Elogio del turista.

                                                            Que no me pongo qué

Como empiezan a ser demasiadas las personas ya las que hablan mal de ellos, he decidido erigirme en paladín del turista común. Armado, pues, de tecla y ordenador chino encomiendo mi espíritu en defensa numantina. Porque ser turista parece fácil, pero no lo es. Es complicado. Hablamos de gente sufrida, aguerrida y a menudo madrugadora. Ser turista, por tanto, ni es cosa propia de gente vaga ni de personas flojas. Los que prefieran la cama, el sofá o el aire acondicionado de la sala, no se deben de meter a practicar el noble pasatiempo de ser turista. Lo pasarán mal, gastarán dineros y serán infelices. Para qué, entonces, tanto esfuerzo. Sin embargo el que esté acostumbrado al riesgo o simplemente tenga pareja agradecerá salir de casa y discutir en otros escenarios. En la variación está el gusto. Ser turista es duro. Eso sí, para amortiguar tanta calamidad puedes tomarte licencias en el vestir. Ni hace falta conjuntarse ni  siquiera contrastarse de colores. Con vestirse y calzarse hay más que suficiente. También conviene lavarse, porque de perfumes está el mundo lleno y tampoco se trata de competir estérilmente. No hay tiempo que perder, hay muchas cosas que hacer y más todavía que ver. Pero hay trucos para sacar provecho de la afición. Cómprate un plano y serás feliz. Haz fotos hasta que en el dedo te salga callo y alcanzarás el éxtasis. Graba vídeos y envíaselos a aquel primo al que ya amargaste enseñándole el vídeo de tu boda. Y sube fotos, muchas fotos, a tus redes sociales. Que si una de almejas a la marinera en Twitter, que si un pulpo a la feria en Facebook y que si una hermosa puesta de sol amartelado con tu churri. Estás de viaje, de vacaciones y eres turista, no te olvides. Por tanto, y para que lo sepas, tienes que cumplir con todos los ritos de obligado cumplimiento de todo buen turista. Y al día siguiente, otra vez, madrugar. Mucho. A ser posible con el alba, cuando rezan los muecines, cuando canta la calandria, cuando entran los campos en flor. La ciudad, cualquier ciudad, te necesita. Eres la savia que la alimenta. Sé generoso, ármate de sonrisas y ataca ese desayuno bufet que tienes delante con ardor guerrero. Hay mucho día por delante. Y cuando nadie te mire, comprueba bien, manga fruta, panecillos y embutido. Te hará falta el condumio. El desmayo acecha por las esquinas. Pero, hay que decirlo, ser turista es bonito. Viajas a sitios, conoces a gentes y después  las olvidas. Poético. Así que, no hagas caso de los que hablan mal de los turistas y ponderan a los viajeros. Qué sabrán ellos de tales disquisiciones si ni siquiera turistas parecen ser. No te olvides que la carrera de viajero empieza aprobando primero de turista. Además ser viajero es de natural cansino. Saco de dormir y bóveda de estrellas. Tienda de campaña y empezamos con los lujos: Que sin camping gas, que si linterna y que si papel higiénico. Para eso, mejor en casa.  No encontrarás mejor sitio para poner un pino.Haciendo turismo de televisor, tirado en un sofá, viendo programas de viajes. La mejor opción, pueda ser, y encima… barata. Quién lo duda. Ni turista ni viajero. Televidente compulsivo y telepredicador a todas horas. Deporte de aventura es viajar a los bares. Qué lugares. Siempre la misma fauna, siempre la misma flora, siempre la misma barra y siempre el mismo tedio. Que sí que peste de turistas por aquí, que sí cuánta morralla y chusma por allá. Y que sí tanto caminante no hay camino, se hace camino al privar. Qué plaga, qué epidemia. Para el estado el turista es un impuesto, para el ciudadano un frenesí y para el cascarrabias común, tema de conversación. Lo veis o no lo veis. Siempre igual, del manual no salimos. Pero,  ¿quién tiene la razón? ¡Quién lo sabe! En todo caso, a quién le importa. Al hablar le pasa como  dicen que le pasa al campo: no tiene cancelas. Sin embargo, yo, y lo digo de verdad, si pudiera y tuviera posibles, adoptaría a un turista. Sueca a ser posible. Gente maja. Animalitos de Dios. Almas entregadas y sacrificadas. Es más, dispuesto estoy a pasearlo, mejor a pasearla, cual mascota. Así que, a los que les molesten los turistas, por favor, quedaros en vuestras casas. Sitio habrá para más turistas.

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