CHINOS Y RELOJES.

“Un chino muere de felicidad al saber que tenía los gastos médicos pagados”.
Ese titular lo acabo de leer en un periódico, y la muerte del chino ajeno me ha hecho sonreír. Hago propósito de enmienda.
Suena a cuento chino, a naranja de la china, y me gustaría saber en que estado se encontraba el susodicho cuando le dieron la feliz noticia que le llevó al tanatorio.
A lo mejor el chino estaba terminal, y como los chinos son muy suyos, y muy mirados, decidió ahorrarle dinero al Estado chino y se murió. De repente. Una de las causas de defunción más frecuentes.
Menos mal que no se murió de la gripe A, porque si no a estas horas mil millones de chinos estarían en cuarentena y viviendo de la chopa suey del gobierno chino. Además, alguien tiene que hacer todas las cosas falsificadas que hacen los chinos.
Sin embargo, China no es un país falso. Existe, igual que Teruel. Allí se dedican a producir todo tipo de enseres de lujo falsos que venden a la Europa falsa que necesita presumir de falsedades. Consiguen hacer virguerías, y el que sepa distinguir un reloj de lujo falso de uno auténtico que levante la mano. Claro, una vez puestas así las cosas hay que ser muy julandrón para gastarte una pasta en un reloj auténtico si ni siquiera lo va a distinguir del falso.
Caminaba entre estas arduas reflexiones cuando topé con un conocido de nuevo fuste. Lo primero que hizo don Tipiño fue enseñarme su muñeca peluda y decirme: ¿Has visto el peluco que me he comprado? Pregunta evitable. ¿Es auténtico? Por supuesto, que es auténtico, respondió. Yo desnudé mi muñeca izquierda y le dije: ¿Y tú viste el que me ha regalado la propia? Él no se atrevió a preguntarme si era falso. No sé por qué pero dio por supuesto que era tan auténtico como el suyo. A cambio dijo: “Es de los buenos de cojones” Ya cuando nos despedíamos dije: “por cierto, Tipiño,  ¿viste esto? Y me arremangué el otro brazo mostrándole un pedazo de reloj de esos que cuestan un potosí.
Tipiño quedó chascado, deprimidillo. Farfulló algo… no sé qué de Maradona. Me suena, ¿quién es ese tipo?
Y es que a mí a gilipollas no me gana ni dios. Bueno, un chino quizá, pero un Tipiño…


DE ESCRITORES.

Lo bueno que tiene la Literatura, la buena, es que disfrutas con ella, y lo malo que tienen ciertos autores es que siempre se adelantan, y escriben lo que a uno ya le habría gustado.
Gabriel García Márquez, el autor de Cien años de Soledad, se adelantó, e hizo bien. Nos liberó de escribir la novela clave del siglo XX.
Se admiten discrepancias, por supuesto.
Borges, para no ser menos, escribió Ficciones. Dentro del libro hay un cuento que siempre he envidiado: “Tres versiones de Judas”.
Ya me habría gustado escribirlo a mí, pero él lo hizo primero y me dejó huérfano por parte de cuento. Intuyo que lo debió hacer después de leer el Evangelio apócrifo de San Judas. Se admiten discusiones
Cortázar, maestro del cuento, rayuela y mariola al tiempo, es de imprescindible lectura si uno quiere pergeñar, aunque sea mal, cualquier escrito. De sus cuentos, todos prodigiosamente mágicos,  recuerdo con especial agrado aquél de el jersey. Brevísimo hasta el límite de lo excelso. Valida aquello que escribía Berceo “lo bueno, si breve, dos veces bueno” A ver quién es el chulo que está siquiera a la altura.
Si ustedes quieren entretenerse, y estar bien leídos, cojan cualquier novela de Pearl S. Buck. Al que encuentre la receta anti conceptiva a base de renacuajos le doy un premio.  A elegir: bacinilla de color o una fabulosa máquina de escribir (un bolígrafo).
A Joyce y su Ulises lo regalo. Mi no comprender. Para redimirme celebro todos los años el bloomsday, su día. Más que nada porque soy un follower de los desayunos opíparos.
Pero, sin duda, el libro que más me fascina, en pasado, presente y quizá futuro, sea Odisea de un tal Homero. Fascinante. El primer novelista es para mi gusto el mejor. De sus primeras veinte páginas salen veinte novelas. Un prodigio.
Aunque, por supuesto, antes de llegar a todas estas lindezas empecé leyendo novelas de vaqueros: Estefania (todas iguales), Silver Kane (un maestro), Keith Luger… (las leía en clase), y todo “El Coyote”. Cosas del acné. Leí, también,  a Agatha Christie quién resultó un hallazgo. Incluso estando en Estambul visité el Pera Palace, hotel en el que paraban los viajeros del Orient Expres, con el único afán de ver la habitación en la que se alojaba la escritora cuando estaba en la ciudad. Los gin tonics del bar del hotel los hacen al gusto inglés, la habitación espartana, y lo mejor: el ascensor con sillón incorporado. Descansas y lees mientras subes al cielo.

Lo del acné se me está pasando.

LA PORTABILIDAD (2009).

Es el término que denomina cuando te quieres cambiar de una compañía telefónica a otra conservando el número de teléfono. En este caso fue el fijo. Y ya para un mes que peno por el intento. Todo empezó como suelen dar comienzo este tipo de sucedidos. Me informan de una oferta que no puedo rechazar, contrato y al poco llegan los problemas. Estoy hablando del teléfono fijo, repito.
Voy a pagar muy poco, me regalan dos teléfonos, no hay que cambiar ningún cable, envían también un “pincho” para trabajar en el exterior. Pues bien, no es verdad. Recibo las cositas, de forma ultra rápida, instalo los teléfonos que regalan y aparece la primera sorpresa. La telefonía fija va con tarjeta. Los teléfonos anteriores no sirven para nada. Los nuevos no funcionan porque tiene que venir un señor a instalarlo o cambiar la clavija o cambiarme a mí por otro o por no sé qué  o  porqué que no consigo entender.
El adsl contratado es inferior en prestaciones, me quedo en lsd. El pincho es sólo para averías, con coste diario. Jo, qué bien, qué majos. Llamo, por favor, vengan que estoy sin teléfono fijo porque este cachivache no va, alguien tiene que activarlo. Hablo con Colombia, en ese país son hispano parlantes, pero el nuestro de comprensión y comunicación es nulo. No se enteran, no me entero, no soy capaz de hacerles comprender lo que pasa. Llamo veinte veces, de departamento en departamento, no hay manera. Nadie entiende nada, no entiendo nada, y cuando alguien dice que sí que ya ha comprendido es que no, es que es de otra sección, que tengo que llamar a otro número. Acabas exasperado. Por favor, paciencia. Si te enfadas es peor. Tranquilidad que al mal humor lo carga el diablo. A los dos días y viendo que es imposible la comprensión con Colombia hago el camino inverso. Llamo a mi anterior compañía, agachas la cabecita, hay qué gustito pa mis orejas, y dices que quieres  volver, que eres un veleidoso, que estás muy arrepentido, que ellos sí que saben timar con estilo, con glamur, que me disculpen, por favor, que restauren la línea anterior. Otra vez, más portabilidad. Otra vez lo mismo. Con Colombia a todas horas. He puesto un Cártel allí y controlo al personal. Hago diez contratos orales, me confirman el timo- tarifa diez veces, pero nada, que no puede ser, que la portabilidad da problemas. Oigan, pero es que yo sólo quiero volver a mi misma antigüedad. Escuchen, si sólo es activar la clavija y que me enviéis un router. Oiga, ¿es Colombia? Gladys, ¿eres tú, guapa? Te invito a un café de Colombia mismo, Gladys, mi amol. Qué voz tan bonita tienes, Gladys, corasón. No mujer, no estás gordita, qué cosas se te ocurren. Qué voz más bonita tienes, Gladys. Qué bonito es Colombia, Gladys, mi amol. Tengo tú voz grabada en el móvil de mi corazón.  ¿De qué compañía es su móvil, señor?. Me despierta cada mañana tú dulce voz. Dice: Hola, soy Gladys don … Es para confirmar su portabilidad. Gladys, cariño, no hace falta que me llames ochenta veces. Sí, ya sé entre nosotros ha surgido algo. Qué será. Gladys, mi amol. ¿Será un ataque de portabilidad?. Tiene que hacer otro contrato.  ¿Por qué? Gladys, mi amol. Sus datos figuran mal usted no vive en un bajo, vive en un primero. Gladys, mi sielo, si quieres me mudo. Por ti lo que haga falta. Pero, por favor, hazme una portabilidad ya que llevo un mes sin fijo, sin faxes. Todo un mes sin llamadas de telemarketing. ¿Te imaginas mi calvario? Cómo puede un hombre normal, querida Gladys, vivir un mes sin llamadas, Gladys, mi amol. Esto es insoportable, Gladys. A saber cuántas ofertas he perdido, cuántos regalos he desperdiciado. No puede ser, Gladys. Sin las llamadas de teleoperadoras ofreciéndome gangas no puedo vivir. Vivo sin vivir en mí. Me estoy convirtiendo en una sombra de mí mismo, Gladys. Por favor, a ver si das con la sección, amada Gladys, y arreglamos la cuestión. Ay, don … qué poético es usted, que linda y redicha suena su voz. Ustedes los andaluces si que son redichos, guacacomoles. Gladys, mi amol que soy gallego, mujeriña. Que llevamos ochenta llamadas, y excepto el amor que surgió entre los dos esto no lo arreglamos ni a tiros. ¿Tan difícil es? Quiero conocer a tus padres, Gladys.
Más, más difícil aún. Espero que me crean pero, si esto les parece surrealista es que no lo han sufrido en carne propia.
Recapaciten, les aseguro que la portabilidad es un boomerang que se vuelve en la esquina. Menos mal que puedes encontrar la mujer telefónica de tú vida.
Porque, deben saber que estoy felizmente comprometido con Gladys, y estamos esperando nuestra primera portabilidad.


