BELÉN ESTEBAN ADELANTA LA JORNADA DE REFLEXIÓN.

Estoy seguro que si ella hubiera querido el día veinte y uno estaría sentada en el Congreso de los Diputados. Incluso más. Estoy seguro que si se hubiera sentado a negociar la podrían nombrar después Ministra de algo. No sé. ¿Igualdad, por ejemplo? Pero ella no quiso. Ella prefiere seguir sentada donde está. Le cunde más. Porque ella hace una exclusiva para el Hola, el Lecturas o se hace un Sálvame Deluxe y gana más, dónde va a parar, que de Ministra e incluso que de Presidenta.
Una auténtica pena.
Belén Esteban no es tonta, tonto soy yo o incluso, si te consuela, y eres de la línea más radical, tonto es el que la ve, que tampoco. Pero ella no. Ella sabe donde está el parné, y la guita no está en la política. Prueba de ello es que para ganar pasta en política, pasta de la gansa, hay que ser corrupto, porque el Presidente del Gobierno sólo gana setenta y ocho mil pavos al año. O sea, lo que ella gana en un mes malo. Por tanto, no le cunde. ¿Ministra? Anda ya, Ministro que sean los pringados.
Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera o Pablo Iglesias, no piensan lo mismo. Ellos no tuvieron la suerte de que un torero les hiciera un hijo, y se tienen que buscar la vida. Pero, todo hay que decirlo, Mariano Rajoy es distinto a sus rivales. Él, Mariano, es Registrador de la Propiedad, y todo el mundo sabe que un Registrador gana más que un Presidente, pero como él es así, un sacrificado, prefiere perder dinero y dedicarse a lo que le gusta. A dar por…
Hay gente así, dicen, y, al parecer, hay millones de personas que gustan de que haya gente así. Se lo creen, por tanto lo votan.
Pero yo que soy un descreído no me acabo de tragar el cuento. No sé por qué, pero a mí me suena haber oído o leído en algún sitio que a Mariano también le gusta poner la mano y recibir algún sobre que otro. Quizá sean habladurías e infundios de delincuente, pero… no sé. No sé qué pensar de una persona que prefiere ganar menos dinero del que podría ganar ejerciendo su profesión.

Estoy pensado que soy desconfiado. Tal vez. En todo caso, y como decía el papá de Julio Iglesias, la cosa es rara, rara. Y añado yo siguiendo con la originalidad: raro, raro de cojones.

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