De la desafección a la bandera.



El que nunca se quiere enterar de nada, y que tampoco quiere entender a quién le explica las cosas, no puede comprender, ni por asomo, el porqué de que en España haya tantos ciudadanos que profesan desafección a la bandera.
Esas personas, las que se niega a entender nada que no surja de ellos mismos o de los líderes corruptos que idolatran, son incapaces de darse cuenta de que la desafección que muchos sentimos por la actual bandera de España viene dada, entre otras cosas, por motivos históricos.
Pues bien, el facherío (y lo escribo consciente de que quizá esté exagerando en algunos casos) da por bueno lo impuesto, y reverencian una bandera, para mí y para muchos, ilegítima.
Y explicaré porque digo ilegítima:
Desde 1843, época de Isabel II, (fecha de la primera bandera porque la de Carlos III no era nacional) a nuestros días la bandera de España cambió cinco veces de formato.
En la I República se sacó el escudo que la adornaba y se mantuvieron los colores.
En la II República se añadió el color morado y los escudos de los reinos de Navarra, Aragón y Granada.
Tras la Guerra Civil, con Franco, se incluyó el águila de San Juan en honor a los Reyes Católicos.
Y en 1981, ya en esta actual democracia, se mantuvo casi igual que en la República, se añadió el emblema de la Casa Borbón y se quitó el morado.
Y ahí viene, desde mi punto de vista, la desafección a la bandera de muchos ciudadanos entre los que me encuentro.
La bandera no es legítima, y no lo es por una simple razón.
Para explicarlo de la forma más sencilla voy a poner un ejemplo del que podría ser víctima cualquiera:
Usted imagínese que sufre un robo y que después se encuentra lo robado. ¿Qué sería lo legítimo, devolverle a usted lo que le han robado o dárselo a otro?
Pues eso, los españoles sufrimos un robo, nos robaron el país durante 40 años, y nuestra bandera nacional también fue usurpada por Franco.
Después, a la hora de la muerte del dictador, por una componenda, porque convenía hacerlo así por el inmenso miedo al poder que tenía el Ejército entonces, ni se restauró la República, ni la bandera de España retornó a la legitimidad.
Al contrario, pusieron de Jefe de Estado al heredero del dictador, y no contentos actualizaron ese logo llamado bandera cambiando el águila por el emblema de la Casa de los Borbones.
Para ello, previamente, y para darse cobertura, habían creado una legalidad paralela, pero no legítima, llamada Constitución, y para bendecir todo el invento, los demócratas de entonces aceptaron Rey como animal de compañía.  
¡Qué desfachatez!
Pues, no. A los Borbones no los eligió nadie. Ni antes, ni ahora, ni todavía después. Y ya va siendo hora de que los españoles recuperemos nuestra bandera y nuestro patrimonio político.
Y no sirve como excusa invocar a la Constitución, ni llamar sacrosanta a una Ley, porque, ni yo, próximo a cumplir los 60 años, ni la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país votamos ese engendro (antes la mayoría de edad era a los 21).
Así que creo que, después de 40 años las razones que motivaron “tragar” con una Monarquía impuesta por un dictador han cambiado radicalmente, y si no fuera porque tenemos unos dirigentes tan “demócratas” como pusilánimes, así hubiera sucedido. Pero, como el Pp es fiel heredero de Franco y como el Psoe vive instalado cómodamente en la esquizofrenia de ser republicano y monárquico al tiempo, ahí andamos.
Lo malo, me temo, es que mis palabras caerán en saco roto, y que serán pasto de difamación cuando no de insulto por parte de los que, al parecer, gustan de ser robados. Por tanto, seguimos instalados en el despropósito habitual y es obligado recordar aquí y ahora aquel refrán que dice: no hay peor sordo que el que no quiere oír.
Lo malo es que en España los sordos andan en manada.
NOTA:
1.      Aclaro y amplío, cuando empleo un término tan peyorativo y asqueroso como “facherío” lo hago, aparte de conscientemente, refiriéndome a los que unen la bandera de España con exaltaciones trasnochadas (cánticos, saludo fascista y demás parafernalia franquista), y que para todos los demás, los que emplean la bandera como símbolo de unidad, reclamo el mismo respeto que reclamo para los que pensamos lo contrario.
2.      También considero que la bandera de la II República tendría que ser sometida a actualización y quedarse en tricolor eliminando las coronas que la adornaban por anacrónicas.

Quede claro, pues.

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