INSOMNIO Y NÚMERO PI.

Ayer leí en El País, en su edición de internet, un titular que me llamó la atención. “En los insomnios pienso en el número Pi”.
La afirmación hizo que mi curiosidad por lo frívolo y lo extravagante se desatara, y a pesar de que me tengo absolutamente prohibido leer entrevistas de nadie me salté el stop y cliqué en el ratón para saber algo más de quién decía eso y a qué se dedicaba. (La canción de Perales, otro curioso, revivía en mis neuronas).
La afirmación provenía de Esther Herrera, que por lo que pude leer, no acabé la entrevista, es una artista plástica que hace perfomances.
Cómo estará el mundo del espectáculo para que  Esther padezca de insomnio, y que para mitigar el paso de las horas elucubre realidades matemáticas, porque supongo que se referirá a un pensamiento abstracto que  por aburrido,  e imagino que por largo si recitas todos los decimales consigue el mismo efecto que contando ovejas, la manera más tradicional de quedarse dormido. Que cada cual elija sus valerianas, alguna de marca snob, para citarse con Morfeo.
Confieso que la curiosidad por la afirmación despertó en mí el recuerdo de cuando tenía dieciséis años y osé a formular una teoría matemático-filosófica.
 Ávido de compartir el descubrimiento con la humanidad me dirigí a la profesora de física, una señorita con mucha pechonalidad, y le pregunté si podía hablar con ella a solas porque tenía algo que comunicarle.
Me dijo que sí como la buena profesora que era,  y nos citamos después de clase.
Sucintamente le expuse que no entendía el por qué las matemáticas se consideraban una ciencia exacta, porque si admitimos que los números son infinitos, cómo es posible que podamos recorrer el infinito camino que separa el cero del uno.
Por tanto, concluía, las matemáticas se trataban de una convención más de la que los humanos nos habíamos dotado en busca de seguridad, y la prueba más palpable de lo anteriormente dicho estaba en algo llamado “Accidente” ¿Por qué se caen los puentes, los edificios, los aviones o cualquier otra cosa? ¿Por qué se producen sucesos inexplicables para los científicos? ¿Por qué tengo que estudiar mates o física?
Se lo dije todo mirándole fijamente al escote. Subyugado por aquel par de prodigiosos  “pis” de la naturaleza.
Cuando acabé la señorita se encendió un pitillo y me dijo textualmente: “Y tú porque no estudias y te dejas de caralladas”.
En fin, no coló.
A partir de ahí el mundo perdió un filósofo-matemático. No sé, si lo llego a saber me hubiera dedicado a lo de las perfomances porque yo también sueño con tus “pis” todas las noches.


VAMPIROS.

Es mucha la gente que cree que la leyenda de los vampiros comenzó cuando Bram Stocker escribió Drácula.
No es así.
Unos ochenta años Polidori, médico personal de Lord Byron, dio forma a un personaje similar en una velada celebrada en la villa Deodati, la fecha exacta del evento es 16 de junio de 1816.
Pero fue con la novela de Stocker, y luego con la popularización que el cine hizo del personaje, que Drácula se convirtió en un personaje de fama mundial.
Hollywood se encargó de ello y los estudios ingleses Hammer no se quedaron a la zaga realizando magníficas películas de serie B en las cuales Christopher Lee hacía el personaje central y Peter Cushing daba vida al tenaz doctor holandés Abraham Van Helsing, primer cazador de vampiros reconocido de la historia.
El mito no muere, ni decae y  para muestra basta un botón. No hay más que ver el tremendo éxito que está teniendo Crepúsculo entre los adolescentes de hoy en día.
Crepúsculo adapta el fenómeno a la edad que va dirigido y trata los amores de una muchacha y un vampiro. Según la crítica es una auténtica bazofia. No sé porque no he leído nada de eso, y les aseguro que tampoco tengo pensado hacerlo, más que nada porque no estoy en edad de tragarme aventurillas de adolescentes, y además se me han acabado los pañuelos.
Todos damos por sentado que Drácula es un personaje de novela que ha tenido mucha suerte y con el correr de los años se ha convertido en mito e incluso en una leyenda, aunque, como es sabido, los vampiros no existen.
No es así.
Los vampiros existen. Por supuesto que existen y llevan toda la vida existiendo y dando la murga y si no se lo creen háganse el favor de leer un poco la Historia de España y ya verán como los encuentran.
La primera familia de vampiros que habitó en España llegó en 1516 procedente de Austria y estuvo aquí, sorbiendo sangre, hasta el año 1700, año en que fueron sustituidos por una familia francesa de más succión en aquellos momentos.
Con algunas idas y venidas llevan instalados en España desde entonces y en la actualidad el Chupón Mayor vive instalado en un sitio al que todo el mundo llama La Zarzuela.
Más no puedo decir, porque eso es lo que a mí me contaron. Tradición oral.

Pásalo

EL CLON.

Lo encargué a una empresa norteamericana que es muy seria para estas cosas. Lo han enviado y hace una semana que vive en casa. El clon salió respondón. Los primeros días todo fueron buenas palabras. “Hay que ver lo que nos parecemos” incluso echaba risas y fumaba canutos. Más que un clon, los al principio se comportó como un colega. Luego cambió, después llegaron las críticas. “Serás pesado, clon” Lo estoy metiendo en vereda. Si cree que va a poder conmigo está muy equivocado este clon norteamericano de mierda. Es verdad. He abusado un poco de el, en cuanto me acordé de para que lo había encargado. Primero lo puse a hacer tareas domésticas. Pero, el muy cabrito, se parece tanto a mí que no hace una a derechas. Se queda mirando la lavadora igual que yo, mira para el lavavajillas como lo podría hacer yo e incluso ha empezado a fumar. Me está empezando a salir caro el puto clon. También come, hay que vestirlo, y mandarlo a sitios para que haga algo. A los amigos les envío el clon, luego les pregunto. ¿Qué tal os fue con el clon? “Ah, pero era un clon. Ya te notamos muy cambiado, ya” Mis amigos prefieren al clon, está claro. Dicen que es más educado, voluntarioso y amigo de hacer favores. Yo, no. Me preguntan dónde lo encargué porque ellos también quieren tener uno. Mis amigos son unos copiones. Llevan siéndolo toda la vida, y encima ahora “tocahuevos”; con este tema se están pasando. No pienso decirles a quién le encargué el clon. Tienen que darse cuenta, por ellos mismos, que les estoy haciendo un favor. Les voy a contar la última putadita que me hizo el clon. El otro día tenía que atender el requerimiento sexual de una moza de buen ver, pero me encontraba cansado, sin apetito, desganado; así que decidí enviar al clon a que se diera un homenaje y que le hiciera los honores a la mozuela. Lo hice. Al cabo de dos horas apareció el clon por casa cariacontecido. “Pero, clon, ¿qué te pasa?” “Me acabo de dar cuenta que eres muy malo haciendo el amor” “¿Cómo?” “Lo que oyes, lo haces mal, eres poco cariñoso y cuando acabas dices por lo bajini “a tomar por culo”, “no me vuelvas a pedir que haga eso por ti” Me dejó desconsolado. Toda la vida pensando que era un crack, y viene el pedazo mierda éste de americano y me hunde en la más vil de las miserias. “Te propongo algo” dijo mirándome ladinamente. “A ver, escupe” Esa forma de hablar es muy americana, ¿no? “Te propongo que la próxima vez me dejes la cámara de vídeo. Hago la peli y después la vemos juntos y corregimos errores. Será la única manera de que aprendas y actualices tú software sexual”¿Software sexual? Este clon lleva una semana en casa y ya se ha vuelto gilipollas. Pero, sucedió lo imprevisto, la mozuela, otra vez la misma, qué cansina, quería repetir. Volví a enviar al clon. Cuando regresó trajo una cinta de dos horas. Ahora estamos limando asperezas. Nos estamos tomando una cervecita, y me está dando una lección magistral de que hay hacer, cuando lo hay que hacer y como hacerlo.
Para mí que viene con una licenciatura de algo debajo del brazo. Lo que sabe el tío clon este.



