Andrea Levy no vive en mí barrio.

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Lo aseguro, Andrea Levy no es la que pone sus blancas carnes al sol en mi barrio. Pero aunque no sea ella la que lo hace, y sí Hildita, que así se llama la que expone sus carnes blancas al sol, las dos son dos tienen algo en común, ambas son revolucionarias. Una, Andrea, es la revolucionaría del Pp. Lo sabe todo el mundo. La otra, Hildita, es la revolucionaria de mi barrio. Preguntarle al Windows si necesitáis referencias. Y mientras una dice que el Pp es un partido revolucionario, la otra es heredera de la mejor tradición parisina y sabe que debajo del asfalto siempre está la playa. Además, por si no os habíais fijado bien en las fotos, Hildita lee El Capital y Andrea no. Ella es más de amasarlo mientras discursea, no en vano se apellida como se apellida, y claro como tiene boca se equivoca. Como todo el mundo, pero ella se equivoca en plan revolucionario. Constatemos  pues el milagro. Conste que lo hace para no desmerecer a sus vecinos. Porque si Andrea tuviera como vecinos a Chachipén, a Tulipán o Windows, no diría las cosas que dice. ¡Qué va! Pero como ella se codea con Maroto, el de la moto, con Casado, el bien dado y con Maíllo, menudo pillo. Claro, no es lo mismo. No es lo mismo una cosa que otra. Lo sabe todo el mundo. Por su parte, Hildita, además de tomar el sol, lee. Practica el onirismo conscientemente. Y en eso se parece a Andrea, que se come entero el pollo y después escupe el hueso. Gente práctica. Cáspita, quién lo niega. A tal cosa no se atrevería ni Mariano, el Fidel de la derecha. Al contrario, Mariano aprovecha a Levy, a Maroto, a Casado y a Maíllo y fumando un puro canta: fumando espero…Momentos íncubos los tiene cualquiera. Aunque, eso sí, Mariano más. Hay que reconocerlo. Un presidente de gobierno, de cualquier gobierno, tiene derecho a disponer de servicio. Y como ahora, para ser del servicio conviene sacarse el título de algo, aunque sea de manipulador de alimentos, Levy, Maroto, Casado y Mahillo aportan el título de Jóvenes Fulleros. Por qué no adornarán con una bonita cofia sus orlas. Por cierto, el uniforme está muy demandado en las más altas instancias. Es un hecho. Traje de pilonero: aletas, gafas y tubo para respirar. Y, ¡a triunfar! Por el contrario, Hildita, lee, toma el sol y sueña con que está en la playa; y mientras el atajo de preparados habituales perpetran sus desfalcos, ella sueña con la primitiva, el euromillón y con hacerse turista y mirar por encima del hombro a los aborígenes. Los unos utilizan verbo, predicado y complemento directo como arma arrojadiza; la otra discute con Tulipán. No es lo mismo. La Levy sueña que es graciosa y lista y, efectivamente, es guapa (bueno, a mí me lo parece, qué pasa). Tiene tantísimo potencial que un día de estos, y sino ya lo veréis, la hacen ministra. Al fin y al cabo, si lo fue Leire, Pajín, Cospedal o Villalobos, cualquier imbécil está en riesgo de ser izado a tal peana. Además, los que aportan titulares sin querer son muy bien valorados. Fijaros, si no me creéis, en Wert las burradas que soltó, las que hizo y lo bien que le fue después. Causa y efecto. Hasta encontró novia con posibles el muy... feo.  Ahora están en Paris haciendo el chorras, qué si no. Sufriendo y paseando su amor por las orillas del Sena. Oh, la lá. Pues eso, eso es lo que dice la Levy: ¡Oh, la, lá! Y se le pone la cara soñadora. Yo no sé, pero casi que podíamos empezar a probar a hacerlo al revés. Empezamos jubilándolos y después, si acaso, los hacemos ministros. No sé, puestos a decir soplapolleces y ya que el Pp es el partido de los revolucionarios, lo mejor sería practicar la contundencia y deslocalizar a todo este hartazgo de chusma.




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