¿Y a éste señorito quién lo eligió?


Por ende, ¿de dónde le viene la autoridad moral para leer las cosas que le escriben?
Si hay algo que me repatea es la monarquía española. La de los otros lados me la trae al pairo, porque yo, no sé vosotros, todavía no vivo en otro sitio.
Reitero, ¿a cuento de qué viene tal invento? ¿Es qué, acaso, los españoles necesitamos de un lector oficial de redacciones ajenas a título de Rey?
Jesús, ¡qué lección de democracia! Y encima, da la impresión de que éste muchacho cree tener razón. Quizá sea gracias a los mamporreros del periodismo que lamen con fruición su irreal culo.
Natural, a ver quién es el tonto que no se crece en trance igual.
Pero, ¿qué hay que interpretar? Mejor lo pregunto de otra manera: ¿La estupidez se interpreta?
Pues eso, que el otro día, al parecer, al todavía Rey de España, a ese chico alto y ahora barbado, lo sacaron en todas las cadenas. Tiremos de la cisterna, pues huele.
Todo por la patilla. Sin necesidad de presentarse a ningún concurso de esos que tanto abundan, y después de haber ganado la oposición a Rey por el turno restringidísimo, ése chico, casado con Letizia (con Z de republicana) y padre de dos niñas, ha sido erigido como estandarte y heredero del real pendón que todavía tiene por padre.
Tanto ha crecido el mamandurrias éste que incluso se atreve a hablar, perdón, a leer, cosas sobre el machismo o el maltrato, cuando él usurpó, con la connivencia de todos los partidos políticos de la época, el trono de España a su hermana mayor Helena. Mamá de Froilán por si necesitan ustedes más méritos. Y por muy legal que fuera la cosa, que al parecer lo fue, pues en el Supremo parecen estar más que cualificados para inventar Doctrinas diversas a favor de personajes de ¿fuste? (miren, si no, lo de la Doctrina Botín, que no tiene desperdicio)  también conviene recordar que al nieto de Franco (don Francis, igual que la mula), los procuradores en cortes de su abuelo acordaron cambiarle el orden de los apellidos para mayor peloteo del general exagerado que fue su abuelo.
El caso es pelotear. Ante lo cual aviso:
Sólo falta imponerle a las monedas la leyenda Por la gracia de Dios, y oye: igualito que el abuelo putativo, un tal Francisco Franco. Otro pedazo de mula que inventó la Democracia Inorgánica.




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