Hay un montón de ellas y
todas sirven para una cosa básicamente: para
nada.
Porque, para qué sirve, de
qué nos vale el Senado. Para nada.
Dar de comer a mamandurrios que presumen de tener oficio y que después viven
chupando de la sopa boba no parece de utilidad alguna.
El
Consejo Consultivo madrileño. Más aún, el Consejo de Estado, donde recalan gentes a las que se presupone una
gran valía, y lo único que hacen allí, además de alimentarse de pluriempleos,
es cobrar por rascarse sus partes.
Las Diputaciones, otra mini cámara dedicada exclusivamente al reparto de
enchufes y componendas.
Las Embajadas que tienen las distintas Autonomías repartidas por el
mundo adelante. ¿Porque en qué tipo de país vivimos, en Uno, Grande y Libre o
en diecisiete aldeas? Qué cosas. ¿Si me pasa algo en Pernambuco adónde acudo a
la Embajada de mi país o a una casa
regional a comerme una de callos? No sé, quizá la duda alimente mi espíritu.
También sobran muchas de las
Autonomías. Algunas parecen un
chiste sacado del TBO, claro que algunos Monagos,
si no tuvieran Autonomía o Senado se quedarían sin novia que los
aguantara.
La amalgama de televisiones públicas, radios públicas,
y las subvenciones a los medios de comunicación también sobran. Sería
conveniente aplicar la ley de la evolución de las especies: que sobreviva el
más fuerte. Y los demás, los paniaguados y los que escriben con rodilleras que
mamen en privado que es lo suyo. Flaco favor hacen y hacemos consintiendo
semejante tropelía de las Tele Madrid,
Tele Cospedal, y sucedáneos diversos.
Todo lo anterior sólo es una
breve pincelada de lo que sobra, obvio es. Sin embargo echo a faltar una banca pública, una gestión del agua pública, y una electricidad pública.
Porque ya hemos visto los
resultados de la supuesta gestión del milagro económico español: una
catástrofe. No tenemos nada. Nada de nada. ¿Marrano Rajoy como animal de
compañía cuenta? Eso sí, gracias a la
santería y a los exorcismos de los Aznar y demás cuadrúpedos del socialismo
light, podemos ver como los mamandurrios se recolocan en grandes puestos, y
cobran jugosos sueldos por no hacer ni el huevo.
¡Incompatibilidades para los
gurús ya!
Ya está bien de tanto
huevón, y de que nosotros sigamos comportándonos como yemitas plañideras. Que
lloren ellos, coño.
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