Vemos que el mundo camina
inexorablemente hacia el desastre. Nuestros gobernantes están empeñados en no
pasar la página de la Edad Media, y aquí en España un Estado laico se mantienen
las subvenciones a la Iglesia, se sigue matando a los toros, y los gobernantes
se empeñan en hacernos creer que vivimos en Democracia cuando la verdad, lo que
podemos ver cada día, es que sólo hay democracia cuando son ellos los
afectados.
Actúan como señores
feudales. Se protegen entre ellos, y se dotan de grandes ejércitos para imponer
el orden que a ellos les imponen las Multinacionales.
El mundo está gobernado por
un 3% de ricos. Los gobernantes son lacayos necesarios, y nosotros hacemos de
figurantes con derecho a frase. En el mejor de los casos nos conceden derecho a
voto, y en el peor a una muerte indigna de concertina.
Los Derechos Humanos son de
unos pocos. Las obligaciones se anteponen a los derechos, y se erigen cárceles
como Guantánamo que nos recuerdan que a este asesino reincidente, que preside
el Gobierno más poderoso del mundo, lo agasajaron con el Premio Nobel de la Paz
una pandilla de pelotas reunidos en Suecia.
Obama, el pistolero rápido. El que mató a Bin,
el malo de la película
Los síntomas son obvios: el
medio ambiente está siendo cambiado por la masiva industrialización de algunos países,
y por el escaso dinero que destinan a paliar los efectos de los gases emitidos
a la atmósfera.
El futuro está en la
colonización de algún planeta. Sobrevivirán unos pocos elegidos, y la
automatización del ser humano está en camino.
Dentro de poco un nuevo
mercado emergerá. Los implantes serán el pan nuestro de cada día, y todos,
según nuestro presupuesto, acabaremos con uno de ellos en el cuerpo.
Micro chips de
comunicaciones, de conocimientos, de lenguas diversas, de ocio y relajo. De
todo habrá en la vida del imbécil. A gusto del consumidor. Al tiempo. Haremos
cola para convertirnos en autómatas, y todos aplaudiendo con las orejas.
Mientras nos distraen con
cachivaches, ellos seguirán siendo y comportándose como señores feudales.
Entregados al lado oscuro de la vida, trabajando a las órdenes de intereses espurios,
y recibiendo premios por darnos por culo a todos.
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