Aunque llegas en barco las
visitas las haces a uña de caballo, y… no son formas. Así no hay manera. Lo
esencial es la brevedad. Lo principal parece ser el descanso aburrido, el estar
sentado, o comiendo y bebiendo sin parar, y esperar a que llegue la hora de ir
a la discoteca, y que allí actúe un pequeño circo de variedades con la único
objetivo y pretensión de entretenerte. ¡Cagonsoria!
¡Me
aburro!, Homer Simpson dixit.
No habrá próxima vez, lo
prometo. Después de viajar una, dos y hasta tres veces en un crucero dije “nunca mais”. Conmigo que no cuenten.
No viajo con el objetivo de
comer o de beber, eso ya lo hago en casa a diario, y por mucho que comer y
beber sea importante de cara a mantener las constantes vitales, también se
puede aplicar aquello tan viejo y manido que “no sólo de pan vive el hombre”.
No, al menos yo no. Conmigo
no contéis. Y además no soporto que me despierte una voz en un altavoz a las
siete de la mañana llena de humor forzado y haciendo bromas. ¡Que te calles, coño! Es más me produce
agresividad. De hecho paso las dos primeras del día procurando no encontrarme al “coñón”
que me despertó. Menos mal, nunca lo hice. A lo mejor teníamos unas
palabritas, y caerse por la borda a primera hora debe ser desagradable.
Después está lo del
protocolo. Sí, a bordo de un barco hay de eso. En una de las ocasiones el barco
tenía una eslora infinita. No sé cuántos pisos de altura Allí viajábamos
cómodamente apiladas miles de personas. Para encontrar el comedor usabas un
gps. Los almuerzos eran por turnos. Primer turno, puede pasar. Gracias Segundo
turno, dense prisa, por favor, pero dejen salir a los del primero que ahora les
toca siesta. ¡Ar!. Joder, yo ya
había pasado por esto cuando hice la mili.
Me olvidé algo fundamental
para hacer un viaje de este tipo. Máxime a mi edad. Me olvidé de negociar con
Laboratorios Pfizer lo mío. La próxima vez me hago con dos arrobas de material
antes de embarcarme y no salgo del camarote. Todo azul. Viaje amortizado. Vale,
de acuerdo, las ciudades que las visite su puta madre. Total… Yo ya lo haré en
otra ocasión que no venga en barco. Ahora amos a lo importante. ¡A follar! Hay que amortizar el gasto.
Por eso jamás volveré a
hacer un crucero. ¿Para qué? ¿Para follar? Sólo para eso no salgo de casa. Bueno....
Las ciudades donde atraque las voy a ver de refilón, y encima me voy a olvidar
de conversar, otra vez, con los de ese Laboratorio. Seguro, soy de natural
olvidadizo y confío excesivamente en mi mismo.
Lo dicho, mejor me quedo en
casa o si prefieres en la tuya. Dónde quieras. Es más divertido verte remar, y
ver como tus ágatas reflejan la luz de la mar, mientras escucho el rumor de tus
suspiros.
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