la película.
¿Lo entendéis o dialogamos?
Bien, dialoguemos. Estoy en desacuerdo con la pretensión de independencia de Cataluña, y lo estoy por varias razones.
La primera no me fío, ni un pelo, de que los adalides de la independencia sean los representantes de la derecha más nacionalista y más casposa del territorio nacional. Además de ser corruptos, demostrado, y de ser capaces de pactar con Dios y con el Diablo en beneficio propio, atienden a sus intereses, se mueven sólo por sus intereses y no aportan nada, absolutamente nada, fuera del país catalán.
Las lágrimas de cocodrilo no aportan ni sal.
La segunda razón, y la que más peso tiene, es que cuando uno se quiere independizarse de alguien o de algo debe presentar un plan de negocio viable. Preguntas como qué es lo que salimos ganando y en qué nos beneficia tal decisión deberían de ser de obligada respuesta y no quedarse en un mero ensayo de suposiciones. No sirven como aclaración las frases condicionales que empiezan por si. Si nos independizamos. Si cobramos nuestros propios impuestos. Si nos acepta la CEE. Lo condicional no explica nada. Y lo cierto es que, escuches a quien escuches, nadie sabe a ciencia cierta qué ganarían los catalanes si tal cambio se produjera y qué ganarían los españoles consintiendo.
Y la tercera razón, y tampoco menor, es que estamos asistiendo al timo de la estampita. Por un lado y por el otro. Lo vemos a diario. Todos los intervinientes en este sainete político de media capa abogan por el diálogo como única vía para solucionar el problema suscitado entre los mangantes que dirigen el cotarro. Hay que dialogar, dicen. Los unos y los otros, y después nada. No se sientan a dialogar ni a tiros, y como todo el mundo sabe, dialogar sin hablar es absolutamente imposible. Por tanto, los ciudadanos tenemos que soportar el resultado de la falta de diálogo y soportar la crispación que producen. Y todo por culpa de nacionalistas españoles y de nacionalistas catalanes que no son capaces ni de mirarse a las caras estando, como están, ocupados metiendo sus manos en nuestros bolsillos.
Sin embargo, a mí, encontrar una solución a todo este embrollo me parece de lo más sencillo.
Quiero lo mismo que los catalanes y estoy de acuerdo con los españoles. Estoy de acuerdo en que España, toda España, sea una República, y estoy de acuerdo con la unidad de España y de Cataluña por una simple razón. Nadie hasta ahora ha demostrado que la independencia de un país, miembro de un Estado, sea beneficioso para sus ciudadanos. Nadie.
El día que alguien lo demuestre cambiaré de opinión. Mientras tanto, por qué no negocian y llegan a un acuerdo  y hacemos de España una república. Al fin y al cabo, siempre será mejor llegar a un mal acuerdo que sacar la guillotina, ¿no?


Miniyo (Chabelita) y Neuroninis.


Sinceramente, yo prefería a los gepetos de estío invasores de Gibraltar que a esta nueva chusma emergente, pero como no soy yo el que decide tendré que conformarme y rendirme a la evidencia. El triunfo del imbécil común. Eso o apagar la tele, que también. Porque este verano se lleva lo mismo que se llevaba en invierno, lo mismo de siempre. Se lleva el tonto, color Tele 5. Y si el tonto, es tonto elevado al cubo y cuenta con tantos programas que amplifiquen sus tonterías, la tontunada está garantizada. Rango plusmarca.
¿Vosotros sabéis quién es Chabelita? Lo confieso, yo hasta ayer tampoco. Bueno, miento. Sí, sabía, pero no sabía. Lo que no sabía es que Chabelita, Isabel II, como también es mentada por aquello del linaje, tuviera algún tipo de interés. Al parecer lo tiene. Chabelita debe de tener un tipo de interés mayor que el del euríbor, digo yo, porque si no, no se explica. Porque si enciendes el televisor y pones la cadena mencionada, da igual la hora, seguro que están hablando de ella. Que si a quién se folló, o como diría Lucía Etxeverría con quién practicó sexo, como si el sexo y las pesas fueran lo mismo, que si está casada o separada o arrejuntada o si se va de viaje o que si vuelve del viaje o que si le bajó la regla…
Isabel II, la reina MIniyo. Ay, qué tiempos aquellos de otras Isabeles. Qué glamour, que desparpajo y cuánta idiosincrasia perdida. De Isabel Preysler a Isabel II de Pantoja. Lo que ha empeorado la cosa. De la reina del azulejo y también de corazones, a la hija de Mi Gitana, y el íncubo con papelón de papastro llamado Julián Muñoz, el Gil&babas. De aquellos fangos a estos lodazales. Como dirían en un programa de testimonios, de esos que hace poco estaban tan de moda, “se veía devenir”.
Y es que, según los de la cadena, los neuroninis, personas que sobreviven con dos neuronas, necesitan esparcimiento. Se les vende mierda en bote y consumen anabolizantes en vena. Los gimnasios se llenan de muchachos a la búsqueda de hacerse después un book que presentar a algún programa, y así poder hacerse célebres y ganar una pasta gansa haciendo lo único que saben hacer, el julandrón.
Âsumiendo esta tesitura, si un neuronini tiene la suerte de enrollarse con esta miniyo, de linaje reconocido, sabe que le ha tocado la bonoloto. Programas de televisión y desbarre a todas horas. Mejor que las drogas, y que el botellón, y mucho mejor (dónde va a parar) que trabajar doblando el espinazo en la recogida de la remolacha.
Ahora lo sabemos: la niña de Rajoy se llama Chabelita. Es hija de hija de gitana, de papastro corrupto, de profesión sus labores y comparte gallinero con las gallinas más ponedoras.

