El Punkarra es un tío que
sabe de todo. A la archiconocida sabiduría del ciudadano, que es seleccionador
nacional de fútbol, experto en deportes de riesgo estilo sofá y versado en
latines diversos, aúna también el don de la clarividencia. Imparte cátedra en
los bares, y por el módico precio de unas birras incluso se atreve a hacer de
gurú para sus seguidores.
Llevado de tal pasión
resuelve los problemas del mundo mundial en dos quintos, y al tercer minuto, si
todavía te queda paciencia y oído, (también grita al hablar), te puede recetar
desde un antibiótico hasta un antiinflamatorio.
Una prueba de ello fue su arenga
de ayer en el bar “Porteño”. Seis cervezas, sólo seis, bastaron para que toda
la CNN del pueblo hiciera eco de sus palabras. Directas a los oídos de todos
los gobernantes que en este mundo hay.
Dice Punkarra que el
problema de las deudas de los Estados tienen fácil solución.
Bastaría con que las
naciones libres, las más poderosas del mundo mundial, EEUU, Japón y Europa se
sentaran a la misma mesa, y se pusieran de acuerdo en algo.
Todos tienen deudas astronómicas.
Y ante esto lo que ayer propuso Punkarra fue lo siguiente:
Los dirigentes de este mundo
acuerdan que:
A partir de ahora todas las
deudas que mantengan nuestros Estados con cualquier banco o entidad financiera
quedan condonadas.
¿Qué harían los financieros?
Según Punkarra no harían nada porque nada podrían hacer ante tal unanimidad. Y
porque los políticos tienen el poder de legislar, y estarían en su derecho de
hacerlo en legítima defensa; y si todo aquello que es Ley es de obligatorio
cumplimiento para todos, también lo es para lo es para bancos y entidades
diversas.
Así que… se siente. ¿No
decís que la Ley es igual para todos? Se pregunta Punkarra retóricamente, pues,
¡hala!, a cumplirla. También aporta como argumento de refuerzo el famoso “es lo
que hay” utilizado a diario contra toda la población.
Ya se sabe, hecha la Ley
hecha la trampa.
Los asiduos del bar “Porteño”
cambiaron de canal. Enseguida se cansaron. Acababa de empezar Sálvame, y claro…
Siempre hay prioridades.
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