Hubo un breve lapso de
tiempo en que llevé coleta. Tenía diecisiete años, estaba muy delgado, y mi
cara lampiña parecía la de una niña.
Mis padres me habían desterrado a un internado
en la esperanza de que sentara la cabeza, y que adquiriese algo de sentido
común. Una tarde, un conocido de mi padre, al verme pasar sacó la lengua a
pasear. Me llamó ¡MARICÓN! El hombre estaba en la puerta del casino acompañado
de otros tres que le rieron la gracia. Me di media vuelta, me acerqué a él, y
le espeté, también alto y claro: PREGÚNTALE A TÚ HIJA, MAMÓN. Sus acompañantes
estallaron en más carcajadas. El hombre se puso como la grana, y aproveché la ocasión
para dar media vuelta y marcharme.
Días después mis padres
aparecieron por el pueblo. Le conté a mi viejo lo que había sucedido, y mi
padre que era un hombre reservado, poco dado a las emociones, arqueó una ceja.
Aún casi no acaba de
contárselo cuando nos encontramos con su conocido, al parecer amigo. MI madre
acababa de entrar en una tienda. El otro lo paró, se saludaron, y después,
conmigo delante, empezó a contarle la anécdota a mi padre. Lo hizo tal cual
había sucedido. Ni añadió ni sacó. Mi padre lo miró de arriba abajo, cosa que
no solía hacer y contestó preguntado: ¿Y…? ¿Y? Repitió el otro cabreado. Y… que
tú hijo es un maleducado. Mi padre me miró, y sin hacer caso del otro me
preguntó: ¿eres un maleducado? Contesté: si fuera realmente un maleducado le
habría llamado CABRÓN (la última palabra la deje mirando para el otro). Mi
padre se volvió al otro, y le espetó: ¿lo ves? El maricón de mi hijo está muy,
pero que muy bien educado. Anda y que te den por el culo, Manolo.
En ese momento mi madre
salió de la tienda, y preguntó: ¿qué pasa?
Nada, no pasa nada, contestó
mi padre, aquí con Manolo, saludándonos.
-
Hola, Manolo, cuánto tiempo… dijo mi madre.
Me alegro mucho de verte, ¿tú mujer está bien? ¿Y tú hija…?
Manolo saludó con un gesto a
mi madre, pero no contestó porque se le adelantó mi padre:
-
Su hija debe estar requetestupenda, al
parecer el mariconazo éste (señalándome) le está dando clases de hisopo.
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