Ahhh, que me olvidaba, que dicen los ínclitos con empleo de tertuliano, que la niña es lista. Aunque, yo discrepo. No es lista, porque visto lo visto, y oído lo oído, esta niña es muy lista. ¡Sí!, y en este país hay demasiados neuroninis y viejoninis dispuestos a reírle las gracias a la primera ameba que le vendan.

..., Gaspar, Baltasar y se cayó.

                             Foto sacada de Google

A lo mejor es una impresión, una mala impresión, pero tengo la impresión de que en la izquierda española faltan personas y sobran cantamañanas. Falta gente que una y sobra gente que desuna. Falta proyecto y sobra ocurrencia. Faltan nuevas caras y nuevas ideas, y sobran antiguos caretos y ocurrencias agotadas. Es lo que hay. Predicar una cosa y hacer la contraria es muy español, muy de derechas y muy imitado por algunos personajillos de la izquierda.  
Una de las preguntas del millón que podríamos hacernos cuando pensamos en la izquierda, y más concretamente en alguno de los jetas que viven de ser de izquierdas es lo siguiente:
¿Pero, esta gente no se dará cuenta de que lo mejor que podrían hacer sería dedicarse a sus profesiones?
O también esta otra:
¿Qué tendrá la política para obnubilar tanto a algunas personas?
Y es que, si observáis lo que pasa en la política, tendréis que estar de acuerdo conmigo en que el esperpento y, por ende Valle Inclán, están en la cresta de la ola.
Viene todo lo anterior a cuento del nuevo partido político que acaban de presentar Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón, y la pregunta que inevitablemente se desprende de tal noticia es:
¿Para qué semejante ocurrencia?
Sí, para qué. Qué pretenden conseguir este par de dos. Claro que, si miras a los lados y ves a Jose María Aznar derrapando por la derecha, y a Felipe González intentando doblar esquinas por esa entelequia llamada izquierda, la pregunta que te haces es otra:
¿Es que aquí la gente no sabe jubilarse, callarse e irse a pescar? (Y que conste que lo de pescar sirve sólo a modo de ejemplo, también podrían optar por el más prosaico, ir a cagar).
No sé, porque todo esto es raro. Hay ocurrencias que huelen a naftalina: Actúa, Vox... Rancio que te quiero rancio.
Tanto Gaspar como Baltasar tienen profesiones. Uno es médico y el otro abogado. Por tanto, al que tiene oficio se le supone cierto beneficio. Sin embargo, ellos siguen erre que erre, empeñados en lo suyo. Y lo malo es que lo suyo es la irrelevancia, las ganas de tocar las narices, y el objetivo es estar en el machito al precio que sea y a costa de lo que sea. Salir en la prensa, acaparar atención y aprovechar el ruido mediático para sus menudencias (que de algo hay que vivir, oiga).
Gaspar, después de una larga ristra de fracasos en IU, ahora pretende dar lecciones y convertirse, porque sí, en la voz ética de la izquierda y del PC, partido que, por cierto, creía desaparecido.
El actual Secretario General, Alberto Garzón, le escribe una carta y sin siquiera alzar la voz, pone a Gaspar Llamazares en su sitio. Pero, como Llamazares es un experto en hacerse el sordo, en vez de escuchar lealmente la voz de su partido que le da de comer, prefiere entregarse a los brazos del otro Garzón, y juntos en amor y compañía retomar el camino que lleva a ninguna parte.
Conclusión: Crean desunión y encima echan la culpa de todos los males a los demás. Otro clásico entre los mea pilas.
Por su parte, Baltasar Garzón, un hombre más que amortizado políticamente desde hace décadas, y que nunca encajó en ningún lado, porque después de ser la estrella judicial que más brilló en el firmamento, después de ser carne de puteo para Felipe González, después de ser engañado por Bono y después de querer pasar por encima de todo el mundo, vuelve al ruedo de la política. De la justicia ya lo echaron en su momento. Y como no quedó escarmentado con su primera incursión ni los malandrines del Psoe lo hicieron ministro, se ha dejado convencer ahora, él y el otro idiota, por los que estén detrás poniendo los moneys (que alguien habrá) en la ocurrencia, y vuelve por sus fueros a hacer el chorras.
No sé, pero hay gente que una de dos:
O se aburren de cojones o no han oído hablar de la jubilación.
Lo cierto es que, sea por lo que sea, este par de chorras de inoportunos no pasan.