EL GRAN CHINDOLO.

En uno de los internados que estuve mis padres tenían un piso alquilado en el pueblo. Los viejos no sabían que yo tenía la llave. Todo un curso, bueno, hasta que me echaron tuve dacha. ¡Qué nivel! En aquella casa se sucedían los despropósitos. Los más íntimos tenían copia de la llave y era conveniente llamar antes de entrar, porque no era raro encontrarse hasta con la mismísima Guardia Civil, de cuerpo presente,  llamada por alguno de los vecinos, piadosos y cumplidores de la ley que habitaban en el inmueble. Incluso llegaron a llamar a mis progenitores para advertirles de lo que sucedía, pero como mi padre tenía dominó y mi madre andaba distraída con el parchís decidieron no enterarse, porque grave, lo que se dice grave tan poco sucedía nada. Música alta, risas y…qué, qué más, tráfico de personas. ¿Drogas? La gente no estaba informada de que esa eventualidad pudiera suceder, y aquél olor raro procedía de las borrajas que cocía de caldito. ¿La borraja es comestible? Claro, la trae papá de sus innumerables viajes a La Rioja, y es muy rica, nutritiva y  ese olor. Hay que gustito pa mis orejas. ¿No os parece agradable? Preguntaba. Respondían: sí, ahora que lo dices, desagradable no viene siendo. Por favor, disculpar la música pero es que estos cantantes modernos chillan demasiado, y no tengo cintas de tangos ni siquiera de boleros, con lo que me gusta Moncho, por favor. Las fieras se amansaban y como sus hijas subían a ver qué pasaba no le daban más importancia. La importancia de llamarse Ernesto, decía a mis amigos. Pero, si tú te llamas Tiraboleiro. Bueno, es un decir, tampoco va a ser todo literal, ¿no?. Pero, cuando llegaba él todo se convertía en algarabía . Él era El Chindolo. El tío con la barriga más grande que he visto en mi vida. Chindolo miraba para abajo y todavía se veía. Debajo de aquél Everest emergía un tremendo efecto voltaico que quién escribe hubiera matado por tener algo así. Aunque fuera un tercio. ¡Qué tío! Cuando llamaba al internado, haciéndose pasar por el tío Juan, yo decía: Voy. Y lo dejaba todo. Se lo presenté a todos los amigos, conocidos y fiestas de guardar. Jamás defraudaba. Un día los de alrededor decidieron comprobar su acreditada fama, para mí, ya probada en combate ajeno. Fueron a cierto sitio y allí la encontraron. Estaba desdentada, no se había depilado en los últimos cuarenta años, tenía un buen bandullo y le pegaba a la garnacha con frenesí. Bingo. Carnes para el sibarita Chindolo. Cuando acabo el proceso de selección me la presentaron y la puse en antecedentes. Verás, él llega a las cinco, tú a las cinco y diez. Dices que vienes a hacer limpieza y cuando se te acerque una barriga no va a ser eso lo primero que notes. ¿Vale? Pues que te paguen estos que tienen ganas de experimentar con gaseosa.
Todo cronometrado. Apareció Chindolo, luego ella. Chindolo izó el periscopio, y echó una visual. Le dijo algo al oído mientras restregaba el catalejo, la barriga todavía quedaba en el más allá. Fueron a una alcoba y allí se estuvieron contando sus vidas desde el momento que vinieron al mundo. A las cuatro horas la mujer salió desesperada, descangallada y fané.  Se acercó a nosotros agotada. Le pregunté. ¿Qué?  No aguanto más, ese hombre no es humano. Es, es…Es Chindolo, amor.
Habíamos cruzado apuestas mientras le dábamos al caldo de borrajas. El más osado jugó al seis. Dime,  ¿cuántos, bonita, guapetona, hermosa mía? Conté diez, diez. Después se agarró al somier. Puse la mano y dije a los compis: apoquinando. Y eso que hoy, ya os dije que tenía mala cara, que andaba cansado, pero… ¿diez? Debe de tener un mal día. La dama de las camelias se marchó. De repente salió él, el gran Chindolo, se plantificó delante de nosotros y espetó, en nuestro idioma costa, da morte:
Oiches, Tiraboleiro. A esta casa faltalle decorasión, elojo como é que non tes un ábaco na  habitasión.


SOSTIENE TEIJEIRA.

Sostiene Teijeira que la mejor novela portuguesa que ha leído a lo largo de su vida está escrita por un italiano, Antonio Tabucchi; colosal; en el cine la pueden ver protagonizada por el gran Marcelo, pierde; la novela se titula Sostiene Pereira.
Sostiene Teijeira, que si ustedes quieren leer a un gran escritor portugués, deben de leer a Fernando Pessoa; es tan bueno que agota los adjetivos admirativos.
Sostiene Teijeira que si a ustedes les da por ahí, también pueden leer a uno de sus antepasados; el gran Teixeira de Pascoes, un buen poeta, no lo duden.
Sostiene Teijeira que él estuvo sentado al lado de Pessoa, que tiene una estatua frente al Hotel Borges, en Lisboa, y que el hotel era cutre, con precio de cinco estrellas, que lo único bueno que tenía era el nombre y un café al lado, magnífico y una librería enfrente, estupenda.
Sostiene Teijeira que la segunda vez que estuvo en Lisboa se alojó en el Ritz, 100 pavos en bonos Bancotel, un chollo, en ese hotel todo es King Size, hasta el amor es exagerado.
Sostiene Teijeira que en el Ritz tuvo un altercado en el bar con otro cliente; el otro encendió un puro apestoso y él  encendió un canuto de maría para contrarrestare el olor; el otro le recriminó, y él recriminó al otro. Hicieron tablas. El encargado, entre risas, le preguntó si le pasaba uno, un canuto. Ruló uno.
Sostiene Teijeira que se ha sacado de enrollarse; no se enrolla ni con maría, ni con jrifa. Se enrolla solo y con quién le deja.
Sostiene Teijeira que en la terraza de un restaurante, en la Alfama, conoció a una señora mayor; que empezaron a hablar y hablaron tanto que la señora les invitó a su casa a tomar café. Hablaron de la monarquía. A la señora le gustaban mucho los reyes de España; él le manifestó su debilidad por don Duarte, rey de Portugal y le dijo que el único defecto que le encontraba era su fealdad, pero que esos hombres en pelotas deben mejorar mucho, de hecho está casado y la mujer no le sale huyendo porque iba a un ritmo de hijo por año, de la época.
Sostiene Teijeira que él tuvo un bisabuelo que tuvo 24 hijos, tres de la primera esposa, de la que él desciende y 21 con la segunda, hermana de la primera.
Sostiene Teijeira que él es el último López, si nadie lo remedia, que el día que se muera acaba la saga, luego empezará la fuga, por cierto, una novela excelente, de Torrente Ballester. (Saga y fuga de JB)
Sostiene Teijeira que le gusta mucho Portugal, que conoce todo el país, de norte a sur, que los portugueses son gentes muy agradables, que hacen el bacalao de forma excelente y que el único mamarracho, del que tiene noticia, portugués, trabaja para el Real Madrid.

Sostiene Teijeira que siempre tiene que haber una excepción para que se confirme la regla.

CIUDAD DE LA CULTURA (9-5-09).

