El pasado día 6 recibí
una llamada por wasap de ese típico amigo que todos tenemos. El hombre andaba
preocupado. La duda lo carcomía. ¿Tú
crees que me va a pasar algo? Contesté rápido como una centella (no
confundir con centolla, que son de natural lentas): Qué va, hombre. Además, qué te va a pasar que no te haya pasado ya. (Ay,
si yo contara). El hombre pareció quitarse un peso de encima. Al notarlo más
aliviado, me atreví a preguntar: ¿Y luego
cómo fue la cosa, meu? Pues nada, ya sabes, estaba allí donde todo se decide y
después de rematar la faena, con tremendo éxito todo sea dicho, me di cuenta de
que no había papel higiénico a mano. Cosas que pasan, pensé. Él continuó a
lo suyo: Entonces, y como siempre tengo
algo de lectura fantástica que me coadyuve con el tránsito, cogí un librito,
arranqué unas hojas e hice un apaño. La verdad, éste típico amigo, ése que
todos tenemos, en mí caso, es más bien del género bobo. Como es natural, añadió, cuando
me di cuenta quedé preocupadísimo. Porque, ¿y si me enchironan por eso, qué?
¿Quién se va a comer la media tonelada de polvorones que compré para Navidad?
Para calmarlo y sacármelo de encima, dije todo serio: Pero, hombre, quién se va a enterar. Después, lo confieso, pensé en
hacer una llamadita anónima y librar a la humanidad una temporada de su
presencia, pero... la poli no tiene wasap. No
sé, las paredes tienen oídos, hay chivatos donde menos te lo imaginas. Además,
al acabar la faena creo recordar que exclamé a voz en grito: ¡Mecagoenlacona,
me acabo de limpiar el culo con la Constitución! No me vais a creer: me
quedé atónito. ¡Mira que gritar! Sólo atiné a decir un mustio cómo, y repetí: cómo dices. Aunque creo que él no lo oyó porque siguió tan campante
a lo suyo. Y chico, en este país de
mierda ya ves lo que pasa: haces el mameluco y te subvencionan a pensión
completa en la fonda Rejas, ¿o es que no ves los telediarios? La verdad, me
estoy sacando. El médico ha detectado
que tengo los niveles de Ferreras, de Pastor y de Évoles por las nubes. Me
recomendó reposo, buen vino, mejores alimentos y hacer el amor cada ocho horas.
Me dice, que si soy metódico, en veinticinco años mejoro. Seguro. Sin embargo,
no le contesté nada. Para qué, si ya está preocupado y ocupado con lo suyo. Por
eso, y después de unos instantes de silencio, mi típico amigo retomó la
cantinela: Si eres titiritero corres
riesgo, si te pones más ordinario de lo habitual y descargas la ira en las
redes sociales, son capaces de emplumarte hasta pasado mañana, pero si eres un
hijo de puta, policía local y de Madrid, lo tienen que investigar y pasan dos
meses mirando si estaban bien o mal puestas las tildes. Y ahora encima, voy yo,
y víctima de un descuido, me limpio el culo con la Constitución. En qué andaría
yo pensando. ¡Cagonlacona! Fue entonces, lo juro por Snoopy, o sea, cuando
ya cansado de la cuestión le espeté de malos modos: Pues a ver si te organizas un poco y dejas de dar la chapa. Haz como
yo. En el retrete tengo una surtida colección de revistas, y el otro día,
fíjate tú la casualidad, a mí me pasó lo mismo, y me acabé limpiando con la
cara del mismísimo Rajoy. ¡Qué asco, macho!, oí que decía el otro. Y tanto, contesté, menos mal que en casa tengo un chintófano de esos que funcionan como un
geiser. Qué modernidad, creo que lo llaman lavafandangos.
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