Es el término que denomina cuando te quieres cambiar de una
compañía telefónica a otra conservando el número de teléfono. En este caso fue
el fijo. Y ya para un mes que peno por el intento. Todo empezó como suelen dar
comienzo este tipo de sucedidos. Me informan de una oferta que no puedo
rechazar, contrato y al poco llegan los problemas. Estoy hablando del teléfono
fijo, repito.
Voy a pagar muy poco, me regalan dos teléfonos, no hay que
cambiar ningún cable, envían también un “pincho” para trabajar en el exterior.
Pues bien, no es verdad. Recibo las cositas, de forma ultra rápida, instalo los
teléfonos que regalan y aparece la primera sorpresa. La telefonía fija va con
tarjeta. Los teléfonos anteriores no sirven para nada. Los nuevos no funcionan
porque tiene que venir un señor a instalarlo o cambiar la clavija o cambiarme a
mí por otro o por no sé qué o porqué que no consigo entender.
El adsl contratado es inferior en prestaciones, me quedo en
lsd. El pincho es sólo para averías, con coste diario. Jo, qué bien, qué majos.
Llamo, por favor, vengan que estoy sin teléfono fijo porque este cachivache no
va, alguien tiene que activarlo. Hablo con Colombia, en ese país son hispano
parlantes, pero el nuestro de comprensión y comunicación es nulo. No se
enteran, no me entero, no soy capaz de hacerles comprender lo que pasa. Llamo
veinte veces, de departamento en departamento, no hay manera. Nadie entiende
nada, no entiendo nada, y cuando alguien dice que sí que ya ha comprendido es
que no, es que es de otra sección, que tengo que llamar a otro número. Acabas
exasperado. Por favor, paciencia. Si te enfadas es peor. Tranquilidad que al
mal humor lo carga el diablo. A los dos días y viendo que es imposible la
comprensión con Colombia hago el camino inverso. Llamo a mi anterior compañía,
agachas la cabecita, hay qué gustito pa mis orejas, y dices que quieres volver, que eres un veleidoso, que estás muy
arrepentido, que ellos sí que saben timar con estilo, con glamur, que me
disculpen, por favor, que restauren la línea anterior. Otra vez, más
portabilidad. Otra vez lo mismo. Con Colombia a todas horas. He puesto un
Cártel allí y controlo al personal. Hago diez contratos orales, me confirman el
timo- tarifa diez veces, pero nada, que no puede ser, que la portabilidad da
problemas. Oigan, pero es que yo sólo quiero volver a mi misma antigüedad.
Escuchen, si sólo es activar la clavija y que me enviéis un router. Oiga, ¿es
Colombia? Gladys, ¿eres tú, guapa? Te invito a un café de Colombia mismo,
Gladys, mi amol. Qué voz tan bonita tienes, Gladys, corasón. No mujer, no estás
gordita, qué cosas se te ocurren. Qué voz más bonita tienes, Gladys. Qué bonito
es Colombia, Gladys, mi amol. Tengo tú voz grabada en el móvil de mi corazón. ¿De qué compañía es su móvil, señor?. Me
despierta cada mañana tú dulce voz. Dice: Hola, soy Gladys don … Es para
confirmar su portabilidad. Gladys, cariño, no hace falta que me llames ochenta
veces. Sí, ya sé entre nosotros ha surgido algo. Qué será. Gladys, mi amol. ¿Será
un ataque de portabilidad?. Tiene que hacer otro contrato. ¿Por qué? Gladys, mi amol. Sus datos figuran
mal usted no vive en un bajo, vive en un primero. Gladys, mi sielo, si quieres
me mudo. Por ti lo que haga falta. Pero, por favor, hazme una portabilidad ya
que llevo un mes sin fijo, sin faxes. Todo un mes sin llamadas de telemarketing.
¿Te imaginas mi calvario? Cómo puede un hombre normal, querida Gladys, vivir un
mes sin llamadas, Gladys, mi amol. Esto es insoportable, Gladys. A saber
cuántas ofertas he perdido, cuántos regalos he desperdiciado. No puede ser,
Gladys. Sin las llamadas de teleoperadoras ofreciéndome gangas no puedo vivir.
Vivo sin vivir en mí. Me estoy convirtiendo en una sombra de mí mismo, Gladys.
Por favor, a ver si das con la sección, amada Gladys, y arreglamos la cuestión.
Ay, don … qué poético es usted, que linda y redicha suena su voz. Ustedes los
andaluces si que son redichos, guacacomoles. Gladys, mi amol que soy gallego,
mujeriña. Que llevamos ochenta llamadas, y excepto el amor que surgió entre los
dos esto no lo arreglamos ni a tiros. ¿Tan difícil es? Quiero conocer a tus
padres, Gladys.
Más, más difícil aún. Espero que me crean pero, si esto les
parece surrealista es que no lo han sufrido en carne propia.
Recapaciten, les aseguro que la portabilidad es un boomerang
que se vuelve en la esquina. Menos mal que puedes encontrar la mujer telefónica
de tú vida.
Porque, deben saber que estoy felizmente comprometido con
Gladys, y estamos esperando nuestra primera portabilidad.
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