Resulta, cuando menos
curioso, el “postureo” de algunas y algunos con respecto a la cuestión
catalana.
Concretamente, hablo de
todas esas personas, quiero imaginar que bien intencionadas, que estos días
proclaman a los cuatro vientos la necesidad de una mediación para resolver el
conflicto catalán.
¿Lo dirán en serio o es
que realmente no han pensado bien la cuestión? Tan bien es posible que yo no
los haya entendido bien. Todo es posible. Porque, ¿de verdad que a alguien se
le puede ocurrir que entre un Estado y una Autonomía puede mediar un tercer
Estado? ¿Acaso no han oído hablar de la no injerencia en los asuntos de otro?
Además, ¿cómo se tomarían los ciudadanos españoles que vinieran los de
Bruselas, los yanquis, El Vatiano o cualquier otro a meter las narices en
nuestros asuntos?
En fin.
Y no se crean que son
pocos los que proponen tal vía, y ni siquiera que dicen tonterías. Porque tonto
es el que hace tonterías y los ciudadanos, siguiendo esa línea de pensamiento
Forrest Gump, sólo tienen competencias para hacer tonterías en su ámbito
personal. Para todo lo demás, ya tenemos “tontos” más cualificados incapaces de
resolver el problema y viendo pasar el tiempo.
Pero, seamos serios,
por favor que el tema ya de por sí es suficientemente complicado o ya lo han
complicado lo suficiente como para que vengan los francotiradores de las
opiniones (y que conste que me incluyo en dicho batallón) a ilustrarnos con
extravagancias sobre cómo resolverían ellos el problema.
Además, una cosa es la
opinión de bar (donde todo se resuelve en un minuto o en esa otra medida de
tiempo que es un par de cañas) y otra muy distinta la realidad. Y lo cierto, si
cierto hay algo, es que en el lío en que nos han metido las autoridades catalanes
por hacer las cosas mal y a las bravas, y por no acatar las leyes que todos
debemos cumplir, es que el resto de ciudadanos quedamos al albur del capricho
de los mangantes que nos gobiernan.
Lo escribí el otro día,
la madre de todas las batallas está en La Constitución. Si la próxima reforma
que le hagan al cuento de hadas ese al que llaman pomposamente Ley de Leyes no
se reconoce de forma explícita, clara y sin ambages el Derecho a la
Autodeterminación de los Pueblos, este lío no habrá servido para nada y, por
tanto, nuestra Democracia quedará prisionera de los intereses, a menudo
espurios, de los mal gobernantes que tenemos.
Es un hecho, lo demás
son juegos florales y ganas de seguir tocando la gaita. Y como me decía el otro
día un amigo, con una frase que me impresionó por su rotundidad, sonoridad y
claridad, la mejor forma de disfrutar de la gaita es con prismáticos.
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