RODRIGO RATO Y LA CICUTA.

De todos los corruptos que hay en España, y los tenemos de todos los colores, hay uno que destaca por encima de todos los demás. Se llama Rodrigo Rato. Éste señorito que nació rico, y al que criaron entre algodones y sonajeros de plata, también se formó adecuadamente, y llegó a ocupar puestos de gran relevancia. Fue Vicepresidente del Gobierno de España, gerente del FMI con rango de Jefe de Estado, y finalmente Presidente de Bankia. Era un hombre que servía de ejemplo. Ensalzado hasta lo absurdo por los suyos, y criticado sin piedad por toda la oposición.
Este hombre ha resultado ser un impostor. Ha traicionado a los suyos. Ha robado a los unos y a los otros, y ahora sabemos que de lo único que se ocupaba era de que las comisiones fluyeran adecuadamente hacia su bolsillo. Es el rey de los emprendedores. Primus inter pares entre los mangantes de alta cuna. Un auténtico esperpento económico que pese a los halagos del botarate que fue su Presidente de Gobierno, el felón Aznar, resultó y está resultando un auténtico quebradero de cabeza para la sociedad española, para su economía y para la dichosa marca España que tanto preocupa a todos estos mamelucos.
En la antigua Roma según el rango y el delito del ajusticiado, se le invitaba a una muerte noble: el suicidio.
Y como a todos los cerdos les llega su san Martín alguien debería sugerirle al menda lerenda éste, que de señor no tiene absolutamente nada, que estamos entrando en la época de degollar gorrinos.
Así que ya sabes, don Rodrigo: toma cicuta.

Hazlo por la marca España, ladrón. Y vete a dar la tabarra al otro barrio.

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