Todos los gallegos sabemos que Galicia es un planeta, al que algunos reduccionistas llaman país, que orbita sobre España, con una población dispersa, y en el que regurgitan a diario un millón de vacas.
En Galicia, además de idioma propio, tenemos una forma de vida propia que la mayoría de los foráneos dicen entender, pero que en realidad no entienden nada.
En Galicia el votante mayoritario es de derechas a pesar de que no seamos precisamente ricos ni especialmente favorecidos por la Administración Central. Tenemos un clima lluvioso que algunos achacan a los fenómenos naturales propios de la meteorología, pero los nativos sabemos que el verdadero origen de tanta agua es que mean sobre nosotros y decimos que llueve.
Lo escribía Castelao, igual que decía que hasta El Bierzo todo el tojo gallego es.
Tampoco tenemos un gran número de pensadores, y los que hay, y  los que sobreviven, están ocupados tocando la gaita y discutiendo sobre si son churras o merinas.
Galicia se mueve para atrás. Modalidad cangrejo libre.
El afán de situarnos en el mapa ha llevado a los políticos del PP, que antes gobernaron la Xunta, a querer hacer una Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela.
Las dichosas y faraónicas obras comenzaron bajo la égida de Fraga y… continúan. ¿Cuántos años han pasado? ¿Cuánto dinero llevan allí invertido?
Casi todo el mundo está en contra del monumental proyecto porque no tiene definido un plan específico de lo que albergará. Todavía a estas alturas no saben que es lo que contendrá cada edificio, si es que algún día consiguen terminar el proyecto, e incluso algún periódico local sacó un concurso de ideas estilo libre “Tú qué pondría en la Ciudad de la Cultura, majete”
Eso sí que es democracia mire usted. No tienen ni puta idea, y nos preguntan a los figurantes de esta nación que orbita sobre sus ombligos. Sí, señor. Paga impuestos para esto, para que nos hagan obras inconclusas por los siglos de los siglos. Amén.
Como sigamos así, al pobre Fraga le va a dar el gran jamacuco y tendrá que ver la inauguración de su ciudad en compañía del gran manitú.
No hay derecho, hombre. A ver si aceleran el tema y nos sentimos orgullosos de algo emprendido por don Fraga, y ya puestos propongo que lo momifiquen y lo expongan como atracción central.
Otros países han hecho esa gamberrada con gran éxito,  y se sienten orgullosos.
A Fraga que lo expongan con el bañador de Paloma que con menos tela se viste una familia numerosa.
Si necesitan alguna otra idea peregrina ya saben: Llamen a Fraga y si está ocupado me llaman a mí.
O, si os va mejor, me enviáis un Emilio, eso sí: Touriño.



EL TATUAJE.

No son pocas las personas que en su fuero interno esconden un deseo  e Hipólito García no era una excepción. Porque Hipólito, a quién todo el mundo, y durante toda su vida había llamado Hipo, tenía un capricho que había permanecido largo tiempo aparcado en el fondo de su memoria.
Po esa razón un buen día se dirigió a un establecimiento muy alabado por su higiene, y renombrado por la calidad artística de sus trabajos, y se puso en manos del afamado maestro tatuador de origen chino Cho Cho Lin.
Lo había pensado bien, y al fin se había decidido. Algo original, hermoso, pequeño pero visible para adornar la parte izquierda de su cuello.  Una frase de tres palabras en ideogramas chinos.
La frase elegida fue: “te quiero mamá”. Homenaje póstumo a su adorada madre.
Cho Cho Lin hizo un trabajo magnífico tal y como tenía por costumbre. Una hora después Hipo ya estaba en la calle enseñando tatuaje.
Se sentía bien. Se miraba al espejo continuamente. Se deleitaba mirándolo y era muy feliz.
 Desde que Cho Cho Lin había escrito 我的屁股 en su cuelo la vida le sonreía. Todo le salía a pedir de boca.
Por eso no le extrañó que los capitostes de su empresa le convocaran a consultas, y que le ofrecieran un destino dorado: China.
Era el destino dorado para todos los ejecutivos de la empresa. Sueldo duplicado, alta calidad de vida, gastos pagos, golf y todo tipo de extras más.
Hipo, que era un hombre decidido y soltero, no se lo pensó dos veces. Aceptó.
Aún no habían pasado ni quince días, y ya estaba instalado en la capital  de la China en un hermoso apartamento con vistas al rascacielos de enfrente. Cortesía de la Compañía.
Sólo había una cosa que no entendía. Desde el mismo instante en que había bajado por la escalerilla del avión empezó a notar las miradas de la gente. Miraban para su cuello y sonreían sin disimulo. Las chinitas lo hacían tapándose la boca con la mano y echando gorgojos de risa, y algunos hombres le mostraban la lengua y la deslizaban por los labios.
Harto e intrigado con la cuestión se dirigió resuelto a su jefe, uno de Mondoñedo, patria de Cunqueiro, quién al igual que él tampoco tenía ni repajolera idea de chino, pero que dominaba a la perfección el dialecto de la “retranca”, y le preguntó abiertamente: ¿oye, qué pasa con los chinos que me sacan la lengua a todas horas?
 El de Mondoñedo lo miró de arriba abajo, y le contestó: ¿es que no ves la tele? Están echando a todas horas el anuncio de Martini, y los chinos son como los monitos de repetición. Ahora copian, ahora imitan. No le des más vueltas, cosas de chinorris o efectos secundarios del chop suey, vete a saber.
Por unos días Hipo aparcó el malestar y creyó a pies juntillas la explicación que le había dado su señorito, pero como el fenómeno continuaba, incluso después de terminada la dichosa campaña publicitaria, dedujo que algo más ocurría que a él se le escapaba.
Se plantó ante su secretaria, una hermosa políglota taiwanesa, y le preguntó: por favor, Glo Tsu, dime ¿por qué los chinos me sacan la lengua?
Glo Tsu sonrió y le contestó: es por su tatuaje en el cuello.
 Bien bonito que es, contestó Hipo, dice “mamá te quiero”
La secretaria se echó a reír y le dijo: “disculpe, señol Hipo, pelo el tattoo no decil eso”
¡Cómo! ¿ y qué decil entonces? Perdón decir.
Me da velgüenza decil.
Dímelo, please.
Decil polque usted quelel. Dice: “dame pol culo”.





"CUANTA PUTA Y YO QUE VIEJO"

Vi y escuché, por casualidad, en el Youtube a los Gabinete Galigari cantando “Al calor del amor en un bar”.
De esa canción sólo me gusta la letra. Lo que hacen en directo con el tema roza lo horrendo. Urrutia tocando una guitarra no sale de tres acordes, el campeón.  Soso a más no poder, y con ritmillo para romper las cinturas de un geriátrico. Todo mal, salvo la letra. Esa canción si la hubiera versionado Sex Pistols, a la manera Sex, podría haber sido un éxito en todo Moratalaz.
Creo que fue en el año 78 (siglo pasado) cuando fui a un concierto de Siniestro Total. Cantaba Germán Copini. Un crack. Allí la mega star era él. Sucedió en La Coru.
 Copini salió al escenario vestido de paramilitar, y con un pollo colgando del cinturón. Empezó provocando, como debe de ser. Después de cagarse en todos los turcos (coruñentos), arrojó la pava del cigarro que estaba fumando al público. Los asistentes, éramos un par de hordas, replicó de la misma manera, y aquello no se convirtió en una hoguera de San Juan de pura casualidad. Un propio no le tiró la pava. Me encontraba muy cerca del escenario. Viviendo al límite. Cuando se hizo el silencio le chillé a Copini: ¿la ves?,  mostrándole la pava, “por los cojones te la tiro, portugués de mierda”. Germán sonrió y me hizo una peineta. “tira esa, cabrón”. Estaba con una novia, a saber cual, me estaba fumando un cijarro de esos de la risa y estaba feliz, contento. Por fin, alguien de puta madre.
Me dijeron que Copini preguntó al terminar el chou si andaba por allí. Ya no estaba, tío. Estaba con mi pava pelando la idem. Lástima de garimbas. No se puede estar a todo.
Los de Vigo son llamados portugueses desde tiempos inmemoriales por los de La Coru. Creo que la cosa empezó con Viriato. Ellos nos llaman a nosotros turcos porque el autobús que trasladaba a la hinchada del Depor a Vigo se llamaba Tour Coruña (Turco).
Uno de mis mejores amigos, el finado Toni, del que además tuve el honor de ser compañero de trabajo, era de Vigo, y no nos llevamos bien sino lo siguiente, que dicen ahora los chavales. Y es que a mí esto de las rivalidades tribales me parece de catetos, y como yo soy más bien de hipotenusa… pues eso: “cuanta puta y yo que viejo”.
 También podéis poner aquello de “me pica un huevo”, y si no empezáis el día con una sonrisa ya sabéis recurrir a Marhuenda que es muy chistoso.
“Malos tiempos para la lírica”.


YOKO ONO.

