Cuando uno monta un gran
paripé siempre tiene que ponerle un nombre rimbombante.
A la muerte del dictador
Franco hubo que buscar deprisa y corriendo un nombre que definiera aquello que
se había pensado para salir de la caverna en la que este país vivió durante
casi cuarenta años.
Lo encontraron rápido. Lo
llamaron La Transición.
Con ayuda y asesoramiento
del “amigo americano” se le presentó
una terna al Rey, heredero de Franco, con tres nombres para presidir el
Gobierno. El monarca, que no el pueblo porque todavía no éramos demócratas de
toda la vida, eligió a Adolfo Suárez. Éste hombre que provenía de la Falange y
que había sido director general de televisión había dado pruebas de fidelidad
suficientes. Campañas de marketing y seguimiento de la vida del futuro Rey al
que los servicios de información de Franco siempre habían presentado como “tonto y medio tartamudo”.
La cosa salió bien, y entre
todos los reunidos acordaron hacer borrón y cuenta nueva. Todo ello en aras del
progreso, de la seguridad del país amenazada en aquella época por golpistas de
toda laya, y de la concordia.
Nacieron partidos políticos,
algunos de ellos creados ad hoc para concurrir a las elecciones y ganarlas, y
entre la amalgama de siglas y letras de la época emergieron tres de ellos que
después serían los grandes protagonistas de nuestra vida democrática. UCD,
ganador de elecciones y curiosa mezcla de franquistas y aperturistas, Alianza
Popular que representaba todos los valores del antiguo régimen, PSOE, y un
recién legalizado PC que parecía llamado a tener un papel estelar.
La previsión no se cumplió.
El PC quedó relegado, Alianza Popular naufragó, y UCD y PSOE se alzaron con el
gran triunfo.
Entre todos ellos pactaron
la reconstrucción del Estado español. Redactaron una carta magna llamada Constitución,
y con esta carta escrita a los Reyes Magos se presentaron ante la sociedad
diciendo que las bases estaban puestas y que a partir de ahora España era una
Democracia parlamentaria con un Jefe de Estado heredado de Franco.
Atrás, sin juzgar y aún
menos depurar responsabilidades quedaron casos de ignominia sangrante.
Ningún policía torturador
fue juzgado, ningún Magistrado (por ejemplo los infames jueces del Tribunal de
Orden Público) fue encausado.
Borrón y cuenta nueva.
Y décadas después vemos como
los herederos naturales de Franco, los del PP gobiernan España, como Billy el
niño, ahora anciano, se pasea por Madrid con aires chulescos y como los hijos,
parientes y putativos varios de toda aquella de recua de delincuentes que antaño
gobernaron España siguen dando lecciones y perpetrando cacicadas. Y para
conseguir tal estado de bienestar siguen robando, perpetrando cacicadas, al
grito de ¡viva España!
Lo de siempre y con la misma
letra.
CARA AL
SOL.
Cara
al sol con la camisa nueva
que tú bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver…
que tú bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver…
Se sienten, coño. Pero en
finolis.
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