Los Hernandos de la
vida, Rafael y Antonio, chupóptero el uno y carcunda el otro, hicieron el
chorras uno y el charrán el otro. Cotillas y coprófagos ambos son de natural
ceporros y cenutrios, los muy calabazas. Tanto lo son, los ínclitos bodoques,
que cada vez que suben a un estrado hacen discursos baladís y berzotas para sus
adictos. Y es que, a este par de asnos badulaques, conocidos crápulas, de
discursos cosiacos, construyen costrosos y cutres alegatos para enmascarar sus
comportamientos disolutos. Como buenos esbirros usan argumentos energúmenos
para calmar a los compañeros escolimosos, y en echando esputos por esas bocas
son seguidos por todos los estafermos, estólidos y fatuos miembros de sus
partidos. Además, este par de fatuos utilizan razones florainas, al igual que
ellos, y leen el gamborimbo de turno como buenos ganapanes. De ellos sabemos
que son gandules, de natural gaznápiros y gilis más que notables. Practican la
idiocia de la que gustan los insulsos y jactanciosos. Es un hecho tal que sí.
De la misma forma y manera que como buenos ladillas lamerones alternan días
malajes con mangantes, pero siempre lechuguinos. Oír a estos mentecatos y mastuerzos
es oír trinar mazocotes siempre medrosos y memos, porque los mendrugos y
merdellones dicen siempre cosas propias de merluzos y de muérganos. Sin
embargo, los nefalibatas votan a estos onagras porque son pacatos, y como los
pasmarotes siempre creen tener la razón esta pandilla de pelmas y perdularios
practican sus pérfidos pereques asaz porfiados. Los pringados, que lo son, a la
par que prosaicos y pudendos dan clases de sablista cuando hablan de dinero.
Son enfáticos, samugos y sedicentes y la parábola siempre es supina y suripanta
como ellos. Taragote par de dos son estos tunantes, unas veces zurumbáticos y
otras verracos pero siempre zafios y zascandiles. Llamar a estos tiparracos
zotes sirve puede ser un desahogo, y como cada vez que abren la boca escupen zullencos,
mejor será definirlos de una vez y gritar alto y claro lo que son estos dos:
ZURULLOS.
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