¿Cuándo se hartaran de una vez todos ustedes de odiar a Yoko Ono? Es que no lo puedo entender. ¿Es que para querer a alguien hay que odiar a otro? ¿Es qué para ensalzar a Lennon hay que denostar a Ono? Por favor, revisen sus recuerdos y no me hagan escribir. Es que no se acuerdan de aquella noche en que llevados del agua de los floreros, de los efectos secundarios de una anfeta, de las volutas del humo que sobrevuela, de un ácido masticado, de una vena inflada al viento, de una tocha aspiradora, del mismísimo Baco, o de su propio imaginario conocieron lo increíble de algún despertar, y pasar al asombro del “no puede ser”. Piensen, piensen, no me hagan dar más explicaciones. No querría pasar de ahí. No sean mezquinos. Todos tenemos mal gusto, hagan memoria. Algunos viven instalados en el. ¿Y? ¿Sólo esa consideración? Es que ya no se valora a alguien que te hace feliz, que habite tus fantasmas, que esté en tú personalidad, que te maneje, que te haga accesible. Alguien que te ayude en el tránsito. ¿Qué es lo que hay que valorar? Y, además está el amor. Eso etéreo, indescifrable, esa química que a veces sucede entre dos personas. Esa física que te puede transportar al paraíso. Esa jodida cosa que te puede llevar al abismo. Hay gente, muy afortunada, que dice que le pasa a menudo; otros menos agraciado tienen que agarrar a lazo sus oportunidades. No hay que dejar pasar la oportunidad. La vida se acaba justo al doblar la esquina, cuando llegas a la estación apeadero. Nunca he conocido a una persona que llegado su turno se rindiera de buen grado. Todo el mundo lucha con denuedo. Está en nuestro código genético. Luchar sin descanso y si de vez en cuando se cruza un abanico de ojos que parpadea a nuestro paso, hay que pararse. Los milagros no suceden todos los días a pesar de que todas las noches acaben al alba, pese al misterio que de la bruma deja. Saquemos nuestras cabezas del culo del culo de la avestruz en la que a veces anda. No perdamos el tiempo en discutirle el amor a nadie. ¿Yoko Ono? Bueno. Guapa, guapa no venía siendo, pero para gustos... Allá cada cuál con sus emociones y su paleta de colores.
Disculpen, sólo una cosa más.
¡Viva Japón!


EL VALLE DE RE.

El valle de Re está justo en medio de las dos Alsacias. Rapública independiente, y asimétrica. Más abajo está lo siempre ignoto, lo abstracto, lo sondable, lo apetecible, lo jugoso, lo húmedo, lo que siempre provoca apetito. Es maravilloso estar ahí. Guardada entre columnas vive la felicidad.
 En la parte más extrema del valle de Re está la base sostiene la vida, y justo en  medio hay una hondonada redondeada que a ningún lado va, pero que brilla cuando el sol seca las gotas que llegan a la orilla.
 Todo respira armonía. Todo es hermoso cuando estoy contigo, cuando hablo contigo. La paz se instala en mi corazón, recupero el equilibrio perdido y me encomiendo a tareas de alto riesgo. Salgo a la procura de la felicidad compartida. El amor es generoso. Tú eres generosa, mi amor. Eres hermosa.  No recordaba tanta felicidad, ese antiguo recuerdo.
 En el valle de Re me pierdo, por sus simas me asomo Ojalá Que el tiempo nos haga envejecer juntos. Apasionados, estrechamente abrazados, tiernamente besados, suavemente acariciados. Dormiremos felices siempre en el valle de Re.
 ¿Es amor? Sí, dulce turroncito; ¡Es amor! No tengo ninguna duda. Lo sé sin ser un experto. Pero, lo sé. No lo intuyo. Ni es o sea, ni siquiera depende, ni puede ser. Eres mi dulce amada con cara de niña de quince años sorprendida por la fuerza del amor,  y del deseo. Lo sé, mi amor,  lo  sé.
 Quiero estar contigo para siempre, amarte sin desmayo, estar siempre entre tus brazos libando la esencia de tus besos. Sólo ver tus ojos llega para calmarme,  aquietarme, para olvidarme de la prisa. Disfrutemos, intentemos ser felices juntos. Más fácil no puede resultar. Ni siquiera tenemos que poner nada de nuestra parte; basta con dejarnos arrastrar por la intuición de nuestros corazones.
¿Te he dicho hoy que te quiero? Pues escúchalo vida mía: TE QUIERO. Estoy enamorado de ti, loco por ti. Sólo deseo estar contigo, quedarme dormido a tu lado. Despertar acurrucado al calor de tu cuerpo, mirarte a los ojos y decirte: Buenos días, mi amor. Te quiero. ¿Has dormido bien? Y sentir la llegada de tus buenos días.


WANTED MEMO/A.

Oye, disculpa, ¿puedo hacerte una pregunta? Bueno, ¿puedo hacerte varias preguntas? ¿Sí? Gracias.
¿Eres memo? No ¿Mema, tal vez? Pues estás de suerte. Estás ante tu gran oportunidad. ¿Sabes inglés? ¿Eres negro? ¿Tampoco? Bueno, pues ¿Negra, tal vez? ¡Enhorabuena! Muchas felicidades. Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así.
Dicen los que saben,  que la oportunidad es un tren que sólo pasa una vez en la vida. Así que no te olvides. Saca un billete y súbete. Porque estás ante la oportunidad de tu vida. Créelo, el trabajo perfecto. Si tienes la cualificación adecuada, los estudios necesarios, y una buena ración de memez a tus espaldas di “albricias dadme porque soy muy feliz”, y tira para adelante, porque…
… La suerte está echada, amiga/o memo. Ha empezado tú carrera. La carrera madre de todas las carreras. Podrás hacer la ruta 66, tararear country e incluso decir y afirmar que Bob Dylan canta bien. Vale todo amigo/a memo/a. Todo está permitido. El caso es ganar todo lo demás es accidente.
¿Sabes lo qué tienes que hacer? ¿No? Pues Tiraboleiro que es muy amable, y amigo de hacer favores te lo dice. No emigres a Alemania, amigo/a memo/a. ¿Para qué si no eres ingeniero/a? No vayas a Londres, ¿para qué? En España se crean todos los meses puestos de trabajo de camarero/a. No vale la pena emigrar a un país de Europa. No. Adonde tienes que ir es allí, donde todo se decide, a EEUU. Hazte gringo, amigo/a memo/a. Allí la vida está llena de futuro pluscuamperfecto.
¿Es que acaso todavía no lo sabes? Si, hombre-mujer, memo y mema. Allí está la tierra de las oportunidades. Allí acaban de convocar, y no precisamente por el turno restringido, la Oposición a Presidente de los Estados Unidos de América. Estás ante tú gran oportunidad, no la dejes escapar. Tú puedes ser el afortunado/a memo/a que lo consiga.
No te desanimes memo/a de mi corazón. Puedes lograrlo. Fíjate si no en la valía de los otros aspirantes. Seguro que te parecen unos memos/as de tomo y lomo, ¿verdad? ¿Imbatibles? No, no te rindas… confía en ti mismo/a.  Tú puedes ser mejor que ellos. No lo dudes. Vales mucho. El auténtico memo/a cotiza alza en el índice Tom Jones.
Tienes experiencia acreditada, llevas votando a auténticos memos/as años y  años. Y a ti a memo/a no te gana nadie. ¿No es eso lo que dices en los bares? Acuérdate. Eres el crack de los memos/as. El pichichi de la liga de memos/as
No lo pienses Más, tú futuro está allí. Es la tierra de las oportunidades. Allí tienen un sistema de vida propio, la fabulosa vida americana.
Allí si que hay primarias, memo/a. No como aquí. Que lo sepas.  Allí, en la tierra de las exageraciones, han dado la campanada de salida para elegir a su próximo Presidente en noviembre del año 2016. Y lo han hecho en agosto del 15. Precavidos,  con tiempo para que tú llegues allí y puedas optar a un puesto de trabajo altamente remunerado.
El mundo te necesita, memo/a. Ya sabes, emigra. ¿A qué estás esperando? Ah, y no te olvides, llévate unos espejitos, unos colgantes y unos abalorios, y ya sabes: ¿truco o trato? Llegas a Presidente/a seguro, y si no lo consigues, no te preocupes. Persevera. Ya sabes a ti a memo/a no te gana nadie, y ese nadie incluye a Donald Trump.
 ¡Faltaría más!

Pd. Jamás le perdonaré a Walt Disney lo que le hizo a Bambi, aunque reconozco que era un visionario. Con el nombre del Pato acertó de pleno.

EL PERISCOPIO.

