Yo a lo que aspiro en
esta vida es que España, así en general, cuando hable de mí diga “nuestro
Teixeira”.
Sí, molaría. Mazo.
Y no, no penséis que me
he vuelto loco. O sea, más loco. No. Y tampoco es que hoy sufra más de envidia
que ayer y menos que mañana. ¡Quia, ni de coña! Pero, ¿quién no se ha asombrado
con el desparpajo que tienen los prójimos a la hora de referirse a algunos
deportistas, a un par de actores y a una actriz? ¿Quién no ha escuchado decir “nuestro
Rafa Nadal”, nuestro “Pau Gasol”, nuestro “Antonio Banderas” o nuestra “Penélope
Cruz? ¿Hay alguien que no haya oído tal cosa?
Pues eso, ¿comprendéis
ahora mi más que legítima aspiración?
“Nuestro Teixeira”.
Bonito par de palabras. ¡Acojonante! Suena bien. Tanto que estoy deseando que
tal cosa suceda. “Nuestro Teixeira”. Fetén. Aunque…
… ¿Eso querrá decir que
le pego a la raqueta con soltura, que mido cinco metros veinte, que soy de
Málaga, moreno y actúo en películas de mierda en el rol de mono hispano, que estoy
casado con Javier Barden?
No, Pues no. Creo que
no, que no quiere decir nada de lo anterior.
Eso significaría que
las palabras promedio y gilipollas no guardan correlación. Eso significaría...
Pero, ¿por qué se dice “nuestro
no sé qué” y “nuestro no sé cuándo”? ¿Por qué? ¿Es que os dan parte de sus
ganancias, es que son vuestros primos, parientes o algo así, o acaso es porque
son españoles y porque llevan a España en el alma?
Claro que ahora que
reparo, y siendo como soy yo de natural descreído, no sé si doy el perfil para
optar al olimpo que supondría ser llamado “nuestro Teixeira”. A lo mejor
tampoco vale la pena el esfuerzo. No sé. ¿Para qué? Porque yo no llevo a España
en el alma. Es más, no me cabe ni intentándolo. Tampoco sobresalgo en deportes
ni en artes escénicas. Nada de nada. Y por lo único que soy famoso, y para eso
en mi casa, a la hora de comer y cuando
está mi hija, es por tratar de sobrevivir haciendo piruetas en el alambre.
Es por eso que, siendo
como soy un incapaz para las relaciones públicas, para besar trasero impropio y
para reír gracia de mondongo ajeno, que tengo que asumir lo obvio: nadie dirá
nunca “nuestro Teixeira”.
Triste es reconocerlo,
pero esa es la realidad. Nadie dirá: “nuestro Teixeira” escribió una novela
titulada Alambique, 28”.
Nadie, ni siquiera las
43 personas que la compraron y que a lo mejor incluso la leyeron.
Deo gracias.
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