Si todos se pusieran a dar
botes al unísono dicen que podrían alterar el ángulo de rotación de la Tierra.
Pero como son chinos, y no creen en cuentos chinos, ni siquiera en las famosas
naranjas de la china, no lo hacen.
En vez de eso hacen
gilipolleces. Gilipolleces, eso sí, chinas. Otra forma de ver el mundo. La de
siempre, la habitual. Corregida y aumentada. Del señor/a coma mierda, un millón
de chinos no se pueden equivocar a, y si en vez de un millón lo dicen mil
quinientos millones de chinorris seguro que tienen razón y todo, sin escalas.
Lo decía hace casi diez
años: “dentro de poco trescientos millones de chinos empezarán a hacer turismo”
¿Os imagináis? Pues ya está sucediendo. Las hordas chinas están invadiendo el
mundo. Con sus cámaras réflex y sus videocámaras diminutas empiezan a decorar
nuestras calles. Son como los baldosines, pero en chino.
Algunos chinos también
parecen haber descubierto el mar. Oh, la mar. Qué gran invento. El océano lo
inventó un chino ocioso ávido de nuevas sensaciones. O sea, no.
Pero, los chinos son
precavidos. Cautos, sigilosos y tienen más paciencia que un chino, sabido es.
Cuando van a la playa se ponen el facekini. Otro invento chino. Un gran paso
para el hombre, otro salto de humanoide.
El facekini está de moda.
¿No sabéis lo qué es? Más sencillo no puede ser. Un chino va a una playa, y se
pone un pasamontañas. Normal, ¿no? Así evita dos cosas: el famoso moreno chino,
animal peligroso y en peligro de expansión, y la picadura de la medusa china
que es muy cabrona.
Ese animal prehistórico que
es la medusa convive mal con el chino. No hablan el mismo idioma. No se
comunican adecuadamente. Lo sabe todo el mundo, en el mundo están incluidos los
chinos. Que conste. Para evitar roces indeseados y picaduras diversas, el
mandarín o el cantonés, otra variante, cada vez que va a la playa se encasqueta
un facekini, y al grito de que salga el
sol por Antequera, gorgorito muy de moda en la China continental, se
zambulle en el o sea, no.
La cara es el espejo del
alma. Aquí y en China. Los chinos lo saben muy bien. Y por eso… la protegen,
hablo de la cara. Lo que no se sabe es cómo protegen sus culos de las picaduras
de la medusa china. De eso no habla nadie. Y si no se comenta no seré yo quien
lo haga, porque si hablara tendría que comentarlo, vamos digo yo, y como una
cosa siempre lleva a otra, acabaría preguntándome, y… ¿cómo protege un chino el nabo? Y, no sé… comprenderme, no me
apetece indagar en la cuestión. Porque, lo voy a decir, a mí el ciruelo chino
ni fú ni manchú.
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