Pd. Adjunto link con la carta que el otro Garzón, Alberto, remitió a Llamazares a propósito de lo suyo y publicada por eldiario.es



La metamorfosis de Nador.

                                          Antes y después de NADOR.

Cuando Nador despertó una mañana después de un sueño intranquilo comprobó asombrado que se encontraba durmiendo en el tejado. Se había convertido en dragón mientras dormía. Asomó la pezuña en el alfeizar de mi ventana, para que lo sacara a hacer sus necesidades, pero al darse cuenta de que ahora contaba con la facultad de volar, se lanzó a surcar los aires. En el barrio nadie se asombró, aquella mañana Chachipén se había dedicado a practicar el vil fornicio con Tulipán en el interior del coche, que ella le compró, y la gente estaba entretenida con los prismátiacos. Con tanto éxtasis lo de Nador pasó desapercibido. Al fin y al cabo, dragones ya los veían en los capítulos pirateados de Juego de Tronos. Sin embargo,  a Nador, volar y no llamar la atención le pareció raro. Decidió vengarse. Puso el culo en ráfaga, tal cual bandada asquerosa de gaviotas, y dejó todo el barrio echo un estercolero. Cuatro lavados después, y viendo que la mierda corroía las carrocerías, los vecinos alzaron sus ojos al cielo en busca de ayuda celestial. En vez de eso, lo vieron a él, a Nador. Para lucirse y atemorizar al personal, Nador desplegó las alas e hizo un picado. A resultas de tanta pirueta, le entró hambre y para solventar tamaño apetito, una docena de niños se quedaron sin el bocadillo de chope que tenían de merienda. Le estuvo bien empleado, no haber pasado por allí. Nador aulló, aún no había aprendido a hablar, de satisfacción. Porque, aunque él es más de Nocilla, todo hay que decirlo, y siendo un perro, disculpar, un dragón, el chope le parecía un alimento inadecuado por asqueroso. Volvió a volar, fue hasta la playa de Santa Cristina y con la máquina go pro que llevaba instalada en el lomo me envió un enjambre de lorzas tomando el sol y dándose unas aguas. Lo llamé practicando el silbo gomero. Acudió presto a mí llamada. Me dijo que echaba de menos ser perro y que también echaba de menos dormir arrebujado en el sofá. En el tejado, añadió, las noches se hacen muy ventosas. No son de mí agrado. Además, se quejó, tengo antena pero no televisión. Le comuniqué que nada podía hacer yo para mejorar su calidad de vida, y me contestó que no me preocupara, que se ponía en mí lugar. Lo malo, y eso no se lo dije, bastantes problemas tiene ya, es que desde que a Nador le dio por convertirse en dragón, el ayuntamiento me tiene machacado. Están empeñados en que pague plaza de residente. Y aunque eso pueda parecer malo, que lo es, lo peor no es eso. Lo peor es que también quieren que recoja sus deyecciones aplicando el artículo no sé qué del reglamento no sé cuántos. Les argumento, eso no puede ser. En todo caso, cómo lo hago. Y siempre me contestan lo mismo, eso no es nuestro problema. Es problema suyo y como es problema suyo, usted es quien debe solventar el problema. ¡Tócate los bemoles! No sé, pero para mí que tengo difícil conseguir que alguien me haga caso. Como siempre. Ya me veo emplumado a multas y embargado hasta el fin de mis días. Y todo por culpa de tener un perro que un día durmió mal y se convirtió en dragón. No sé, pero para mí que La Metamorfosis es un libro basado en la historia jamás escrita de Nador. Claro que ese es otro desparrame de marca mayor.

Andrea Levy no vive en mí barrio.

