006, MISIÓN EN RUMANÍA.

Todos habéis visto las fotos. Eso hace que esto sea más difícil de contar. Pese a ello, y aun existiendo prueba gráfica del acontecimiento, se hace necesario contarlo. Y nadie mejor que yo para hacerlo. Disculpar la inmodestia. Pero es que yo estuve allí, yo fui protagonista y yo sé lo que pasó. Y lo que pasó no se ha contado bien, porque se ocultó mucha información relevante. Y si no, juzgar vosotros mismos.
Primero que nada tengo que haceros una pregunta, ¿os acordáis de las fotos que publicó Interviú en las que aparecía Roldán, director general de la Guardia Civil en ese momento, en una juerga, y en las que se le veía en calzoncillos, rubicundo y abrazando un flotador? ¿Lo recordáis? ¿Y recordáis qué fue lo que escribieron los de Interviú sobre las fotos? Os lo recuerdo: dijeron que era una juerga de celebración por haber conseguido recuperar material gráfico comprometido de un alto dignatario español.
En las fotos, en las que también salía el coronel Perote, Jefe de Operaciones de los espías españoles, aparecían todos con señoritas, se supone que de compañía, y muy animados practicando el noble arte del despendole.
Lo sé. Yo estuve allí. Y puedo asegurar y aseguro, que además de ser una misión exitosa también fue bastante latosa por la falta de medios que teníamos. Hasta que llegó él, Roldán. Sacó la chequera y allí no faltó de nada. Un volquete de putas y regaliz como para una fiesta. Globos y más globos. Mucha niña mona y ninguna sola.
Pero, vayamos al principio de la historia
Para empezar sucedió en el extranjero. Concretamente en Rumania. Había allí un dictador muy malo, muy malo, que invitaba a todos los dirigentes demócratas de Europa a practicar la cacería. Muchos aceptaban, se sacrificaban y se divertían en aras del bien de sus pueblos.
Iban, les ponían un oso borracho o una cabra cabrona a tiro de la mirilla telescópica, el prócer disparaba, mataba y después celebraba convenientemente la hazaña. Más globos. Era ahí cuando entraba el volquete de putas en acción. Camelaban al mandamás de turno, lo seducían y le hacían fotos y vídeos para la Dirección General de Sobornos que había en ese país.
Claro, nos llamaron. Uno de nuestros próceres había caído en el engaño. ¡Angelito! Sus fotos no hablaban bien de nuestro bienestar ni loaba suficientemente nuestro recién ingreso en la comunidad europea.
El calzoncillo tenía un palomino y no haberse sacado los calcetines blancos tampoco contribuía a mejorar la estética, precisamente.
También era una cuestión de imagen de país. Estábamos entrando en la modernidad más moderna; y aquel  hombre en cuestión, muy conocido, con piernas de palillo y hablar gangoso nos dejaba en mala situación.
Fuimos, y en un plis plas, y gracias a la inestimable cooperación de Roldán, arreglamos el desaguisado de forma positiva a nuestros intereses.
¿Cómo lo hicimos?
Fácil, llamamos a Paesa, un freelance del oficio, él se encargó de Roldán a quien le tenía muy cogido el punto, y con los fondos reservados que le sacamos brindamos por el éxito de nuestra misión.

Coser y cantar.   

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