Cascarrabias,
carcamales, y es de suponer que medio impotentes son los sinvergüenzas que nos
mangonean. Esta clase de personas, los mangantes-dirigentes, por otro plato de
lentejas más son capaces de poner en riesgo hasta el mismísimo planeta que nos
sirve de refugio.
Y es que estos
desgraciados, patéticos y chiquilicuatres en los que depositamos nuestro voto
nos están llevando de forma inexorable al abismo sin querer darse cuenta.
Mirando para otro lado
se están cargando el mundo, ¿y qué hacemos nosotros aparte de refrendar sus
mamarrachadas con nuestros votos?
Siempre hay un tío, mil
o cien millones de tíos, de Michigan, de Beiging o de Azuqueca de Henares,
dispuesto a contaminar todo lo que haga falta mientras tenga calefacción, aire
acondicionado y el coche en la puerta para salir y llevar a los niños al cole.
El horror venidero será
por nuestra culpa. Por consentidores y por negligentes a la hora de administrar
sin tasa y sin mesura alguna los recursos que en nuestro planeta hay.
El cambio climático es
un hecho. Cualquiera puede sentirlo en sus carnes. Las temperaturas cada vez
son más altas, las aguas de los océanos cada vez son más cálidas y los fenómenos
meteorológicos cada vez son más extraños.
Pese a que tanta evidencia
resulta apabullante las autoridades de mayor ringo rango de este mundo mundial
se niegan a hacer algo al respeto. Aquí lo único que se constata es ese ansia
de vender nuestra alma, y con ella nuestros recursos, por un plato de lentejas.
Hay especímenes humanos
que, con tal de acumular un millón más en su cuenta off shore capaces de
cualquier cosa. Incluso de vender su alma al diablo y de renegar de la
evidencia del cambio climático.
En EEUU, uno de los países
que más presume de adalid de democracia, los obreros de Michigan (es un decir)
prefirieron elegir a uno de los suyos, a un millonario, como presidente del
país, y gracias a él, a su nepotismo, y a toda la suerte de países a los que el
ecologismo y el medio ambiente les importa un bledo, acabaremos emigrando a Plutonio
a buscarnos la vida.
También ofrecerán
cómodos búnkeres en los que vivir y que podremos comprar en cómodos plazos, y
de regalo nos obsequiarán unas cómodas babuchas para que nos sintamos igual de
cómodos que monos babuinos en un zoo.
Y todo para que un
fulano/a de mierda tenga un millón más en no se sabe dónde. Porque, me pregunto
yo, ¿y esta clase dominante, la del millonario loco por hacer dinero a costa de
lo que sea y de quien sea, qué pretende? Y otra preguntita, ¿y cuando nos
quedemos sin planeta, qué van a hacer con los millones? ¿Acaso van a hacer de
Plutonio el nuevo paraíso fiscal?
En fin, que estos fulano están en otra cosa. Están
en mientras
tanto aprovechémonos.
¿Y nosotros en qué estamos, a qué andamos?
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