Por culpa de toda la
caterva de políticos empeñados en llevarnos al matadero, estos días los sufridos
telespectadores contemplamos los daños colaterales que nos causan a todas
horas.
Y es que, no hay
programa de televisión que se precie que no haya visto alterada su “parrilla” y
que no dedique tiempo al análisis y la comprensión, y que, por tanto, no practique
el alto raciocinio que en ellos es de rigor
Pongo un ejemplo, que
para más no me da ni la imaginación ni el tiempo, además como veo poca
televisión, tampoco estoy muy puesto en la ordinariez. Ustedes disculpen.
¿Se acuerdan ustedes de Ana Rosa Quintana? Sí,
AR, cómo no la van a recordar. Esa señora a la que le escribió un libro su ex
cuñado, un tal Rojo, que pese a su apellido resultó que trabajaba de negro, y a
la que pillaron con las manos en sustantivo ajeno. Bien, pues esa. Pues Ana
Rosa, quien tuvo por marido al ínclito Alfonso Rojo, hermano del negro, estos
días ha suprimido la crónica que tenía en su programa del corazón y se dedica a
analizar el comportamiento de los Puigdemones en cautividad. Y claro, sufro.
Porque esta, para mí lozana madura, me ha dejado huérfano de Chabelita, por
parte de madre, y al conde, que ni conde es, al que tiene allí empleado,
gracias al Real Decreto, barra 155, y por el culo te la hinco, ya no se le oye
desgañitarse de la meninge.
En fin, una pena. ¡No
me digáis! Pero el triple salto mortal dado por Ana Rosa, de apellido Quintana,
se las trae. Eso sí, también demuestra la ínclita editora de la no todavía
extinta revista AR y patrocinadora de toallas distribuidas por el BBVA entre
sus mejores clientes y entre algún gorrón que yo me sé, que es una periodista
de raza, además de avezada en diferentes lides, que sirve para un roto y un
descosido.
Sin embargo, a mí, no
sé yo, me da la impresión de que AR se encuentra más cómoda y segura embutida
en el papelón de pregonera de los supuestos polvos que las Chabelitas de este
mundo deparan. Y es que, dónde va a parar. Entre los Puigdemones de la vida y
las Chabelitas de sus catres cualquiera elegiría a las segundas. Al fin y a la
postre, los Puigdemones son feos e independentistas a rabiar y las Chabelitas,
si lo son, es porque el mundo las hizo así, y porque ellas se empeñan en
despeñarse en manos de vulgares cirujanos. Quienes unidos por un protocolo tan
inmaterial como material es su cuenta corriente hacen de Dios y regresan a las
personas a su estado primigenio de primates.
O sea, también se
podría valorar de otras maneras. Posiblemente, pero si además de lo que haces,
aún encima te lo pagan, ¡y de qué manera!, ¿quién sería el guapo o la guapa de
llevar la contraria y oponerse a contraprogramar Puigdemones por Chabelitas?
Claro que sí, por
supuesto, comprensión toda. Vaya pues, que se sepa, mi solidaridad con AR.
Empaticemos, pues, con ella y aceptemos que si ya es difícil escribir un libro,
aunque sea malo, y aunque que te lo escriba otro, imagínense hacer un programa
de televisión y tener que hablar de Puigdemones y no de Chabelitas. Papelón.
Y encima en Tele 5,
sufrida sí que es la tan excelsa como millonaria, ex de Alfonso Rojo. A ver si
para el próximo libro que escriba se acuerda de mí y le escribo uno bien
florido. Deseando quedo.
Nota. Esto último, su
condición de ex, demostraría en cualquier sitio normal, por ejemplo, en el
Reino de los Puigdemones, que la periodista es lista y que conoce muy de cerca
el fabuloso mundo de las ladillas.
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