ZASCANDILES Y ZOPILOTES.

Mañana a las cuatro y media de la tarde vuelven a su actividad febril los zascandiles. Otra vez se reúnen. No se sabe muy bien para qué, pese a lo mucho que informan, o si lo que buscan es la cuadratura del círculo o el más difícil todavía que es convertir el plomo de sus discursos en oro para sus bolsillos. Cualquiera sabe.
Porque, estos zascandiles patrios de mamoneo y vuelta al ruedo, al final siempre persiguen lo mismo: pactos de pacotilla, salir en la tele, y cuenta corriente, que no moliente, por alguna de las Suizas que en este mundo hay.
Mientras tanto se entretienen con sus privilegios que no suprimen, aunque pueden prometer y prometen que algún día lo harán si Dios quiere. Pero como Dios padece de sordera seguiremos viendo tocar el tambor a Nicanor, y a los zascandiles convocar ruedas de prensa para explicar lo inexplicable.
Y es que, ya lo canturreaba la ínclita Marisol, la vida es una tómbola. Ton, ton, tómbola en la que unos hacen de chochona, otros de perro piloto, mientras a los más, que somos todos, nos marean más que a Maroto el de la moto.
Así nos va.
Por la otra banda los zopilotes siguen a lo suyo. Otean las mordidas desde las alturas, después planean alguna legalidad, y cuando creen estar seguros se lanzan en picado sobre la presa. Operación: todo impune. Y si el pastel podrido se descubre por el olor a mierda que despide aplican el plan b: todo está prescripto. Al final todo queda en mucho ruido y pocas nueces. O sea, historia abreviada de España.
Vale todo y no dimite nadie. Los zascandiles están ocupados con lo suyo y los zopilotes disfrutan de barra libre con lo que es de todos.
Para el vulgo, plebe o populacho, o sea, para todos los demás, siempre es de aplicación el Código Penal, y agradecidos como somos los volvemos a votar por aquello del te repito y te reitero, y el si no quieres caldo, pues… dos tazas.
Los zascandiles están muy bien dotados  para la componenda y el engaño. Es su triste oficio. Entre eso y hacerse un peto con sus negras plusvalías entretienen los días.
Sin embargo los zopilotes, los más rapaces que no capaces, gracias al oficio y beneficio de los zascandiles, gozan de bulas y salvoconductos suficientes para que acogiéndose al siempre manido no sé, no me consta, burlar a la dama ciega y reumática que viene siendo la justicia.
Y así seguimos, unos rodeados, dando gracias y los otros poniendo el culo sin rubor ni disimulo.


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