Los españoles no somos todos
iguales ante la ley por mucho que lo diga la Constitución, que puestos a decir
también dice que cada español tiene derecho a… a… nada. Teoría, retórica y
buenas intenciones. Lo malo es que de las buenas intenciones no se vive.
Hagamos la prueba del nueve.
Los trabajadores españoles tenemos,
básicamente, varios Estatutos según dónde trabajemos. Estatuto de los
Trabajadores, Estatuto Básico del Empleado Público y Estatuto del Trabajador Autónomo.
Pero, ¿no éramos todos los
trabajadores iguales, y no teníamos los mismos derechos y obligaciones?
En teoría si, en la práctica
NO.
Para más inri la cosa viene desde el principio
de los tiempos. Jamás nadie ha puesto orden en tamaño desbarajuste. Al
contrario…
…y no es de extrañar, porque
vivimos en un país en el que la política está judicializada, y la Justicia
politizada. Las leyes se acumulan y son tan farragosas que ni los mismísimos
expertos son capaces de ponerse de acuerdo. Siempre hay una visión, una
interpretación o un resquicio por el que darse a la fuga y hacernos tragar con
ruedas de molino.
En materia de Justicia no
somos iguales en nada. No lo hemos sido nunca, y al paso que vamos tampoco lo
seremos jamás.
Y si no me creéis os hago un
pronóstico:
-
Esperanza Aguirre: tirón de orejas, multita,
y vuelta al ruedo. O sea, al ayuntamiento.
-
Rodrigo Rato: archivo de la causa. Lo más
importante: prescripto. Para todo lo demás bálsamo Marrano.
-
José María Aznar: Éste igual que aquél, el de
la X, ni está imputado ni se espera que lo estén nunca ninguno de los dos.
-
PP: cabeza de turco: Bárcenas, “el
emprendedor”. Resultado del partido: empate. PP 1- Filesa 1.
Todo eso lo veremos después
de años y años de espera, y de vueltas y más vueltas. Y es que la Justicia en
España no es un cachondeo, es un auténtico laberinto lleno de minotauros.
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