Yo venir en son de paz, ¿tú
querer fumar pipa? Después se estrecharon la mano, y como buen indio se
permitió el desplante de dar una palmadita, tímida, en la regia y rígida
espalda del muy hijo del emérito, línea oficial.
Después se fueron al
interior del tipi, y allí entre aires muy acondicionados el Alto Hombre Blanco
departió con el enviado del Gran Manitú, versión estelada. De lo que hablaron
no trascendió nada. Absolutamente nada. Por lo cual se deduce que tampoco
debieron hablar de nada, porque si lo hubieran hecho a estas alturas el Gran
Jefe Mas, de la tribu de los catalanes, ya lo habría dicho. Seguro. Con pelos y
señales.
Mas quiere dejar de vivir en
una reserva, y para ello solicita la independencia. Se comporta con el Hombre
Blanco como un hijo mayor díscolo, cuando le dice a papá Estado que se quiere
independizar. Gracia que solicita a los hombres blancos, a los invasores, al
mismo tiempo que añade: por favor, seguir pagándome los pufos. Mi pueblo pasar
mucha necesidad.
Para conseguirlo peregrina
sonriendo, es lo mejor que sabe hacer, pide audiencias, abre embajadas por las
tribus europeas, convoca referéndums y se abraza a todas las farolas que
alumbran su camino. Pide más y más dinero, y si hace falta lo roba, lo manda
distraer o se hace cómplice de honorables, y si todo el mundo dice no, él
impasible el ademán, sigue sonriendo mientras trinca.
Éste risita floja cuenta con
un gran apoyo de la tribu catalana. Los más guerreros, los más suicidas, lo
siguen y avalan sus baladronadas. Entre todos, en amor y compañía, pergeñan una lista soberana. A él lo
presentan de cuarto en la lista, pero con la condición de que si dicho listo
sale elegido, será primero. Primus inter pares.
Entelequias del nacionalismo
y manías de los nacionalistas con aficiones jíbaras. Cataluña tiene un idioma,
una autonomía, una televisión, una policía… e incluso ha conseguido tener la
categoría de “país” en el Estado de las Autonomías. Y aún teniendo todo eso y
muchísimo más Cataluña está arruinada. Y si lo está no es por culpa del invasor
como predica el Gran Jefe Mas. Y es así, porque entre él y sus honorables
amiguitos han conseguido desplazar a Barcelona como capital de los catalanes en
beneficio de Andorra o de Suiza, que es el refugio de todos los relojes de cuco
que en este mundo hay.
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