Estaba haciendo estiramientos de holgazanería cuando recordé aquella historia. Todo vino a cuento después de escuchar a un prestigioso nutricionista recomendar que si quieres llevar una vida sana debes de comer al menos cinco veces al día, y hacer tres siestas. Nada, pues con denuedo. Por mí que no quede.
La cosa podría dar aún más de si. Recientes investigaciones realizadas en la Universidad de Harward afirman que: si no haces la cama, si duermes desnudo y bebes vino tinto, que equivale a una hora de gimnasio, no sólo tendrás una vida sana, y un cuerpo diez, sino que además estarás a un paso de encontrar la felicidad. De acuerdo. All right, ¿y si la ingesta es de cerveza equivale a una maratón? Pregunto.
¿Y acaso eso no es lo que buscamos todos? La FELICIDAD. Así, con mayúsculas.
Eso es lo que le pasó a Fermín el Delincuente. Buscaba una cosa y se distrajo haciendo otra. Sucedió hace años, pero me acabo de acordar hoy. Siento la tardanza, cosas de la desmemoria.
Fermín el Delincuente era el mejor amigo de Martín el Chino. Otro de la misma vaina. Los dos estudiaban, es un decir, en el mismo sitio. Compartían el mismo pupitre, se bañaban juntos en verano y salían a pescar truchas con frecuencia. No diré más: eran amigos.
Por supuesto, yo era amigo de los dos, y aunque rara vez salíamos juntos, si que hacíamos una cosa que nos gustaba mucho a los tres. Y no, no me refiero a eso. Jugábamos al fútbol, y cazábamos ranas en los estanques. Lo del fútbol se nos daba francamente bien. Tanto que incluso Fermín el Delincuente llegó a probar con el Real Madrid. Ya sabéis, ése equipillo. Lástima, para él, que todavía no lo presidiera el ínclito mangante Florentino. Lo habría fichado, porque aparte de sus dotes naturales para el regate, Fermín el Delincuente también era muy de ir al peluquero Agustín. Y eso en el Madrí es un mérito de cojones. Pero esa es otra historia. Podría ser el cuento del peluquero Agustín, y no es el momento ni la ocasión de hablar de Agustín, y menos todavía de contar lo que realmente sucedía en su peluquería. Olvidémoslo pues.
Una tarde, Fermín el Delincuente, acudió a casa de Martín el Chino. No era ninguna novedad, iba casi todas las tardes. Tenían que hacer un trabajo juntos para la clase de Trabajos Manuales, lo que ahora viene siendo Pretecnología. Fermín estaba enfrascado en sus cosas y a cargo del trabajo quedó Martín. Se cansó pronto, y de repente se le ocurrió: Oye, Fermín, ¿por qué no haces tú el trabajo? No sé, estoy algo cansado. Creo que estoy teniendo un ataque de conjuntivitis o algo así. ¿Lo haces tú solo? Vale, ¿y qué me das? No sé, ¿qué te doy? Quieres… ¿mi tira chinas? No. Mi espada de romano. No. ¿El balón de yes que le robé a Arturo? Tampoco. Pues… no sé… ¿qué quieres entonces? Fermín el Delincuente tenía la respuesta preparada. Quiero… y le dijo al oído lo que quería.
Hecho, choca esas cinco. Una vez realizado el trato Fermín se puso manos a la obra y culminó el trabajo: un periscopio.  
¡Cojonudo! Exclamó Martín contemplando tal maravilla, y además funciona. Ahora me toca a mí cumplir mi palabra. ¡Vamos a probarlo!
Subieron una planta, esperaron el momento oportuno, y cuando todo estaba listo, y los hados eran propicios sucedió el descubrimiento que cambió la vida de Fermín el Delincuente.

El periscopio se izó hasta el ventanal que comunicaba con el retrete donde estaba la hermana de Martín desnuda pintándose las uñas. ¡Qué maravilla, qué tetazas tiene tú hermana, macho! Enhorabuena, Martín. Felicítala de mis partes, por favor. 

MANIFIESTO DE LA AEIOU.

En el día de ayer se celebró una Junta Extraordinaria de la AEIOU (Asociación Española Independiente Organizada Últimamente). El lugar elegido fue la playa de Espiñeiro, Mera. La orden del día era monotemática, y atendía al lema: “Qué pasa con lo nuestro”. A la reunión asistió, como no podía ser de otra manera, la señora Miluca, que también preside la Asociación de Amas de Casa de Guitiriz, y que compatibiliza ésta presidencia con la de la AEIOU. Llegó acompañada de sus vocales, de su nieta Loliña y de la ilustre comadre conocida por el gentilicio de tía Pirula, en calidad de genérico invitado.
Aprovecharon los descansos de las sesiones plenarias para darse baños de sol, disfrutar de la mar océana, y catar esplendidas tortillas de patata. Después de los filetes empanados se emitió un comunicado que fue redactado por la ínclita Loreniña en su calidad de fedataria del evento.
Dicho manifiesto fue retransmitido por la megafonía de la playa, y no hubo camarón ni lagarta que no tomara buena nota de lo dicho.
La AEIOU hace saber algo de vital importancia. Escucha con atención. Si eres hombre o mujer, cocinero o cocinera, debes saber esto. Sólo lo diremos una vez. Pero, antes de nada respóndete a esta pregunta ¿Cómo condimentas tus guisos? Es vital que te respondas a ti misma/o con sinceridad, no lo olvides. De hecho si no lo haces tú mismo/a puedes inducirte al error, y nosotras como miembros/as de la AEIOU declinamos cualquier responsabilidad en caso de queja.
Es cierto, hubo un tiempo para el jroña que jroña. Ya pasó, relajaros. Ahora lo que está de moda, lo más de lo más, lo trending topic y todo lo que queráis añadir es la Ñora.
Sí, la Ñora vuelve. Y lo hace con fuerza. Viene para quedarse. Así que ya sabes, si tienes un perol, una tartera o una pota con la que hacer guisos, ¡no te olvides, échales ñoras! No te arrepentirás. El sabor será tan delicioso que incluso te olvidarás de ir a la playa. Podrás librarte de esas incómodas arenas que se cuelas por dios sabe donde esos agujeros. Ahorrarás en duchas, y todo lo conseguirás gracias a ella: a la ñora.
No lo pienses más, consume ñoras. Serás más feliz, y si todavía no te lo crees escucha este testimonio.
Desde que condimento mis guisos con ñoras mi vida ha cambiado. Soy una mujer nueva. Vivo instalada en la felicidad, y todo gracias a ellas, a las ñoras. Por eso te digo: consume ñoras, no te arrepentirás.
Incluso, aunque seas raro/a de cojones las ñoras te cambiarán el carácter. Conmigo han obrado milagros. La gente me quiere; nadie me sugiera que me vaya de su casa, e incluso mi hijo ha encontrado una buena novia con la que casarse y sentar la cabeza.
Fdo. La tía Piru.
Después de leer con atención todo lo anterior decidí hacerme la manicura y la pedicura. Todo a la vez. Y es que, os lo digo de verdad, cada vez que me hago lo de las manos y lo de los pies tengo la sensación de estar amputándome algo. Menos mal que hoy tengo, ¡como no!, guisote con ñoras.






EL MAL DE CHANO SOY YO.