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Lo aseguro, Andrea Levy no es la que pone sus blancas carnes al sol en mi barrio. Pero aunque no sea ella la que lo hace, y sí Hildita, que así se llama la que expone sus carnes blancas al sol, las dos son dos tienen algo en común, ambas son revolucionarias. Una, Andrea, es la revolucionaría del Pp. Lo sabe todo el mundo. La otra, Hildita, es la revolucionaria de mi barrio. Preguntarle al Windows si necesitáis referencias. Y mientras una dice que el Pp es un partido revolucionario, la otra es heredera de la mejor tradición parisina y sabe que debajo del asfalto siempre está la playa. Además, por si no os habíais fijado bien en las fotos, Hildita lee El Capital y Andrea no. Ella es más de amasarlo mientras discursea, no en vano se apellida como se apellida, y claro como tiene boca se equivoca. Como todo el mundo, pero ella se equivoca en plan revolucionario. Constatemos  pues el milagro. Conste que lo hace para no desmerecer a sus vecinos. Porque si Andrea tuviera como vecinos a Chachipén, a Tulipán o Windows, no diría las cosas que dice. ¡Qué va! Pero como ella se codea con Maroto, el de la moto, con Casado, el bien dado y con Maíllo, menudo pillo. Claro, no es lo mismo. No es lo mismo una cosa que otra. Lo sabe todo el mundo. Por su parte, Hildita, además de tomar el sol, lee. Practica el onirismo conscientemente. Y en eso se parece a Andrea, que se come entero el pollo y después escupe el hueso. Gente práctica. Cáspita, quién lo niega. A tal cosa no se atrevería ni Mariano, el Fidel de la derecha. Al contrario, Mariano aprovecha a Levy, a Maroto, a Casado y a Maíllo y fumando un puro canta: fumando espero…Momentos íncubos los tiene cualquiera. Aunque, eso sí, Mariano más. Hay que reconocerlo. Un presidente de gobierno, de cualquier gobierno, tiene derecho a disponer de servicio. Y como ahora, para ser del servicio conviene sacarse el título de algo, aunque sea de manipulador de alimentos, Levy, Maroto, Casado y Mahillo aportan el título de Jóvenes Fulleros. Por qué no adornarán con una bonita cofia sus orlas. Por cierto, el uniforme está muy demandado en las más altas instancias. Es un hecho. Traje de pilonero: aletas, gafas y tubo para respirar. Y, ¡a triunfar! Por el contrario, Hildita, lee, toma el sol y sueña con que está en la playa; y mientras el atajo de preparados habituales perpetran sus desfalcos, ella sueña con la primitiva, el euromillón y con hacerse turista y mirar por encima del hombro a los aborígenes. Los unos utilizan verbo, predicado y complemento directo como arma arrojadiza; la otra discute con Tulipán. No es lo mismo. La Levy sueña que es graciosa y lista y, efectivamente, es guapa (bueno, a mí me lo parece, qué pasa). Tiene tantísimo potencial que un día de estos, y sino ya lo veréis, la hacen ministra. Al fin y al cabo, si lo fue Leire, Pajín, Cospedal o Villalobos, cualquier imbécil está en riesgo de ser izado a tal peana. Además, los que aportan titulares sin querer son muy bien valorados. Fijaros, si no me creéis, en Wert las burradas que soltó, las que hizo y lo bien que le fue después. Causa y efecto. Hasta encontró novia con posibles el muy... feo.  Ahora están en Paris haciendo el chorras, qué si no. Sufriendo y paseando su amor por las orillas del Sena. Oh, la lá. Pues eso, eso es lo que dice la Levy: ¡Oh, la, lá! Y se le pone la cara soñadora. Yo no sé, pero casi que podíamos empezar a probar a hacerlo al revés. Empezamos jubilándolos y después, si acaso, los hacemos ministros. No sé, puestos a decir soplapolleces y ya que el Pp es el partido de los revolucionarios, lo mejor sería practicar la contundencia y deslocalizar a todo este hartazgo de chusma.




El barrio.


