PAPATORIAS, FIESTAS Y VERBENAS.

 Tiempos hubo en los que tenía el carnet de “festeiro”. No me perdía una. Recorría toda la costa, el interior e incluso íbamos hasta el más allá. Adónde hiciera falta. El caso era ir de fiesta. Siempre hacíamos lo mismo. La primera parte de la verbena estiramientos de codo, y después de unos cuantos levantamientos de vidrio empezábamos con el recorrido. ¿Bailas? No. Pero, baila, mujer. Lo pasaremos bien. Que no. Anda, baila. Y así media hora. Hasta que la susodicha se cansaba y se ponía explícita “a que te doy una hostia” Fin de la cita, final del intento.
Organizábamos concursos. A ver quién baila con la más fea. Éramos unos socialistas convencidos. Aunque en algunas verbenas la cosa estaba chupada (Ojalá). Si iban las alemanas la cosa podía ser de traca.
Las alemanas eran cuatro hermanas de los alrededores del downtown de mi aldea. No tenían desperdicio. Veías a una y no te lo podías creer hasta que veías a la siguiente. ¡Joder! El que conseguía sacar a bailar a una se convertía en una especie de héroe. Hasta lo podíamos convidar a medio cubata de Focking para que se recobrara del “jamacuco”. Le poníamos una hoja de laurel alrededor del cabezón, y le decíamos, como buenos romanos: “recuerda que eres mortal” No lo paseábamos a hombros para que no aprovechara la ocasión y nos gaseara a pedos. Pero, si no fuera por eso lo habríamos sacado incluso hasta la periferia de la aldea.
Un año fui muy afortunado ¡ligué! Fui el triunfador. Una aureola se ceñía en mi coco. Mi destino de ganador fue palpable. Una de las alemanas, la más fea por supuesto, se fijó en mí. No sé que me vio, la verdad, pero el caso es que se fijó de carallo. Y eso pese a tener gafas de culo de vaso, y veintiocho dioptrías en cada ojo. Lo que se fijó la tía. Como los búhos. Me miró y me contestó: “bueno…” Casi me da un parraque de la alegría. Comenzamos a bailar como peonzas, los medio cubatas de focking dan ritmo, y como el roce hace el cariño a la cuarta vuelta yo ya estaba enamorado. ¿O era mareado? Bueno, el caso es que estaba. Mareado o enamorado más o menos viene siendo lo mismo.
Triunfé. Puse una pica en Flandes, y me convertí no sólo en el héroe de la aldea, y por ende de mis amigos, sino que la hazaña fue muy comentada ese verano por toda la comarca de Neria.
Y sin embargo ahora que ya soy mayor, serio e irresponsable, lo de las verbenas ya no me parece lo mismo. Antes desde finales de mayo hasta mediados de octubre había fanfarria y alborada todos los días. Sólo tenías que consultar el calendario, y tener algún amigo con coche y ganas de pasarlo bien. Siempre.
Ahora todo es más difícil. No sabes qué elegir. No sabes adónde ir. La oferta es tal que a la verbena tradicional, a la fiesta patronal por excelencia, se le han sumado las múltiples Fiestas Papatoria.
No hay pescado, marisco, carne, verdura u hortaliza que no tenga ágape propio. Y aún así a mucha gente todavía le debían parecer pocas las celebraciones.
Para corregir semejante déficit se han importado fiestorros de más allá del país trinitario. Una, grande y libre que es España. Ahora también puedes irte de burundi y practicar idiomas no vernáculos por esos chiringuitos
Tienes la Oktoberfest, el Saint Patrick`s day, y si eres de natural vicioso y un ferviente fan de los comercios también tienes el Black Friday para que babees como el buen San Bernardo que eres.
Pero sin duda mi favorita es Halloween. Eso sí que es una fiesta, coño. Te disfrazas, te dan calabazas y no te mosqueas; y  si no quedas contento con lo anterior, siempre puedes hacer truco y trato.

Yo soy muy de Halloween. Ya sabes, si tú también eres un “galopín”.esta es tu fiesta. No te la puedes perder. Ojo, ponen faltas. Lo de las multas es sólo un rumor.

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