La historia reciente de
los Estados Unidos de América nos dice que las vías del ferrocarril servían
muchas veces de frontera. De un lado estaban los blancos y del otro los negros.
El fenómeno era conocido como the other
side of the tracks.
El considerado orden
natural de las cosas empezó a cambiar con la llegada del rock and roll. Poco a
poco, y gracias a esta música, la separación, tanto imaginaria como real, de
las vías del tren empezó a desaparecer. Sin embargo, ahora con la llegada de Trump a la Casa Blanca el
orden antinatural de las cosas vuelve por sus fueros. De nuevo aparecen las
vías del tren.
Y es que, en realidad
nunca se habían ido del todo. Las vías siempre están al acecho y, a la mínima,
hacen zás y aparecen a nuestro lado.
Porque el hombre que se
supone que es Trump, en realidad un viejo carcamal dispuesto a revivir lo peor
de la historia, gracias a la inestimable ayuda de los millones de “paletos” que
lo votaron, según dicen los intelectuales, está dispuesto a que regresemos al
pleistoceno.
Vuelven las vías del
tren y con ellas los comportamientos inadecuados, el nepotismo y la hipocresía desaforada.
El mundo se llena de opiniones desafortunadas, y los modos y maneras de
gobernar se tornan catastróficos.
La caspa se pone de
moda, y con ella el liberalismo económico y la corrupción desaforada. Porque
este tipo de político, el que practica el proteccionismo a ultranza de lo suyo,
debería ser puesto en cuarentena. Y una de dos, o acepta que las normas del
juego son iguales para todos, o cogemos la pelota y nos vamos a jugar a nuestra
casa.
Que los EEUU no quieren
jugar con Europa. Pues bien, que se lleve la pelota el muy mangallón si suya
fuere. ¿O acaso en Europa no tenemos pelotas? Reitero, que se la lleve y que
empache. Con suerte, y como en el fondo es un bobo, le cae del otro lado de las vías del tren y ya
veremos si tiene arrestos de ir a por ella.
Porque, a lo mejor, los
otros “paletos” del otro lado de la vía del tren lo muelen a palos.
Así que, recordemos lo
que dice la historia, y ella nos dice que cuando el rock and roll llegó a
nuestras vidas, también hubo muchos Trump empeñados en hacer todo lo posible
para que el asunto fracasase, pero sabéis que sucedió:
Que tararí que te vi,
awamba-baluba-balambanbú.
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