¿Sería
posible contactar contigo para hablar sobre cómo va el tema de mi adopción?
Porque
verás, aunque tú todavía no me conozcas yo estoy muy ilusionado con el tema.
Tanto
que, desde hoy, te ofrezco tal posibilidad. A mí me haría mucha ilusión. Así
que, ¿por qué no te animas tú también?
Te
ofrezco contarte cuentos diversos, diversión garantizada, dispendio total y una
total sumisión a tú voluntad, y muy buenas palabras a la cocinera.
Debes
de saber que sirvo para un roto y para un descosido. Tan es así que si en el
futuro se estropea algo en nuestra casa no tienes de que preocuparte, yo me
encargo.
Llamo
al electricista, al fontanero, a los albañiles o a los mecánicos que nos
arreglen la proa de ese nuestro yate, a quién sea. Soy un hombre dispuesto. Y si
alguien se te pone farruco allí en la oficina, no te preocupes. Yo, lo despido.
Sí,
porque debes de saber que para el yate ése que tenemos en gananciales tengo
planes. Voy a empotrarlo aparcándolo en Puerto Banús, que al parecer es un
sitio y no un puerto.
Date
cuenta que de esta manera y casi sin llamar la atención, todo el mundo sabrá,
allí en Marbella, que tú y tú heredero han arribado a puerto. Ecco. De paso
también epatamos al personal.
Te
lo aparco por la patilla, y después para que veas mi diligencia hago un simpa en la gasolinera dónde le
echemos la gasofa a la chalupa que imagino que tenemos por eslora.
Es
más, si me llamas ahora, también puedo conseguir que alguno de mis amigos se
una a una ronda de adopciones, y acabes, como es obligado en un buen adinerado,
en familia numerosa.
Digo
más, como todo el mundo sabe, y yo ahora te participo, tengo una prima puta en
Cáceres, quien por un precio módico está dispuesta a hacerte un masaje con
final feliz. Tú ya sabes: lavar y cardar. Secar y encerar. Lo que quieras. Te
hace un somero en un plís, porque a ella gusta de la variedad y la versatilidad que
siempre aporta el hombre experto, plás. Y tú, a tu edad, es de suponer que ya
eres todo un experto en el recuento de calderilla.
En
fin, espero que al recibo de la presente, tanto tú, como tú señora, hija y
animales de compañía, gocéis de buena salud.
Enseguida
llego, estoy yendo.
Y,
por favor, no hagas ni caso, ni putísimo caso, a esas personas que andan
colgando en los muros del facebook pasquines diciendo que eres un explotador.
Tú
tranquilo, como Amancio.
Te
lo digo, más que nada, para que aprecies
mis dotes de chivato, y porque sé que la gente que dice tamañas aberraciones cae
en el infundio, porque no es verdad que tú, papuchi, tengas a niñas en Marruecos
trabajando jornadas interminables por 178 euros al mes para ésa nuestra empresa.
Es
por eso que, ahora que hay confianza te lo digo: haces bien, papuchito. Sigue
así, porque el día que te mueras, un día que intuyo de gran pesar para la
humanidad, la hucha esa que me estás haciendo servirá para hacerme un ajuar y
casarme en Las Vegas por todo lo Elvis con una remera morenita.
Gracias,
papuchirrín.
Tú
hijo al que tanto quieres, y el que tanto te va a deber en el futuro, aprovecha
para desearte que tengas Feliz Navidad y un próspero año nuevo. Y, por si llego
tarde guárdame una de albóndigas.
Tú
felicidad es mi dicha.
Por
cierto, como la niña ya te regaló un flashmob, que vete tú a saber lo que vendrá
siendo, te envío un saco de patatas Kennebec que compré en Coristanco para ti.
De
nada, hay que ir a lo práctico.