Recuerdo ver a Josemari en
la televisión asegurando que Irak tenía armas de destrucción masiva. Lo decía
seguro de si mismo. Tenía pruebas. Estaba tan seguro, tan seguro, que todo lo
que dijo era mentira.
Las pruebas se las había
chivado un pajarito. Su amigo americano, de nombre George, hijo de Bush y de su
mismísima madre, le había dicho: Josemari,
puedes estar seguro: Irak tiene armas de destrucción masiva. Te lo digo yo. Y
él otro, o sea, Josemari, contestó un escueto amén y haciendo unas
genuflexiones hincó las rodillas y oró ante el Gran Pajarito.
Ahora, Toni Blair, uno que
también fue primer ministro de Gran Bretaña y quinto de Gibraltar, pide perdón
(debe ser cristiano él o el periodista que redacta la noticia) por la
información erróneo que condujo a la invasión de Irak.
El Gran Pajarito se equivocó. Se la coló al amigo inglés, y al
avispado business man que es Josemari, y entre los tres, y en compañía de
otros, perpetraron delitos sin fin.
La cosa terminó mal. Si
antes en Irak tenían un dictador ahora tienen una dictadura anárquica. Todo un
logro. Objetivo conseguido. La zona, hoy en día, es mucho más inestable que
antes. Murieron centenares de miles de personas. Se vendieron muchas,
muchísimas armas. Y la excusa del petróleo quedó diluida. Llegaron a decirnos,
para calmar los ánimos y convencernos de la bondad de la decisión tomada, que
el crudo bajaría notablemente de precio, y con el paso de los años vemos que
todo fue una estafa. Una gran estafa. Organizada por ellos, y en beneficio de
sus bolsillos.
Después al Josemari le
dieron una chapita en los EEUU, concedida por la gentileza del Gran Pajarito, que fue pagada con
dinero público, y en un ataque de
creatividad escribió un libro de memorias que tuvo un gran éxito entre sus
seguidores, y en el que aseguraba ser un visionario y un elegido.
Pero no un elegido de Dios,
como era de prever. El elegido por el dedo del Gran Pajarito para hacer el papel de palomo en un nuevo fresco de
la Santísima Trinidad.
Todo queda en familia.
Padre, Hijo y Espíritu Santo se hicieron una foto de sus flequillos en las Azores,
y después llegó el puñetero anticiclón.
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