Madrid, Madrí, Madriz.

¡Jesusito de mi vida! No os podéis imaginar la noche que he pasado. Una auténtica pesadilla. No sabía a quién votar. Me desperté sudado, al borde de la crisis de ansiedad, y lo he recordado todo. Después desayuné, lo olvidé todo, y ahora vuelvo a recordarlo. Al hacerlo veo como, otra vez, llega a mí el ansia ansiosa de quién ansía votar.
Después de esta noche de horror, y de vueltas y más vueltas en la cama, tengo el voto decidido: voy a votar a Brios.  
Cristina no me convencía, Cifuentes tampoco. Esperanza es más de tocata y fuga, pero ganará la cólera de Aguirre. Antonio no está mal, pero Carmona me pone del chotis. Del Ciudadano Albert, ya vi la película, era en blanco y negro y antes hacía el NO-DO. Y después de ésos a qué, ¿a quién voto?, ¿a un poeta?, ¿a una jueza? No sé. Depende. Dudo, luego existo. Un vate estaría bien, además se llama Luis y está casado con Almudena, patrona de madroño; aunque bien mirado la jueza Carmena parece la mejor opción. Al menos ya sabe el camino de los juzgados.
Y, de repente caí de la burra. ¡Coño, si yo voto en Coruña! ¡Seré provinciano!
Decidido: voto a Brios. No se hable más.
Ir a votar no me viene nada bien. Y como este año las elecciones, según la radio, la prensa y la televisión sólo se celebran en Madrid, por aquello de los recortes, voy a marcarme un diferido. Sin duda una buena erección, digo elección, la que me traigo entre manos.
Ahora ya más tranquilo, desayunado, y con mis deberes ciudadanos cumplidos, puedo irme a la ducha.
¡Vaya, me han cortado el agua! ¡Qué país, Dios mío, qué país! En la Coru el agua va a precio de cubata.
Normal, como aquí nunca llueve a gusto de todos...


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