Como se pasa el día en la ventana no hay cosa que Windows no sepa. El problema, para los demás, que no para él, es que sólo tiene sabiduría de lo que ve, de lo que oye y de lo que imagina, porque si decimos que para todo lo demás es un zoquete, tampoco exageramos un ápice.
Pese a todo, y como vive en un bajo, Windows complementa sus escasos emolumentos gracias a la ventana.
De tal suerte que, si pasas por mi acera, por su acera, por nuestra y vuestra acera, lo verás. Seguramente también lo oirás, ¿Tienes un cigarrillo? ¿Me puedes prestar un poco de café? ¿Me traes de Alcampo unas cosillas?
Ese es Windows siempre eclético en sus postulaciones. Un auténtico fenómeno. Necesita de todo, acepta de todo y conversa con todo lo que se mueve. Tiene gatos que campan por sus respetos y da horas extras al barrendero con tanta colilla como arroja al suelo. Su televisor está encendido desde que se levanta hasta que se acuesta, apenas sale de casa y cuando sale va al bar. Dónde si no.
A su lado, puerta con puerta, vive Chachipén. Forma pareja con Tulipán, y si bien Chachipén anda mediando la cincuentena, Tulipan ya no volverá a cumplir 70. Su ocupación principal es beber, y su hobby los gatos.
24 gatos según el último censo. La calle, el trozo de espacio que ocupa su balcón, huele a pis, y las pulgas están organizándose para poner un circo.
Todo cuanto tipo de policía hay sobre la faz de esta tierra ha pasado a visitar a Chachipén y a Tulipán. Creo que lo dan en Primero de Policía. Vienen, observan, con suerte hablan con los interfectos, menean la cabeza y se van. Si alguien les pregunta algo se limitan a decir “nosotros no podemos hacer nada”. Ante lo cual, Windows que es un sabiondo y un poeta de balcón, contesta encogiéndose de hombros.
Pero, molestan. A veces molestan. Porque, beben y beben y vuelven a beber. Como si fueran peces en el río y como si la vida fuera un villancico. Y como una cosa siempre lleva a la otra, después de beber discuten. A voz en grito.
Todas las semanas Tulipán, que es muy suya y muy de tratar de usted a Chachipén, sale al patio de la urbanización y orea un decálogo de improperios. Del me cago en tu puta madre, al hijo de puta malparido, todo es insulto. Así un buen rato. A veces, a la fiesta se une algún espontáneo con derecho a frase. Entra al paño como un miura, se enredan en un rosario de insultos, hasta que alguien llama a algún cuerpo policial que, una vez personado en el lugar de autos, vuelve a constatar lo habitual: encogimiento de hombros y frase ritual, “nosotros no podemos hacer nada”.
Mientras tanto, los gatos se desperezan y corren detrás de la hojarasca, el vecindario se agolpa en los balcones a ver el espectáculo. El dúo trágico-cómico integrado por Chachipén y Tulipán va a hacer un bis. Los signos y señales son inequívocos. De repente, Chahipén, balanceándose, salta el balcón, se dirige a Tulipán y agarrándola de los pelos dice a voz en grito: “pasa para casa, pedazo de puta”. La policía ve, la policía oye y la policía vuelve a repetir: “nosotros no podemos hacer nada”.
Y vuelta a empezar. Windows ya está en su ventana, oficina de recaudación número 3, Chachipén y Tulipán duermen la mona juntos y 24 gatos cagan y mean en los chalés adosados de enfrente.
Son las ocho de la mañana, comienza un nuevo día y hace sol. Seguro que hoy baja Hildita a tomar el sol y a hacerse la intelectual.
Y es que, hoy puede ser un gran día.


Los primeros turistas, Adán y Eva.

                                                                         Foto sacada de El Comercio
Jamás y bajo ningún concepto justificaré la violencia. Aunque, a veces, la pueda comprender, no es permisible en ningún caso. Y menos que ninguno, para decidir quién es y quién no es turista. Hasta ahí podíamos llegar. Turistas somos todos. ¿O es que acaso alguien por el mero hecho de haber nacido en algún sitio es propietario de ese sitio? Así que, tonterías las justas.
Según Forrest Gump, filósofo y costumbrista, tonto es el que hace tonterías. Si aplicamos esta corriente de opinión, que aun siendo tonta parece bien fundamentada, habría que homologar a turista con aborigen. El turista hace tonterías y el aborigen, aplauda la gracia, o abomine de la misma, suele ponerse a la misma altura. Empatados. Como cantaban antes los ciegos que vendían cupones: dos iguales para hoy.
Sí, porque el aborigen, aparte de lo natural de su tontería y de creer que el nacimiento otorga derecho adquirido sobre la tierra, con el turista suele tener básicamente dos caras: la amable que extorsiona, y la quejosa. El que vive del turismo está encantado con los turistas, y los que soportan a los turistas están hasta el moño de tales hordas.
Y aquí viene lo raro, porque España desde que optó por hacer del turismo su industria motora, vive encadenada al turismo. Lo malo es que, al principio, el modelo elegido fue el turismo de masas, el de baja calidad. Lo que ofrecíamos, aparte de sol, toros y paella, no era nada del otro mundo. Costumbres rancias, pensamientos obsoletos e integrismo religioso. Claro que los inmuebles hosteleros no iban más allá de la fonda cutre o de la pensión de la Tía Paca. De aquel quiero y no puedo, que empezó cuando el burro de López rodó, como decía el chiste de La Codorniz, quieren pasar ahora al turista de élite. Lo malo es que la especialización en turista mochilero y peregrino es más que obvia. Sin embargo, como decía, ahora la Autoridad Incompetente aspira a otro modelo de turista. Acaban de descubrir que un turista común en EE.UU gasta cuatro veces más que en España por hacer lo mismo. Y como ahora aquí tenemos hoteles con más estrellas que el firmamento, fondas y pensiones para todos los gustos y apartamentos y campings para amantes de lo intrépido, se sienten obligados, ya que es lo único que crea empleo, a actualizar el modelo de turista antiguo y cambiarlo por el de la gallina de los huevos de oro. Pese a todo lo dicho, ponen poco empeño en la cuestión. Como en todo. Nuestra principal industria se sigue sosteniendo gracias a la avalancha  de borrachos, alborotadores y ruidosos que aquí vienen a deslocalizar sus flatos.
Ante lo cual habría que preguntarse, ¿si nuestra industria más puntera es el turismo, qué preferimos fabricar Rolls Royce o Biscúter? ¿Cuál es el modelo de negocio a seguir? ¿Tienen algo en la cabeza… hay alguien ahí?
Ahí está la cuestión.
También haríamos bien en erradicar al hostelero aficionado (en Galicia el problema alcanza cotas de epidemia) de la faz de la tierra. Podíamos hablar de la avaricia, de la mala praxis y de los robos de ínfima cuantía que practican algunos de estos aborígenes.
Cuento lo siguiente:
Parábamos el otro día (las cosas siempre suceden el otro día) en un bar. Diez y media de la mañana. Aforo completo. En la barra pedimos dos cafés y dos tapas de tortilla. Por favor. Tortilla no hay. ¡Caray, debe ser temprano! Vale, pues dos cafés. ¿Cuánto es? 2,20 €, contesta amablemente la chica que nos atendió. La chica marcha apurada a hacer otras cosas, y como teníamos algo de prisa, volvimos a decirle a la otra persona que estaba detrás de la barra: nos cobra dos cafés, por favor. Ni corto ni perezoso, el que parecía ser el dueño contestó: 2,40 €. ¡Cómo, nos acaban de decir 2,20! Ah, pues, 2,20€.
Y así continuamente. Eso sí, después cuando vamos a hacer el turista a otro país nos quejamos, y mucho, de lo incívica y ladrona que es la gente.
Creo que si escribiera algo de la paja y de la viga en ojo ajeno la cosa estaría bien traída, pero tampoco quiero abusar. Al fin y al cabo, es sabido que hay mucha gente que tiene el ojo en el culo.


