Ayer leí en El País, en su edición de internet, un titular
que me llamó la atención. “En los insomnios pienso en el número Pi”.
La afirmación hizo que mi curiosidad por lo frívolo y lo
extravagante se desatara, y a pesar de que me tengo absolutamente prohibido
leer entrevistas de nadie me salté el stop y cliqué en el ratón para saber algo
más de quién decía eso y a qué se dedicaba. (La canción de Perales, otro
curioso, revivía en mis neuronas).
La afirmación provenía de Esther Herrera, que por lo que pude
leer, no acabé la entrevista, es una artista plástica que hace perfomances.
Cómo estará el mundo del espectáculo para que Esther padezca de insomnio, y que para mitigar
el paso de las horas elucubre realidades matemáticas, porque supongo que se
referirá a un pensamiento abstracto que
por aburrido, e imagino que por
largo si recitas todos los decimales consigue el mismo efecto que contando
ovejas, la manera más tradicional de quedarse dormido. Que cada cual elija sus
valerianas, alguna de marca snob, para citarse con Morfeo.
Confieso que la curiosidad por la afirmación despertó en mí
el recuerdo de cuando tenía dieciséis años y osé a formular una teoría
matemático-filosófica.
Ávido de compartir el
descubrimiento con la humanidad me dirigí a la profesora de física, una
señorita con mucha pechonalidad, y le pregunté si podía hablar con ella a solas
porque tenía algo que comunicarle.
Me dijo que sí como la buena profesora que era, y nos citamos después de clase.
Sucintamente le expuse que no entendía el por qué las
matemáticas se consideraban una ciencia exacta, porque si admitimos que los
números son infinitos, cómo es posible que podamos recorrer el infinito camino
que separa el cero del uno.
Por tanto, concluía, las matemáticas se trataban de una
convención más de la que los humanos nos habíamos dotado en busca de seguridad,
y la prueba más palpable de lo anteriormente dicho estaba en algo llamado
“Accidente” ¿Por qué se caen los puentes, los edificios, los aviones o cualquier
otra cosa? ¿Por qué se producen sucesos inexplicables para los científicos?
¿Por qué tengo que estudiar mates o física?
Se lo dije todo mirándole fijamente al escote. Subyugado por aquel
par de prodigiosos “pis” de la
naturaleza.
Cuando acabé la señorita se encendió un pitillo y me dijo
textualmente: “Y tú porque no estudias y te dejas de caralladas”.
En fin, no coló.
A partir de ahí el mundo perdió un filósofo-matemático. No
sé, si lo llego a saber me hubiera dedicado a lo de las perfomances porque yo
también sueño con tus “pis” todas las noches.
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