2015 AÑOS DESPUÉS DE SUSO.

Vemos que el mundo camina inexorablemente hacia el desastre. Nuestros gobernantes están empeñados en no pasar la página de la Edad Media, y aquí en España un Estado laico se mantienen las subvenciones a la Iglesia, se sigue matando a los toros, y los gobernantes se empeñan en hacernos creer que vivimos en Democracia cuando la verdad, lo que podemos ver cada día, es que sólo hay democracia cuando son ellos los afectados.
Actúan como señores feudales. Se protegen entre ellos, y se dotan de grandes ejércitos para imponer el orden que a ellos les imponen las Multinacionales.
El mundo está gobernado por un 3% de ricos. Los gobernantes son lacayos necesarios, y nosotros hacemos de figurantes con derecho a frase. En el mejor de los casos nos conceden derecho a voto, y en el peor a una muerte indigna de concertina.
Los Derechos Humanos son de unos pocos. Las obligaciones se anteponen a los derechos, y se erigen cárceles como Guantánamo que nos recuerdan que a este asesino reincidente, que preside el Gobierno más poderoso del mundo, lo agasajaron con el Premio Nobel de la Paz una pandilla de pelotas reunidos en Suecia.
 Obama, el pistolero rápido. El que mató a Bin, el malo de la película
Los síntomas son obvios: el medio ambiente está siendo cambiado por la masiva industrialización de algunos países, y por el escaso dinero que destinan a paliar los efectos de los gases emitidos a la atmósfera.
El futuro está en la colonización de algún planeta. Sobrevivirán unos pocos elegidos, y la automatización del ser humano está en camino.
Dentro de poco un nuevo mercado emergerá. Los implantes serán el pan nuestro de cada día, y todos, según nuestro presupuesto, acabaremos con uno de ellos en el cuerpo.
Micro chips de comunicaciones, de conocimientos, de lenguas diversas, de ocio y relajo. De todo habrá en la vida del imbécil. A gusto del consumidor. Al tiempo. Haremos cola para convertirnos en autómatas, y todos aplaudiendo con las orejas.
Mientras nos distraen con cachivaches, ellos seguirán siendo y comportándose como señores feudales. Entregados al lado oscuro de la vida, trabajando a las órdenes de intereses espurios, y recibiendo premios por darnos por culo a todos.


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