Del famoso y avezado periodista que descubrió que La Mujer Barbudo era de Valladolid, y que se había casado con El Hombre Elefante, que era de Burgos, que habían tenido cuatro hijas, y un hijo conocido popularmente como Cid Campeador, y que informó que actualmente viven felices y comen perdices en el pueblo de Corcubión, llega desde el Daily News Ferrol para el Mundo, la crónica del relojero Chano, conocido popularmente como Chano Soy Yo.
Esta es la increíble historia del relojero Chano Soy Yo, de venta en tus mejores periódicos.
Chano nació en su casa porque aquella mañana su madre perdió el autobús de ir a dar a luz. La cosa sucedió sin grandes novedades. La asistió su esposo el popular Chanito, y en homenaje a él lo bautizaron a los tres días con el nombre de Luciano, como su abuelo. Sólo el discurrir del tiempo y una iniciativa pertinaz fue capaz de cambiar su nombre.
Chano Soy Yo nació retraído, y desde pequeño se le detecto una enfermedad crónica desconocida. Cuando tenía nueve años el doctor Pérez, primo de Ratoncito por parte de madre, bautizó la dolencia con el sagaz nombre de “El mal de Chano Soy Yo”. Los síntomas son claros y recidivantes: fiebre, incapacidad manifiesta para escuchar discos de Rocío Jurado, y ataques de idiosincrasia a todas horas. Todo ello acompañado de pálpitos, sudores, y ocasionalmente furúnculos varios.
No era raro verlo caminar y sufrir uno de sus ataques. Cuando se le colapsaba la idiosincrasia murmuraba palabras inconexas, manifestaba deseos de apostatar, blasfemaba contra la Autoridad, el Orden y la Justicia, y sólo podía librarse de la pesadilla escuchando discos de rancheras. Si eran de Rocío Dúrcal el episodio remitía instantáneamente. La Guardia Civil estaba informada y lo dejaban circular por la derecha.
Por eso, y no por otra cosa, primero usó un walkman, después un mp3, luego un mp4, y siempre se le podía ver caminando pertrechando de auriculares, y siguiendo el compás de la música haciendo chasquear los dedos. Puro ritmo, ¡ouyeahhh!
Y, como no, Chano Soy Yo, siguió la tradición familiar. En cuanto acabó la EGB se puso a trabajar en el taller de relojería que tenía su padre, el ínclito Chanito. Allí descubrió el mundo. Entre ruedecillas, alicates, y destornilladores que también habrían podido servir para montar la Casita de Playmobil, encontró su vocación. Se hizo relojero.
Pero, no cualquier relojero. Chano Soy Yo quería llegar a ser EL RELOJERO. Se aplicó concienzudamente, leyó novelas de Silver Kane y se mantuvo en edad casadera hasta la tierna edad de cincuenta años para disgusto de sus padres que vivían con la esperanza e ilusión de ser abuelos. Tal empeño tenían que un día su madre, doña Hildita, dijo a su hijo Chano a Secas: Mira, mamalón, ¿por qué no te casas y me das un nieto? ¿A qué esperas, se puede saber?
Como es natural en ese momento sufrió un ataque agudo de idiosincrasia. Hizo falta que escuchara a Rocío Dúrcal haciendo un dueto con Mick Jageer para que se le pasaran los síntomas. Y como la música amansa a las fieras incluso se le olvidó el incidente sufrido.
Vivió tranquilo durante otro trienio. Sus padres tenían ya ciento veinte años cuando él les anunció: queridos progenitores, creo que debo poner fin a mi edad núbil. Me caso.
A doña Hildita le dio un parraque simultáneo. Don Luciano lo celebró yendo al fútbol y gozando viendo como Manolete del Cée le metía cuatro goles a Insua el portero del Finisterre.
Pero, ¿cómo fue posible que Chano a Secas hubiera conocido a su futura esposa?
La explicación de todo se encuentra en la mañana de aquel día. Ella entró en la relojería y él la atendió.
¿Qué desea?
¿Eres el relojero?
Si, para servirla.
Pues verás, dijo haciéndole a Chano Soy Yo, una caidita de ojos. El caso es que tengo un reloj averiado. He recurrido a muchos relojeros y ninguno ha dado con la solución.
¿Has traído el reloj?
Por supuesto, siempre va conmigo.
Enséñamelo, por favor.
¿Aquí? No, aquí no. Mejor vamos dentro. ¿Tendrás un taller, no?
Entraron. Chano Soy Yo no se lo podía creer. Jamás había visto una cosa igual.
Al final después de mirar y mirar, tocar, palpar, meter y sacar sufrió un ataque de idiosincrasia. Sus murmullos, por una vez audibles, decían:
En la vida he visto una cosa igual. Tú reloj biológico está muy atrasado. Te quiero, te quiero, te quiero.
Después empezó a babear, otro efecto secundario de la idiosincrasia.





PAPATORIAS, FIESTAS Y VERBENAS.

 Tiempos hubo en los que tenía el carnet de “festeiro”. No me perdía una. Recorría toda la costa, el interior e incluso íbamos hasta el más allá. Adónde hiciera falta. El caso era ir de fiesta. Siempre hacíamos lo mismo. La primera parte de la verbena estiramientos de codo, y después de unos cuantos levantamientos de vidrio empezábamos con el recorrido. ¿Bailas? No. Pero, baila, mujer. Lo pasaremos bien. Que no. Anda, baila. Y así media hora. Hasta que la susodicha se cansaba y se ponía explícita “a que te doy una hostia” Fin de la cita, final del intento.
Organizábamos concursos. A ver quién baila con la más fea. Éramos unos socialistas convencidos. Aunque en algunas verbenas la cosa estaba chupada (Ojalá). Si iban las alemanas la cosa podía ser de traca.
Las alemanas eran cuatro hermanas de los alrededores del downtown de mi aldea. No tenían desperdicio. Veías a una y no te lo podías creer hasta que veías a la siguiente. ¡Joder! El que conseguía sacar a bailar a una se convertía en una especie de héroe. Hasta lo podíamos convidar a medio cubata de Focking para que se recobrara del “jamacuco”. Le poníamos una hoja de laurel alrededor del cabezón, y le decíamos, como buenos romanos: “recuerda que eres mortal” No lo paseábamos a hombros para que no aprovechara la ocasión y nos gaseara a pedos. Pero, si no fuera por eso lo habríamos sacado incluso hasta la periferia de la aldea.
Un año fui muy afortunado ¡ligué! Fui el triunfador. Una aureola se ceñía en mi coco. Mi destino de ganador fue palpable. Una de las alemanas, la más fea por supuesto, se fijó en mí. No sé que me vio, la verdad, pero el caso es que se fijó de carallo. Y eso pese a tener gafas de culo de vaso, y veintiocho dioptrías en cada ojo. Lo que se fijó la tía. Como los búhos. Me miró y me contestó: “bueno…” Casi me da un parraque de la alegría. Comenzamos a bailar como peonzas, los medio cubatas de focking dan ritmo, y como el roce hace el cariño a la cuarta vuelta yo ya estaba enamorado. ¿O era mareado? Bueno, el caso es que estaba. Mareado o enamorado más o menos viene siendo lo mismo.
Triunfé. Puse una pica en Flandes, y me convertí no sólo en el héroe de la aldea, y por ende de mis amigos, sino que la hazaña fue muy comentada ese verano por toda la comarca de Neria.
Y sin embargo ahora que ya soy mayor, serio e irresponsable, lo de las verbenas ya no me parece lo mismo. Antes desde finales de mayo hasta mediados de octubre había fanfarria y alborada todos los días. Sólo tenías que consultar el calendario, y tener algún amigo con coche y ganas de pasarlo bien. Siempre.
Ahora todo es más difícil. No sabes qué elegir. No sabes adónde ir. La oferta es tal que a la verbena tradicional, a la fiesta patronal por excelencia, se le han sumado las múltiples Fiestas Papatoria.
No hay pescado, marisco, carne, verdura u hortaliza que no tenga ágape propio. Y aún así a mucha gente todavía le debían parecer pocas las celebraciones.
Para corregir semejante déficit se han importado fiestorros de más allá del país trinitario. Una, grande y libre que es España. Ahora también puedes irte de burundi y practicar idiomas no vernáculos por esos chiringuitos
Tienes la Oktoberfest, el Saint Patrick`s day, y si eres de natural vicioso y un ferviente fan de los comercios también tienes el Black Friday para que babees como el buen San Bernardo que eres.
Pero sin duda mi favorita es Halloween. Eso sí que es una fiesta, coño. Te disfrazas, te dan calabazas y no te mosqueas; y  si no quedas contento con lo anterior, siempre puedes hacer truco y trato.

Yo soy muy de Halloween. Ya sabes, si tú también eres un “galopín”.esta es tu fiesta. No te la puedes perder. Ojo, ponen faltas. Lo de las multas es sólo un rumor.

EL REGALO.

Estaba sentado donde todo se resuelve. Pensaba, ¿qué le regalo? Y nada, no se le ocurría nada para lo que pudiera tener presupuesto. Antes era diferente. El dinero da ideas y hace posible que la compra de “algo” no se convierta en una pesadilla inalcanzable.
¡Ay, qué tiempos aquellos! Los echaba tanto de menos. Ahora todo era distinto. Recordaba aquellos dispendios. La vida parecía confeti. Una piñata cada día que romper. Coches de alta gama en el garaje. Nevera a rebosar. Refrescos, panchitos y viajes sin parar.
¿Recuerdas aquel año? ¿Qué te regalé? Ay, papá. No empieces. No los echo de menos. ¡Menudos regalos te hacía! ¿A eso le llamas tú regalos? Hombre, por favor. Háztelo mirar, papi. Estás muy mal. La medicación no te funciona.
Qué cosas tienen que oír los padres. ¡Qué cosas! Ten hijos para esto. ¡Desagradecidos!
Y todo por un quítame allá esas pajas.
Aquel año sufría de la misma tribulación. Pero, claro, las cosas eran diferentes. Distintas porque tenía dinero más que suficiente. Tiró por la calle del medio.
La semana anterior había visto un anuncio en una revista especializada. Se vende, buen precio. Preguntar por el coronel Arturo. Tlf 693…
Llamó, concertó una cita, y después de dos cafés llegaron a un acuerdo. Lo compró por dos pesetas, le puso un lazo de celofán rojo, todo alrededor (diez metros de lazo), y lo dejó en la acera, a la puerta de su casa.
Al día siguiente, cuando se levantó la niña, a las dos de la tarde para comer, su padre le dijo: asómate a ver que ves.
La niña es despistada. El cielo está azul. Qué novedad. ¿Me compraste un buen día? No, hija. Mira bien. Fíjate un poco, anda.
No daba crédito a lo que veía. ¿Y eso qué es? Para ir al cole, nena. Ya va siendo hora de que dejes de coger el bus escolar. Tienes ocho años, ya eres mayor. Olvídate de Ratoncito Pérez, ya conocerás a otros.
¿Y dónde lo aparco?
Ah, por eso no te preocupes. Si no encuentras sitio empujas un poco y ya está, sitio hecho.
¿Y esto cómo se llama?
Llámalo Panzer. ¿A que es una chulada de carro de combate? El que me lo vendió me dijo que una vez lo miró Hitler, imagínate su valor. Estoy seguro que ahí te entran todos los libros, mochila incluida. Ya verás que cómoda vas. No te va a doler la espalda por culpa del peso de la cultura nunca más Y como complemento indispensable de cualquier carro que se precie toma, te hago entrega de este Elvis. Lo ves, lo miras y cimbrea las caderas por peteneras. ¿Y ése quién es? Uno que venía siendo. Tú ya sabes.   

