YOKO ONO.

¿Cuándo se hartaran de una vez todos ustedes de odiar a Yoko Ono? Es que no lo puedo entender. ¿Es que para querer a alguien hay que odiar a otro? ¿Es qué para ensalzar a Lennon hay que denostar a Ono? Por favor, revisen sus recuerdos y no me hagan escribir. Es que no se acuerdan de aquella noche en que llevados del agua de los floreros, de los efectos secundarios de una anfeta, de las volutas del humo que sobrevuela, de un ácido masticado, de una vena inflada al viento, de una tocha aspiradora, del mismísimo Baco, o de su propio imaginario conocieron lo increíble de algún despertar, y pasar al asombro del “no puede ser”. Piensen, piensen, no me hagan dar más explicaciones. No querría pasar de ahí. No sean mezquinos. Todos tenemos mal gusto, hagan memoria. Algunos viven instalados en el. ¿Y? ¿Sólo esa consideración? Es que ya no se valora a alguien que te hace feliz, que habite tus fantasmas, que esté en tú personalidad, que te maneje, que te haga accesible. Alguien que te ayude en el tránsito. ¿Qué es lo que hay que valorar? Y, además está el amor. Eso etéreo, indescifrable, esa química que a veces sucede entre dos personas. Esa física que te puede transportar al paraíso. Esa jodida cosa que te puede llevar al abismo. Hay gente, muy afortunada, que dice que le pasa a menudo; otros menos agraciado tienen que agarrar a lazo sus oportunidades. No hay que dejar pasar la oportunidad. La vida se acaba justo al doblar la esquina, cuando llegas a la estación apeadero. Nunca he conocido a una persona que llegado su turno se rindiera de buen grado. Todo el mundo lucha con denuedo. Está en nuestro código genético. Luchar sin descanso y si de vez en cuando se cruza un abanico de ojos que parpadea a nuestro paso, hay que pararse. Los milagros no suceden todos los días a pesar de que todas las noches acaben al alba, pese al misterio que de la bruma deja. Saquemos nuestras cabezas del culo del culo de la avestruz en la que a veces anda. No perdamos el tiempo en discutirle el amor a nadie. ¿Yoko Ono? Bueno. Guapa, guapa no venía siendo, pero para gustos... Allá cada cuál con sus emociones y su paleta de colores.
Disculpen, sólo una cosa más.
¡Viva Japón!


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