“Idos.
Que el cielo os colme de venturas. En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada”
(Manuel Machado).
Dicho eso, campo
abonado para lo contrario. Porque parecería que aceptar ahora iros como imperativo de idos es lo mismo que aceptar la obra del
diablo, sin embargo no, no lo es:
Es obra de la RAE.
Sin embargo, sobre el
tema me gustaría matizar:
Excepto a los que oigo,
pero no escucho, jamás había oído decir a nadie decir idos; por ejemplo, a la mierda. Leído, sí. Doy fe que sí. Pero no
es lo mismo vivir de pie que de rodillas. Y, por tanto, hace bien la RAE en
matizar. Porque tampoco es lo mismo hablar que escribir, de la misma forma que
creer y ser cierto por no ser ni parecido es a veces. Porque, por mucho que
se diga y por más que se haya escrito, cocreta no es. No está en el
diccionario, aunque bien pudiera. Y sí, es cierto que está almóndigas por la misma
razón que figura cocodrilo. Tal fenómeno en argot (qué contrasentido) culterano
es nombrado por el término metátesis, transposición de una letra. Y debo
escribir que yo, en sabiéndolo, me quedo mucho más tranquilo de lo mío.
Pese a todo, uno duda,
si acaso existe, y se pregunta:
Será ésta la circunstancia
la adecuada, siendo como somos, tan de
aprovechar hasta las sobras, el momento de aceptar iros como imperativo del
fino y literario idos. Porque, ¿y si lo toman por la tremenda, qué? Quién será
el paladín que defacerá luego tal entuerto.
Ay, no sé yo.
Porque, claro es, los
que siempre oían o escuchaban idos en
vez de iros, se lo pueden tomar por
la tremenda y querer volverse imperativos de sí mismos y aprovechar las
circunstancias para marchar y del todo irse.
O sea, y disculpar. Yo
esta película ya la vi, al principio sale un león. Después ves que no, que el
león es minino, que el minino leche quiere, y que además de leche y de
caricias, arrumacos y milongas también desea.
Así que, idos a la mierda. Con mis mejores deseos,
iros. Porque, a buenas horas mangas
verdes.
¡Anda qué!
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