006 Y LA CONTABILIDAD CREATIVA.

Lo primero que te recomiendan cuando acabas tus estudios de espía es que abras una cuenta en Suiza. Conviene. Al principio sólo lo intuyes, pero con el tiempo, además, de la contabilidad creativa con el manejo de fondos reservados, también tienes que añadir la gestión y optimización de tus propios gastos.
Hablo de dietas, kilometrajes y presupuesto para inversiones.
Conviene ser sutil y repartir juego. Así, a cuanta más gente impliques en tus negociados más cerca estarás de gestionar con éxito tus actividades.
Olvídate de las alcantarillas, eres una persona pública y a la vez un personaje anónimo, por tanto, tienes que aprender a gestionar tú intimidad más íntima. O sea que, hazlo bien, porque si te trincan practicando el contubernio, todos los que hacen lo mismo que tú, se van a poner exquisitos y te van a dejar tirado.
Es un hecho. Por tanto, cuidado. Asegúrate de hacerlo bien o no lo hagas. No hay más opciones. Porque hacer las cosas mal en este oficio no es de recibo. Aquí los aficionados, y los Amedos de la vida no tienen cabida. Son errores. Simplemente. Y los errores no se toleran. No se puede consentir que, el contratado, se descontrole y que emplee el dinero que recibe para ir de putas. Por ejemplo. O para ir al casino y perder. Eso es hacer el mamarracho dos veces. No es profesional. Porque, si tú coges ese dinero y… por ejemplo, lo deslocalizas. Pues… es otra cosa. Robar para hacer el memo no es de gente honrada. Si robas que al menos te cunda. Es muy elemental.
Yo, por ejemplo, cuando robo, robo con mucha profesionalidad. Bueno, cuando robaba. Que ahora que ya estoy jubilado me tuve que sacar del vicio. A la fuerza ahorcan. Menudo mono tuve al principio. No podía ir ni al supermercado. Se me iba la mano a los caprichos. El día que toqué fondo fue una mañana que me cogieron robando un jamón de jabugo y unas botellas de Vega Sicilia. Ese día decidí  ponerme a tratamiento e ir al sicólogo. Qué estrés. Lo dejé muy apañado de lo suyo. El pobre tenía problemas de comprensión. Era nuevo en eso de ser sicólogo, y como yo ya tenía mucha chapa y pintura en lo de ser espía, le hice unas confidencias, y… lo arreglé. Todo muy esencial. Allí sólo robaba revistas. El Hola, el Diez Minutos y el Pronto. Fundamentalmente. A veces también tenía el Muy interesante y Todo coches. Hice una buena colección. Las vendí al peso en el rastrillo y me saqué un dineral. Con ese dinero compré una parcela, la urbanicé y la hipotequé. Después se la vendí a un fondo buitre. Sí, buitre. Esos que comen todo tipo de mierda. Con la plusvalía resultante, invertí en bienes raíces y me compré un pazo de décima mano. También compré un helicóptero de segunda mano para que el mayordomo fuera a comprar caviar. Y así vivo ahora. De forma harto sencilla. Sin llamar la atención. Y todo se lo debo a prestar atención en clase de contabilidad creativa. Porque lo de ser espía está muy bien. Pero lo importante y principal es hacer un pastizal. Y si no mirar para los políticos que nos rodean. Unos incomprendidos. Porque si a nosotros nos dan Contabilidad creativa módulo 1, ellos reciben el curso intensivo de Módulo Experto.
Otro nivel. ¡Dónde va a parar!  Hay que ponerse más en el lugar de la gente y no hablar tanto. Empatía, hombre-mujer, empatía. Más de ocho millones ya la practican y dicen ser felices. Así que,  ¿a qué esperas?


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