Estoy de acuerdo con muchas
de las cosas que dicen los dirigentes de Podemos, y en total desacuerdo con
muchas otras. Sobre todo estoy contra la
indefinición de la que hacen gala. Porque si escuchas a alguno de sus
dirigentes no te aclaras con algo que es muy importante: ¿quiénes son, qué
piensan? Y sin aclarar esto caen en la soberbia de darse por ganadores a seis
meses de las elecciones.
No aclaran nada. Dejan en el
aire cosas como decirnos si son de izquierdas o de derechas o si son de ponerse
cara al sol que más calienta. Aclararnos sin son independentistas, autonomistas
o tercermundistas. Si son demócratas o cristianos, marxistas leninistas o escapistas. Si son algo
o son otra entelequia. No sé. Tengo la impresión de que no aclaran nada de lo
importante y de lo sustancial, y que pese a ellos mismos se les entiende a la
perfección todo lo que no nos dicen.
Después están los hechos.
Ellos indican que Pablo Iglesias usa coleta, anda arremangado con tanta tarea
acumulada, y tiene una gran cultura. Le gustan los comics y las series de
televisión estilo Juego de Tronos. Es de verbo fácil y en el gatillo de sus
ocurrencias nuestras retinas aún recuerdan el regalo que hizo al actual Rey de
los españoles: unos deuvedés de la serie Juego de Tronos.
Para mí esa gracieta, la del
deuvedé, fue como una revelación: habemus idiota nuevo en la oficina. Con
suerte acabará de gurú como Felipe, y si no… no pasa nada. El chico ya está
bien colocado.
Lo siento, pero así lo
pienso ¿Porque sabéis una cosa? No me fío de la gente que no se define, de la
gente que no trata de explicar lo que es, de dónde viene y qué pretende. No me
fío de las personas que dicen una cosa, la contraria y la misma en un día. No
me fío de los Mesías. No me fío de los gurús. Y, puestos a conceder, tengo que
escribir, en honor a la verdad, que me fío tanto de Pablo Iglesias como de
Mariano Rajoy.
Me parecen caras opuestas de
la misma moneda.
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