Siempre fui un fiel
seguidor de la corriente filosófica El
Barato. Lo sencillo es un argumento, la sinceridad un complemento directo y
el objetivo final de tan trascendental pensamiento es alcanzar el culmen del
simplismo, y afirmar, y hacer mía, la frase vive y deja vivir como leitmotiv y antídoto de cucarachas.
Pero al principio de
los tiempos fui platónico a la fuerza. Y supe que lo era por el síntoma que
emanaba de mis poros: suspiraba. Para
colmo de males leía y disfrutaba de los románticos hasta que me di cuenta de
que sufría en demasía de ays, y decidí pasarme al más prosaico de los uyyys.
En todo caso nacer con
una vena filosófica es lo normal. Antes al menos sí. Más que nada porque otrora,
ahora creo que no, se estudiaba filosofía; y aunque la mayoría practicábamos la
parda como accidente geográfico, y
el platonismo esperando oportunidades, de vez en cuando nos distraíamos tocando
una teta.
Después apareció Aristóteles
y en ese pub también tomamos alguna copa, pero como una buena ronda siempre te
lleva a otra, a otros bares fuimos, y
después a quién ssbe, y al día siguiente más y más, y así hasta que empezó el
ahora. O sea, el menos
Filosofía hermenéutica,
pinceladas de pobre ascetismo (cuando no queda otra), confucionismo, deísmo,
fenomenología diversa y aplicada, estructuralismo, materialismo, personalismo o
panteísmo y siempre futbolismo.
Pero superado el
ecuador de la medianía de edad regreso a mis años impúberes, y el acné actual
cursa con la más personal de las filosofías: El Luisgermanismo.
Es lo que hay. De la
teoría a la praxis y de la praxis a la teoría, teoría y práctica en una tarde
de cañas. Abierto el plazo de matrícula.
Y pese a que en los
bares (qué lugares) todavía siga en boga, y en boca, la práctica de la Teoría
filosófica El Barato (la más
extendida), yo, que soy novísimo y
rebelde de lo mío, aporto la visión Luisgermanista,
panorámica y periférica.
Para mí la necesidad no
es virtud, la realidad es anodina y sólo me muevo impelido por los grandes
acontecimientos de la vida. Esos que no hay que perderse, los que nos hacen
disfrutar, porque esos instantes son los únicos que merecen ser recordados. Los
malos rollos mejor dejarlos en casa porque se sale a lo que se sale. Y si te
aburres mejor coge el coche y dale cien mil vueltas a una rotonda.
Y es que a lo largo de
nuestra vida ocurren, al menos, un par de cientos de hechos históricos, algunos
son de tanta relevancia que no conviene perdérselos. Y si no me creéis, que
tampoco veo la necesidad, recordar lo que pasa hoy sin ir más lejos.
Hoy juega el BarÇa y el
Madrid. Eso es un hecho, lo demás filosofía de baratillo.
Sin duda estamos ante
un suceso de una relevancia extraordinaria, que resume todas las corrientes del
pensamiento que por el mundo acampan, porque viendo el partido podéis retornar
al platonismo, al aristotelismo, al antagonismo, al formalismo… podéis
disfrutar de lo que queráis, pero si aplicáis el Racionalismo y el Luisgermanismo
llegaréis a la conclusión de quien saldrá ganador del terreno de juego:
El
BarÇa.
Lo único que no sé es
si el número de goles serán igual a pi (3, 14 o 16), o si por el contrario, y
como es habitual, la cosa se saldará recurriendo al famoso número 5 inventado
por el famoso filósofo holandés Johan.
Y si por megafonía “hacen” música de sardana allá en el
altar mayor un coro de tulipanes cantará un himno que llegará hasta el más allá
Cinco,
por el culo te la hinco.
Seguro que sonríe.
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