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EN LAS HOCES DEL DURATON.


Una vez me llevaron, en compañía de otros ochenta más, a las Hoces del Duratón. Piraguas, kayak y remos. Después de una cuesta salvaje llegamos a la orilla del tío. Bajé, cierto es, ayudando a portar una piragua. ¡Lo que pesan! Dos asientos. Me subí en uno de buen rollo, y entre lo que pesaba quién escribe y el tonel del acompañante el agua llegaba al ras. ¡Me quedo! Peligroso, inapropiado y seguro que agujetas posteriores. Paso. No estoy preparado, hoy sólo desayuné chorizo, queso, huevos, salchichas y tocino, regado de cerveza y vino. Un especial colesterol, vamos,  al menos eso dijo el dueño de la venta de Pedraza donde paramos a almorzar toda la tropa. Mi jefe se enfurruñó con mi decisión. Bueno, es una opción. Ya se te pasará, majete.  Me quedé allí en la orilla con otros dos esquiroles de última hora, y una acoplada. En cuanto se hubieron largado anuncié al mundo un eminente baño. Le dije a esquirola: O miras para otro lado o te pones las gafas. Uy, contestó zalamera. Me despojé del traje de parra y me zambullí en aquellas aguas negras. Después me hice el muerto media hora, y clavé la siesta del obispo. Cuando desperté legañoso vi lo que había que ver en aquel sitio. El agua me había acunado y alejado unos trescientos metros de la orilla. El periscopio andaba cuarto menguante. Cuando… ¿estoy soñando? No, no soñaba. A unos treinta metros, por encima de mí corpiño flotante, asomados a un farallón, estaba una familia de buitres ojo avizor. Me miraban fijamente, como si tuvieran complejo de búhos. Nos observamos. Calculé las posibilidades que tenía en caso de ataque súbito. De repente me relajé. Había hecho memoria. Los buitres no atacan si no estás muerto. Me pellizqué para comprobar que no me había pasado lo peor, y me puse a nadar cara a la orilla. Si queréis mierda ahí tenéis el objetivo, chillé mientras nadaba. Cuando llegué los tres esquiroles varados andaban dándole al mus. La esquirola, miss León, se había puesto las gafas. ¿Dónde andabas? Preguntaron el señor Cádiz y mr. Sevilla. Flotando, haciendo un obispo y observando a los buitres. Me puse el pantalón y en la subida rompí una alpargata. Imaginaos la salvajada de fuerza que hay que hacer. Pleno sol. Noventa grados a la sombra. Las pobres zapatillas terminaron sus días en una papelera. Ora pro nobis. No bien hubimos llegado a la cima cuando me di cuenta: mis mónicas, ¿dónde están mis mónicas? Los gayumbos se habían quedado con el bañador allá abajo. Que baje Rita la Cantadora. Por si acaso tanteé a la de León, por si era de natural voluntariosa, y se negó en redondo. ¿Cómo vas a encontrar novio así? Pregunté curioso y solícito. ¿A ver cómo explico esto en casa? Nos fuimos de burundi, y vimos más y más buitres. Estábamos rodeados. Uno que pasaba por allí, el conductor contratado, llevaba unos prismáticos. Nos los pasó. Las vistas eran espectaculares. ¿Unas rubitas? Hombre, no sé, contestó dudoso. ¿Dónde nos llevan a comer los cuerpos represivos? Pregunté. Cerca a un sitio de cordero. Bien. Hacemos una cosita, chavalín (modo ejecutivo), tú nos acercas, nos depositas, regresas que ya sabes el camino, y nosotros vamos explorando el terreno. Nos llevó.
Entré en una venta descalzo, de bermudas, con una camiseta roja. A las dos horas apareció el pelotón. Derrengados, llenos de agujetas. No habían visto ni un solo buitre. Consolaros, nosotros estamos en tete de la course. Os llevamos cinco rubitas de ventaja. Mi jefe que estaba odiador, para variar, dijo a los presentes: Cuanto más viejo más pellejo. Era muy de indirectas. Me di la vuelta, le enseñé el reverso de mi adorada camiseta. Se podía leer: Un buen suicidio es irrepetible. En un tris estuve de añadir ¿lo pillas? El suelo estaba muy fresquito, y la comida FANTÁSTICA, casi se me caen las lágrimas y todo. Qué día más emocionante. ¡Yupi!


DE MUSEOS Y ZURULLOS.

¿Soy un radical? Sí, yo creo que si. También soy un desmemoriado, porque ahora, aunque me maten, no recuerdo si estuve o no estuve en Suecia, capital Estocolmo, ¿O es al revés? Ah, si: estuve. Casi no me acordaba. Estuve en aquél viaje que hice en un barco a uña de caballo. Paradojas. Estuve, estuve. Recuerdo pasar por delante del Museo Nobel, y por supuesto no entrar. ¿A qué? ¿A ver dinamita? No, mejor no. Pero en Estocolmo hay muchas cosas. Está llenito hasta los bordes de suecas tratando de llamar la atención de los suecos, que como todo el mundo sabe tienen mucha afición a hacer eso: el sueco. ¡Viciosos!
Viene todo esto a cuento de que a mí cuando viajo me gusta mucho ir a los museos. Pintura, escultura, antropología y demás feria de variedades. Sobre todo me gusta ir a primera hora de la mañana, cuando abren. Me motiva mucho la idea de que, en caso de apretón, puedo echar el trullo a dos salas de… no sé… ¿un Picasso? Mola. Todo limpio, recogido y cada cosa en su sitio. Defecar en un museo es un arte, un placer. Hay que ser un tío viajado como yo para saberlo, y si además eres de los que le coge la hora de plantar pinos fuera, nada mejor que un museo para un boceto. Todo es quietud. Te puedes concentrar, y allí te  puede salir una obra maestra y todo.
Por eso hoy me apenó mucho lo que escuché en la radio. Sí, en el coche la escucho, en casa no. No tengo mando a distancia para encenderla, y algunas cosas me dan una pereza… Además, es mucho mejor que la tele, el único inconveniente es que no se ven escarabajos pelotudos de la familia Belén Esteban o la muy ínclita Chabelita.
El caso es que iba o venía, tampoco viene al caso, en el buga y lo escuché. ¡Cáspita! Exclamé transido. Qué buen trullo hubiera echado allí, afirmo.
Hablaba un señor de esos que viajan mucho, y que recomienda sitios.  Adónde ir, qué ver y qué cosas debes hacer, comer y beber, y decía: Sí, amigos si (cuánta gente debe conocer este hombre), si vais a Estocolmo no os lo podéis perder. Si queréis ver cómo eran aquellas años, cómo se vestían y escuchar TODOS sus discos tenéis que ir. Se trata del museo ABBA. El mítico grupo sueco que ha vendido la friolera de cuatrocientos (400) millones de discos en todo el mundo.
Yo no sé si me vais a entender, pero… me entró una mala conciencia que… En fin, pelillos a la mar. Otras visitas a uña de caballo haré, otras ocasiones vendrán, y en otoño las hojas caerán. Cosas que pasan. Ay, que me pongo lánguido.
De todas forma, y como soy un tiquismiquis, una vez arribado a casa, aparte de ecco… y tomarme un café, fui a San Google de todos los Saberes y miré.
Resulta que los cinco pisos del Museo ABBA fueron inaugurados en el año del señor de 2013 D.C. Y, si no recuerdo mal, yo estuve en Estocolmo paseando a uña de caballo, y viendo pasar zagalas y zangolotinos en bici por el 2008, y… la cosa aún no existía. Es más no había ni rumores, porque si no, creerme no habría entrado allí ni aunque me estuviera cagando mismamente.