Soy fan de las películas de
John Ford, John Houston, Anthony Mann y Billy Wilder. Me gusta el cine de
Kubrick, el de los hermanos Cohen, Joshua Logan, y Howard Hawnks. Y podría estar así,
seguramente, un rato largo.
Pero, también admiro y soy
fan de José Luis Cuerda, Víctor Erice o Fernando Fernán Gómez. Todos ellos son
grandes entre los grandes. Y además no tuvieron la fortuna de contar con los
altísimos presupuestos de la industria americana para realizar sus proyectos, y
sin embargo no sólo hacen cine, sino que lo hacen del bueno: arte.
Hay muchísimos más que me
gustan. Más de los que soy fan, pero escribo a la caída, lo que me sale de las
tripas, y sería raro que en este corto post hubiera líneas para dar cobijo y refugio
a tanto talento.
También admiré a Tarantino,
a Almodóvar, y a… tantos, y tantos otros, que después, por una u otra razón,
han pasado al olvido en mis preferencias.
Pero detesto la moda que
hubo siempre en el cine por la banalidad, aunque la comprendo. Es un segmento
de mercado más. No le demos más vueltas. De igual manera que aborrezco el
pretendido cine de autor que se queda a medias entre una paja y un polvo. En el
terreno de la insatisfacción.
Hablo del cine de
subvención. Hecho por y para la limosna. Otra industria mantenida por los
órganos culturales del Estado para el disfrute de cuatro “culturetas”, y sin
interés alguno para mí.
Y no es que piense que una
película se deba al éxito. Pienso que el cine se debe a una idea, a un
concepto. Igual que todo lo demás. Y la única diferencia entre bueno y malo
consiste en el desarrollo, en la trama, en el uso del tiempo, del color y del
espacio, en una acertada elección de actores y un buen montaje.
Las comedias de medio pelo dirigidas
a gentes insustanciales me aburren. No me entretienen Ocho apellidos vascos ni
las pelis llenas de explosiones, laca y primeros planos.
Cine no es moda. Lo bueno
permanece, y las olas desaparecen una vez llegadas a la orilla.
Sólo espero y deseo que la
gente que tanto critica el cine español recapacite y se dé cuenta de que cine
malo se hace en todas partes. Y que el éxito por si mismo no garantiza calidad
alguna.
Y si no me creéis
comprobarlo por vosotros mismos. Basta que veáis Titanic y os daréis cuenta.
Una auténtica gilipollez de éxito mundial.
Claro que si Titanic hubiera
sido protagonizada por Gracita Morales y José Luis López Vázquez la cosa habría
tenido un pase, señorito.
Pd. Dedicado a Manuel Gutiérrez Aragón.
He leído que te retiras. Lo
siento. Se te va a echar de menos, tío.
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