Todos los gallegos sabemos que Galicia es un planeta, al que
algunos reduccionistas llaman país, que orbita sobre España, con una población
dispersa, y en el que regurgitan a diario un millón de vacas.
En Galicia, además de idioma propio, tenemos una forma de
vida propia que la mayoría de los foráneos dicen entender, pero que en realidad
no entienden nada.
En Galicia el votante mayoritario es de derechas a pesar de que
no seamos precisamente ricos ni especialmente favorecidos por la Administración
Central. Tenemos un clima lluvioso que algunos achacan a los fenómenos naturales
propios de la meteorología, pero los nativos sabemos que el verdadero origen de
tanta agua es que mean sobre nosotros y decimos que llueve.
Lo escribía Castelao, igual que decía que hasta El Bierzo
todo el tojo gallego es.
Tampoco tenemos un gran número de pensadores, y los que hay,
y los que sobreviven, están ocupados
tocando la gaita y discutiendo sobre si son churras o merinas.
Galicia se mueve para atrás. Modalidad cangrejo libre.
El afán de situarnos en el mapa ha llevado a los políticos
del PP, que antes gobernaron la Xunta, a querer hacer una Ciudad de la Cultura
en Santiago de Compostela.
Las dichosas y faraónicas obras comenzaron bajo la égida de
Fraga y… continúan. ¿Cuántos años han pasado? ¿Cuánto dinero llevan allí
invertido?
Casi todo el mundo está en contra del monumental proyecto
porque no tiene definido un plan específico de lo que albergará. Todavía a
estas alturas no saben que es lo que contendrá cada edificio, si es que algún
día consiguen terminar el proyecto, e incluso algún periódico local sacó un concurso
de ideas estilo libre “Tú qué pondría en la Ciudad de la Cultura, majete”
Eso sí que es democracia mire usted. No tienen ni puta idea,
y nos preguntan a los figurantes de esta nación que orbita sobre sus ombligos.
Sí, señor. Paga impuestos para esto, para que nos hagan obras inconclusas por
los siglos de los siglos. Amén.
Como sigamos así, al pobre Fraga le va a dar el gran jamacuco
y tendrá que ver la inauguración de su ciudad en compañía del gran manitú.
No hay derecho, hombre. A ver si aceleran el tema y nos
sentimos orgullosos de algo emprendido por don Fraga, y ya puestos propongo que
lo momifiquen y lo expongan como atracción central.
Otros países han hecho esa gamberrada con gran éxito, y se sienten orgullosos.
A Fraga que lo expongan con el bañador de Paloma que con
menos tela se viste una familia numerosa.
Si necesitan alguna otra idea peregrina ya saben: Llamen a Fraga
y si está ocupado me llaman a mí.
O, si os va mejor, me enviáis un Emilio, eso sí: Touriño.
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