HAO, FELIPE.

Yo venir en son de paz, ¿tú querer fumar pipa? Después se estrecharon la mano, y como buen indio se permitió el desplante de dar una palmadita, tímida, en la regia y rígida espalda del muy hijo del emérito, línea oficial.
Después se fueron al interior del tipi, y allí entre aires muy acondicionados el Alto Hombre Blanco departió con el enviado del Gran Manitú, versión estelada. De lo que hablaron no trascendió nada. Absolutamente nada. Por lo cual se deduce que tampoco debieron hablar de nada, porque si lo hubieran hecho a estas alturas el Gran Jefe Mas, de la tribu de los catalanes, ya lo habría dicho. Seguro. Con pelos y señales.
Mas quiere dejar de vivir en una reserva, y para ello solicita la independencia. Se comporta con el Hombre Blanco como un hijo mayor díscolo, cuando le dice a papá Estado que se quiere independizar. Gracia que solicita a los hombres blancos, a los invasores, al mismo tiempo que añade: por favor, seguir pagándome los pufos. Mi pueblo pasar mucha necesidad.
Para conseguirlo peregrina sonriendo, es lo mejor que sabe hacer, pide audiencias, abre embajadas por las tribus europeas, convoca referéndums y se abraza a todas las farolas que alumbran su camino. Pide más y más dinero, y si hace falta lo roba, lo manda distraer o se hace cómplice de honorables, y si todo el mundo dice no, él impasible el ademán, sigue sonriendo mientras trinca.
Éste risita floja cuenta con un gran apoyo de la tribu catalana. Los más guerreros, los más suicidas, lo siguen y avalan sus baladronadas. Entre todos, en amor y compañía,  pergeñan una lista soberana. A él lo presentan de cuarto en la lista, pero con la condición de que si dicho listo sale elegido, será primero. Primus inter pares.
Entelequias del nacionalismo y manías de los nacionalistas con aficiones jíbaras. Cataluña tiene un idioma, una autonomía, una televisión, una policía… e incluso ha conseguido tener la categoría de “país” en el Estado de las Autonomías. Y aún teniendo todo eso y muchísimo más Cataluña está arruinada. Y si lo está no es por culpa del invasor como predica el Gran Jefe Mas. Y es así, porque entre él y sus honorables amiguitos han conseguido desplazar a Barcelona como capital de los catalanes en beneficio de Andorra o de Suiza, que es el refugio de todos los relojes de cuco que en este mundo hay.





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