¿Cuándo acaba la Transición?

                                           Gloria López  fotografía artística

Durante la Transición nos colaron la milonga de la reconciliación. En aras de la confortabilidad, de un sueldo y de acomodarse a las circunstancias, fueron muchas las personas, de indudable relevancia, que aceptaron el café para todos. Aceptaron la diferencia como forma de indemnización por haberse tenido que exiliar, por tener que soportar maledicencias y campañas de descrédito a todas horas. Pusieron la mano.
La Transición se encargó de conciliarlos a todos.
A los herederos del dictador los premiaron con dos títulos de nobleza, se les preservaron las propiedades y se les dejó vivir en España gozando de todo lo robado. Todo el mundo tragó. La incipiente democracia estaba en constante peligro y, según nos decían, no se podía hacer lo que era de justicia, sino lo más conveniente. Todo el mundo tragó. La milonga de la reconciliación y del café para todos, se instauró, y así hasta hoy.
Los Franco siguen siendo los Franco. El Pazo de Meirás sigue siendo de ellos. Han pasado 42 años desde que muriera el exageradísimo general y las cosas siguen donde estaban. Antes por no marear la perdiz, y ahora porque la sensatez de los políticos no da para más. Estamos donde estábamos. No avanzamos. Ni tenemos democracia de calidad ni farrapos de gaita. Seguimos en la componenda y en hace cincuenta años. Nos venden milongas y la gente ávida de comprar, compra. Compre, señora compre, pantis de Logroño, que le llegan hasta el mismo, co…compre, señora compre. Pues eso. Ahí seguimos.
Sin embargo, en Alemania donde son más brutos y más bávaros de lo suyo, no se andan con tantas componendas. Allí, Hitler, su parafernalia y su apología están ilegalizados. Tan es así, que dos chinos que se encontraban frente al Reichstag haciéndose fotos, con el brazo en alto y gritando “Heil Hitler” fueron detenidos e imputados por “usar símbolos de organizaciones ilegales”.
O sea, igualito que aquí, pero al revés. Porque aquí la chusma seguidora del general de las piernas cortas estaba, hasta hace poco, subvencionada por el Estado protector. Sus actividades no sólo son legales, sino que además están amparadas por los que detentan el poder.
Ante lo cual uno se pregunta: ¿Quiénes son los raros, los alemanes o los españoles? Y obvia es la respuesta: los alemanes, por supuesto.
Los alemanes no tienen ni idea de lo que significa cinismo, reconciliación y café para todos.
Aquí, en España, el Jefe del Estado fue elegido por el antiguo dictador, los congresistas gozan de prebendas ideadas en la Transición para proteger a los exiliados retornados de la indigencia y del juzgado (aforamientos), y aunque han pasado 40 años de aquel simulacro de democracia, a la hora de poner la mano todo el mundo se da prisa.
Tan es así, que si la anécdota de los dos chinos hubiera sucedido en España, se solventaría invitándolos a un tour por el Valle de los Caídos y por el Pazo de Meirás. Eso sí, todo ello con cargo a los Presupuestos Generalísimos del Estado.


