“Troika”
es
una palabra de origen ruso que su primera acepción significa trineo tirado por tres caballos.
La Troika política de la que
tanto se habla está formada por la Comisión
Europea, Banco Central Europeo, y el Fondo Monetario Internacional. Estos
tres percherones por si mismos son capaces de anular la soberanía nacional,
violar la voluntad del pueblo e imponer sus criterios. Por donde pasan estos
desalmados vuelve a crecer la hierba, pero lo hace a base de abonarla con
sangre, sudor y lágrimas de los habitantes de los países a los que dicen querer
rescatar del desastre. Y la hecatombe viene por la alta tasa de morosidad, por
los robos sin cuartel, por los males endémicos de algunas economías, y por la
falta de previsión de los economistas de turno. Porque contables los hay en
todos los sitios, en todos los países. Los hay que abogan por un incremento de
gasto público, los hay sosegados, y los hay descontrolados que se entregan en
manos del “austericidio” que
proclama y que lidera el tercer Reich alemán.
La Comisión Europea está mangoneada por los alemanes, el Banco Central es muy susceptible a la
opinión de estos nuevos bárbaros que asolan Europa, y el FMI, que también podría llamarse Sésamo, es una cueva de ladrones, cuyo máxima dirigente es elevada
a los altares al ser considerada Jefe de
Estado, y que ocupa el puesto que dejaron antes vacante un delincuente fiscal, y un violador conocido, y que ella misma está imputada en un caso de corrupción
financiera en su país de origen.
Pero, no hay problema, quien
de verdad mangonea en el FMI es el
amigo americano. Y el mulatito zumbón, viendo lo que estaba viendo, descolgó el
teléfono e hizo una llamada. Habló con Christine, que no es una lagarta de
aquella serie mítica que fue V, y
aunque no se sabe de lo que hablaron, lo cierto es que hablaron.
La cosa está hecha. Apretarán
las clavijas hasta el final, pero habrá una bajada masiva de bragas.
Lo que importa es la cuenta de resultados, y si hace falta,
y para que la cuenta de la lechera no se descuadre aún más, aplicaran otra vez
el mismo cuento, y volverán a sacar la manguera.
Otra vez horas
extraordinarias. Hay que fabricar más dinero. Del físico y del virtual.
Mientras tanto las metopas del Partenón seguirán en Londres.
Eso sí, éste conocido orfeón de bandarras seguirá pidiéndole,
exigiéndole, a los griegos que devuelvan hasta el último céntimo del dinero
prestado, pero devolver lo robado ni se les pasa por esas cabezas de chorlitos.
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