Al que escribe mucho le
pasa como al que habla mucho, se equivoca mucho. Claro que como hoy en día
equivocarse está de moda es difícil sustraerse al irresistible encanto que la
equivocación nos ofrece.
Y para muestra un
botón. Este post.
Porque, para empezar,
¿por qué escribe el que escribe? Y para continuar, ¿por qué participamos de eso
llamado redes sociales?
¿Qué pretendemos,
equivocarnos, equivocar, decir lo que nos dé la gana o simplemente es una forma
más de decirle al mundo, eh, que estoy aquí? Eso aparte de desbarrar o de poner
frases ocurrentes o de colgar selfies o fotos antiguas de la familia, de
papatorias surtidas, de viajes hechos y de lugares idílicos. Todo eso y
despotricar. Despotricar mucho y poner estampitas de la virgen como antídoto
contra el cáncer. Jamás habíamos gozado de ocasión más propicia para hacer el
imbécil y despotricar. Insultar se convierte en una opción y trolear es una
necesidad. Estamos en una red social, ergo, existimos. No estamos, ay, qué pena,
cuánto ganapán hay en esta vida.
El despropósito está
servido. Enseñamos nuestras vidas y miserias sin pudor alguno.
Yo mismo, sin ir más
lejos, tengo en estos momentos una foto de perfil en la que aparezco en
bañador. Luzco orgulloso. Tanto que sopeso la posibilidad de ampliar la
tontería y comercializar un calendario enseñando mi colección de tangas. Eso
sí, todo sea por una buena causa. El dinero recaudado lo destinaría a la Ong
Bandullo, de reciente creación. Una creada por mí para cubrir mis necesidades más perentorias:
percebes y vino del ribeiro.
También demostraría que
algunos hombres nos parecemos a las mujeres en que somos capaces de hacer dos
cosas a la vez. Mejor dicho, de equivocarnos en dos cosas. La primera es que se
equivoca mucho el que escribe mucho. Posiblemente mi caso. Y la segunda es
tener una cuenta en una red social.
Pero os voy a confesar,
perdón, a decir, que confesar suena chungo, otra cosa: de lo que escribo no me
arrepiento casi nunca, sin embargo de tener un perfil en Facebook casi siempre.
El problema es que tengo un vicio y que además soy un vicioso de no te menees,
y como el mundo necesita gozar viéndome en bañador, me sacrifico.
Y ahora os ruego que me
disculpéis, tengo que ir al Facebook de los cojones y colgar una foto de la
última mariscada que me papeé:
Creo que tengo una foto,
muy chula, hecha en 1983, enseñando la cigala (de la mariscada, claro).
Pd. Adjunto la prueba. https://www.facebook.com/luis.lopezteijeira
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