De las redes sociales.

                                                       Gloria López  fotografía artística

Ni escribo con afán sociológico ni tampoco practicando eso que ahora se viene llamando el “postureo”, sólo escribo. Y constato que las redes sociales han venido a cubrir un hueco que casi todos teníamos en nuestras vidas. Bueno, hay gente que ese hueco ya lo tenía cubierto antes. Hablo de algunos espectadores-despotricadores que van a ver espectáculos para luego cagarse en algo o en alguien, independientemente de si el espectáculo es bueno, malo o regular. Hablo de los críticos profesionales, ahora con plataforma y que la utilizan como púlpito desde el que arengar a los infieles. Hablo de los que siempre tienen razón. De los tontos del culo, que siempre tendrán escusa, porque de ellos será el reino de los cielos. De… de todos esos. Bueno hay mucha calaña, tampoco se trata de referenciarlos a todos. No daría abasto. Al fin y al cabo hablaba de excepciones y es ahí donde las redes sociales han venido a democratizar el despropósito. Ahora todos somos así, y por mucho que algunos nos neguemos a engrosar tal batallón, en él también estamos. Porque, hay que decirlo: todos los que estamos en una red social, todos, estamos abocados a la gilipollez. Supina. Antes o después. Todos. Del fenómeno no se salvan ni los más fenómenos entre los fenómenos. Todos. Y si no me creéis, abrid el muro de alguien y mirad lo que pone. Foto de perfil, majo, majete como un salmonete. Foto de portada, ¡ay, qué currada! Información de la biografía, cuidadito no os llevéis un golpe. Estudios, sí y un jamón por la universidad de Firestone. Amigos, ni de coña, eso no son amigos, eso son conocidos y gente que pasaba por allí. Nivel de bondad alcanzado, level Dios. Continuamos a bingo. Alcance de la publicación, hasta donde habite el neutrino común. Foto de comidas, escandaloso es el querer. Foto de la guarrilla común, te pide amistad y se llama Yolys Ulthramunder. Dice que folla, que está muy caliente y que necesita a alguien muy, muy dotado. Bien, no habla de mí. No tengo dote alguna. Pasemos a otra cosa, mariposa. Demostración del nivel cultural, no escribir por si ascaso, por si acaso. Nivel de patada al diccionario, a seguir. Siempre. Aficiones, diversas son las series. Fotos, muchas, a mandar. Álbumes, más que suficientes. Fotos de tu pie, bien, gracias por el oreo. Foto de la cocorota, por delante y por atrás. Foto de momentos íncubos, arriba y abajo. Nivel de tolerancia al político, va por zonas. Zona azul, Arriba España y se acabó. Zona roja, prohibido aparcar lechuginos. Zona verde, residentes y jubilados. Me gusta, Qué gracejo, Me asombra, Me divierte o Me enoja y de paso, y tal vez, le doy al me gusta, muy gustosamente. Vuelven las relaciones sociales, ahora en diferido. Uy, no me puedo olvidar de dar al me gusta de no sé quién, no vaya a ser qué; uy, no me puedo olvidar… Agenda de hoy: Luis coge el paraguas porque van a caer chuzos de punta ahí donde vives. Luis, has eliminado a un amigo, no te preocupes, no se lo diremos. Estado del bicho, es complicado. Entro en éxtasis: Ay, caray, que me sabe a Calisay. Pero, faltan cosas. Cosas necesarias y que si las tuviéramos se harían imprescindibles. El botón del “sabes”. El botón del “mecagonlacona”. O el botón de “a rañarla”, para los gallegos; para el resto del personal dos opciones: versión vernácula de su elección o frase castellana tipo: “a tomar por culo, coño”. Se puede estudiar la versión polaca de fin, “koniek”. Mola mazo. Tanto como el botón “O sea” también es muy pedido en algunas instancias, y el botón “mecagonlamadrequeteparió” demandado por algunos pagos, para solventar múltiples situaciones.
En las redes sociales el mundo es un pañuelo, y aprovechando que todos, absolutamente todos, disponemos de plataforma, aprovechamos la coyuntura y expresamos, casi mejor que en ningún sitio, cómo somos realmente. Lo que molesta se bloquea y a quién no quieres ver, no lo ves ni aun siendo supuestamente amigo. Sé de casos. Lo que sí es obvio es que el que es imbécil lo es independientemente de que tenga o no tenga perfil en red social alguna. Porque el imbécil es como Dios, pero sin misterio: ubicuo, omnipresente y omnisciente. Una auténtica plaga.
Y ahora viene la mala noticia, después de observar la cosa ésta con distancia y altura suficiente, he decir que la cantidad de anormales que circulan por las redes sociales es directamente proporcional a la cantidad de mamarrachos que hay por las calles. Por tanto, ni os extrañéis ni os hagáis los puros ante los comentarios de los más merluzos. Porque, amigos y amigas, todos y todas: estamos en riesgo.
Así que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.  
Pd. “Mecagoenlamadrequeteparió”, ¿quién fue?


Venezuela y los pajaritos.

Foto sacada de Google


No me vais a creer, seguro, pero, ¿si os digo que no tengo ni idea de que es lo que está sucediendo en Venezuela, me creéis? Pues eso, no tengo ni idea. Y soy de natural curioso, muy curioso. Pero, nada, no me entero de nada. Para mí que tengo algún tipo de incapacidad. Es más, lo voy a decir: me declaro incapaz. O sea, más. Incapaz al cien por cien para entender algo de lo que pase allí. Aunque, también he de manifestar que mi falta de interés es notorio. Lo que pase en Venezuela me interesa, retóricamente escribo, tanto como lo que pasa en Birmania de Arriba. Así que, si ahora mismo os asomáis a la nada, ahí me veréis. ¡Hola, qué tal! Totalmente desinteresado. Estas cosas del mundanal ruido no van conmigo. Demasiada gente hay ya ocupada en la cuestión. Tampoco es cuestión de entrometerse. Sabiondos suficientes tiene la madre iglesia. Pues, no sé si os habéis dado cuenta, pero en este país si no estás al cabo de la calle de lo que pasa en Venezuela, no eres nadie. Estás desinformado. Peor, eres un desharrapado cultural, un descamisado de la política. Y si no, llevarme la contraria. ¿O no lo veis? Porque yo sí que lo veo. Veo veo. Veo como los de la derecha, o sea, los más proclives a hablar del tema, hablan de lo suyo y como los de izquierdas, ¿pero, hay de eso?, imitan la cantinela, y hablan lo mismo, pero al revés. O sea, no entiendo nada. ¿En los supermercados hay escasez o abundancia? ¿En las calles hay libertad o represión? ¿En Venezuela hay petróleo o hay árabes? ¿O es que acaso Venezuela es un país caribeño donde hay petróleo y donde los mandamases se comportan como si fueran árabes? Ay, yo no sé, brother. Numerao, numerao, viva la numeración.  Tú sabrás. A mí me importa un quintal de yemas de huevo la cuestión. Además, ¿Venezuela es un país o una entelequia? Y abundando en la abundancia, ¿Venezuela es ese país en el que al presidente le hablan los pajaritos? Ay, yo que voy a saber, mi amol. Sobre este tema, Venezuela, sólo sé que no se nada. No, no entendáis que me hago el listo haciéndome un Sócrates, no. Es que no entiendo nada. No entiendo lo que pasa allí y tampoco entiendo la preocupación que tienen algunos de aquí con lo que sucede allí. ¿El contagio es por ósmosis o algo así? ¿O, tal vez, la cosa, como es contagiosa, se propaga primero entre los más gilipollas hasta alcanzar su pico plasmático y amenazar epidemia? Sin distingos. Porque, si algo tienen en común tanto tirios como troyanos es su preocupación por Venezuela. Y digo yo, y que conste que lo digo sin ánimo alguno de molestar, ¿si tanto les preocupa Venezuela, la libertad de Venezuela y lo que haya o deje de haber en los estantes de los supermercados de Venezuela, por qué no les envían un óbolo a los habitantes de Venezuela, o sea, a los de allí, a los venezolanos y se dejan de dar la lata a todos los que no somos venezolanos? Porque, no me toméis por insensible, pero bastante tengo yo con lo que tengo, como para preocuparme encima de todo el pueblo venezolano. Porque, así en conjunto, no me va nada bien: demasiada gente de la que preocuparse. Además, puestos a preocuparse, también tendrían que preocuparse por lo que pasa aquí. Digo yo. Porque aquí la cota de puteo ya hace tiempo que alcanzó el pico plasmático y ahí sigue, dando la murga. Pero, nada: como la gente está contenta con lo que pasa aquí, protesta por lo que dicen que pasa allí. Porque, ¿os puedo hacer una pregunta? Bien, vale, otra. ¿Vosotros estáis contentos con la España de mierda que le estamos dejando a nuestros hijos, a vosotros os parece bien que nuestros hijos estén viviendo ya peor que nosotros, os parece bien que el político que gobierne, el de turno, te tome el pelo, que prácticamente te sodomice, mientras él goza de todo cuanto privilegio se le pueda pasar por la cabeza, de verdad que pasando las cosas que pasan aquí te preocupa lo de Venezuela? Desconocido/a, ¿tú crees que eres normal? No sé, para mí que el asunto Venezuela se os está yendo de las manos, pero… vosotros sabréis. Sarna con gusto dicen que no pica.